"La prostitución está en nuestros barrios aunque no se vea"

N.Z.
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Comenzó a trabajar hace quince años en Burgos en el desarrollo del programa Betania, dedicado a trabajar la integración personal e incorporación social de las mujeres que se encuentran en contextos de prostitución, tráfico y trata. En 2016 lo implan

"La prostitución está en nuestros barrios aunque no se vea" - Foto: Luis López Araico

La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer de las Naciones Unidas, en su artículo 2, define «la trata de mujeres y la prostitución forzada» como una forma de «violencia contra la mujer». En Soria, el Proyecto Betania, desarrollado por la comunidad religiosa Adoratrices, trabaja con las mujeres que ejercen la prostitución para tenderles puentes que permitan alejarse de esa forma de violencia machista. Su directora, Consuelo Rojo, sabe bien que no es un camino rápido ni sencillo. Pero «se puede», y por ello lucha. 

¿Qué es el proyecto Betania?

Betania es el nombre del proyecto que recibe el programa que desarrollamos las Adoratrices en Burgos, Soria y Segovia. Se trata de un programa de atención integral a mujeres que están en contextos de prostitución o son víctimas de trata, sobre todo con fines de explotación sexual. 

¿Cómo y cuándo desembarcan en Soria para atender a las mujeres que ejercen la prostitución?

En Soria estamos desde 2016 a petición de la Junta de Castilla y León, que quería garantizar una atención integral en toda la Comunidad para las mujeres en prostitución y víctimas de trata. Para ello, analizó en cada provincia qué entidades estábamos ya desarrollando programas. En Burgos estamos desde 1865 realizando programas a favor de la mujer, y Betania desde 1995. Nos llamó y nos dijo que quería configurar una red para llegar a todo el territorio. Éramos cinco entidades y lo que nos planteó fue coger las provincias del entorno donde no había nadie atendiendo esta realidad. A Adoratrices se nos asignó Burgos, Soria y Segovia. 

Desde 2016 estamos desarrollando en Soria el programa Betania, que forma parte de la red Atrapada. 

¿Cómo se desarrolla el programa en la provincia de Soria? 

El trabajo concreto en Soria consiste en que nosotras vamos por los clubes y los pisos donde se ejerce la prostitución, en principio, para que nos conozcan, conocer sus necesidades y poderles acompañar en sus dificultades. Desarrollamos un proyecto de acercamiento al medio y ahí también se hace reparto de material preventivo y se hacen talleres de salud. Y, luego, aquellas mujeres que necesitan una atención en diferentes ámbitos (salud, temas formativos, área jurídica, psicológica...) entran a formar parte del centro de atención social y ya iniciamos un proceso con ellas. Pero siempre trabajamos a demanda de las mujeres y vamos abriendo ventanas en función de sus necesidades. 

¿Cuál es la realidad que han detectado en Soria?

La realidad de Soria está marcada porque es una provincia pequeña y, en ese contexto, la prostitución es aún más invisible. Al ser un lugar pequeño donde todo el mundo se conoce, la realidad de la prostitución está aún más invisibilizada para garantizar la seguridad, el anonimato y la propia vida de las mujeres. Nos encontramos una realidad que está ahí, que está conviviendo con la población, que está muy escondida, y que es muy de paso. En prostitución suele haber bastante movimiento pero, en provincias como Soria, aún más. 

¿A qué se refiere con que hay movilidad en la prostitución en Soria?

Se mueven a otras provincias y, luego, pueden volver. Es lo que se conoce como el sistema de plazas, donde las mujeres se van moviendo en función de las plazas, en función de la oferta y la demanda. Cuando se está mucho tiempo, las mujeres dejan de ser atractivas y se pide algo nuevo. Suena duro pero es así de dura la realidad. 

En Soria se observa desde hace un tiempo que cierran los locales pero la prostitución se ha desplazado a pisos. ¿Tienen alguna estimación del número de mujeres que ejercen la prostitución en la provincia?

Lo vemos en Soria y lo vemos en todas las provincias, que está habiendo un desplazamiento de los lugares más públicos, como pueden ser los clubes, a lugares más privados. Esto se viene observando desde hace ya tiempo pero la pandemia ha dejado en evidencia que ha venido para quedarse. Aunque también hay clubes, la prostitución ahora está básicamente en pisos, con lo que eso supone de muchísima mayor clandestinidad, ocultamiento y mayor dificultad de poder acceder a las mujeres. 

Nosotros no hablamos de mujeres sino de plazas. Porque ahora, con la movilidad que hay, por una misma plaza pueden pasar varias mujeres. Haciendo una estimación podemos calcular que puede haber entre 80 y cien plazas en Soria pero, insisto, es imposible tener datos exactos ya que a veces hemos ido a visitar un club y tienen dos mujeres pero otras tienen quince. Y en los pisos ocurre algo similar, abren unos, cierran otros... es una actividad muy cambiante y variable y eso hace que sea difícil cuantificar, pero desde luego que hay prostitución en Soria y está en nuestros barrios y a pie de calle, aunque no se vea. 

Esa movilidad y esa clandestinidad ¿hace que sea más difícil llegar a las mujeres y poder ayudarlas?

Eso lo hace aún más sangrante en el sentido de que a veces las mujeres no saben donde acudir y, como muchas veces son mujeres de paso, tampoco echan raíces ni hacen por conocer el lugar, con lo que eso comporta de soledad y de sentirse alejadas, extrañas y de ningún lugar. 

A nosotras nos preocupa mucho cómo están las mujeres y lo que viven, y vemos que viven mucho la soledad por ese propio movimiento de ir de un sitio a otro para ejercer. 

Cuando hablamos de prostitución, ¿hay un patrón que se repite?

El patrón es que son mujeres muy vulnerables y todas ellas atravesadas por pobreza, pero entendiendo pobreza en el sentido amplio. No solo hablamos de pobreza económica, que también, hablamos de mujeres que no han tenido otras oportunidades en la vida, que de alguna manera no han podido ser mujeres de plenos derechos porque a veces vienen de países con mucha violencia, donde los Estados son muy corruptos, donde las igualdades de oportunidades entre hombres y mujeres no existen... Muchas además son responsables de sus familias, con hijos, con lo que eso implica de sufrimiento y de dolor. 

El patrón que se repite es mujer vulnerable y pobres en el sentido más amplio. Pobres de dinero pero pobres de todo. 

La prostitución se vincula generalmente con mujeres extranjeras pero ¿realmente hay un perfil claro?

Es mayoría de mujer extranjera pero también hay españolas. En cuanto a edades, hay de todo, desde 18 años hasta más de 50. Es verdad que está polarizado y hay o mujeres jóvenes o mujeres mayores, pero nadie queda fuera y llega a todas las edades.  

Durante su experiencia visitando lugares donde se ejerce la prostitución para ofrecer apoyo a las mujeres, ¿se ha encontrado con mujeres que viven en condiciones de esclavitud?

Podríamos decir que hay mujeres que encontramos en condiciones bastante lamentables, pero es difícil porque hay que tener en cuenta que, cuando tú te encuentras a una mujer en un piso o en un club, la mujer que te encuentras trabajando está representando un papel, no es la mujer que realmente es. 

Ellas tienen que garantizar su seguridad, su anonimato y preservar su identidad y, entonces, están representando un papel y es difícil saber que la mujer no está bien, aunque puedes intuir. 

En el primer momento realmente es complicado pero, cuando vas conociendo a la mujer, ella te va conociendo a ti y te va contando cómo lo vive, cómo está, cómo ha llegado hasta ahí, entonces, ya vas descubriendo otra serie de cosas. También es verdad que no todos los lugares de ejercicio de la prostitución son iguales, pero sí recuerdo situaciones de mujeres que están en verdaderos antros donde no ves viable ni siquiera que allí se pueda dormir.

El primer paso entiendo que es ganarse su confianza para, a partir de ahí, poder ir planteándoles alternativas y herramientas que les permitan salir de la prostitución. ¿Cómo es el proceso para conseguir el objetivo?

A nosotras nos encantaría que ninguna mujer estuviera metida en esta historia, eso sería nuestra ideal, pero entendemos también que la realidad es mucho más compleja y hay mujeres que les encantaría dejar la prostitución pero, por circunstancias personales, familiares..., es imposible en el momento en el que se le conoce. Por eso es importante generar el proceso y que la mujer sepa que, aunque en este momento -por lo que sea- no puede salir de esto, puede contar con alguien para que mañana -en el momento en el que ella quiera- pueda salir de ahí.  

A veces los procesos son largos, costosos, porque hay muchas circunstancias que impiden que la mujer pueda abandonar la prostitución; pero nuestro trabajo fundamental es ordenar ese proceso, que la mujer vaya cogiendo confianza y que, en el momento que pueda, salga. Pero no siempre salen cuando ellas quieren ni cuando a nosotras nos gustaría. 

Nos gustaría que estuvieran ya todas fuera pero, lamentablemente, esto es algo más lento porque todas tienen unas circunstancias familiares, personales y, también, sociales.

¿Se logra salir de la prostitución o es un mundo que, de alguna manera, atrapa de por vida?

Sí, por supuesto que se logra salir. Si no salieran las mujeres esto sería un trabajo muy frustrante, porque al final esto es violencia y así lo recoge la ONU. Hay mujeres que salen y que son capaces de recuperarse. 

Lo que sí que tenemos claro es que no hay tiempos concretos pero, a mayor tiempo en la prostitución, mayor daño personal a las mujeres y mayor tiempo de recuperación, aunque es cierto también que no todas lo viven igual. Pero sin duda que las mujeres salen, se recuperan y se olvidan de este mundo. Hay casos preciosos de éxito que ahora mismo son mujeres de pleno derecho y que están viviendo como tú y como yo y haciendo su vida y nunca vas a saber que han estado ejerciendo la prostitución, porque eso forma parte de su pasado y ya está. 

Más allá del apoyo emocional, entiendo que también se ofrecen otro tipo de recursos económicos, residenciales, formativos... para poder salir. Porque al final dar el paso exige mucho más que la decisión, ¿no?

Es importante facilitar que las mujeres se puedan formar y optar a trabajos. Pero también tenemos ayudas de urgente necesidad y, dependiendo de la situación de cada mujer, a veces se apoya con alimentos, con el alquiler, con tramitación, con documentación, con el pago de viajes... Cada situación se valora de forma individual y se apoya en función de sus necesidades y de cual sea su proceso, y para eso contamos con ayudas.  

Luego también tenemos recursos residenciales. Estamos repartidas por toda la geografía nacional y, dependiendo de la situación de la mujer, se buscan soluciones residenciales si son necesarias. Si una mujer de Soria quisiera salir de la prostitución, quizá lo más recomendable sería que no se quedara en Soria, porque al final es muy pequeño y hablamos del estigma que genera que una persona haya ejercido la prostitución. Por eso hay recursos residenciales para que las mujeres puedan pasar un tiempo, recuperarse, iniciar el proceso de formación y preparación hasta que puedan ser autónomas. 

Cuando estalló la pandemia, quedaron de un día para otro sin ingresos. ¿Cómo ha afectado y cómo han llegado a ellas este tiempo? 

Fue una locura porque llegó la pandemia y se hundió el mundo en general, también en la prostitución. Es verdad que las mujeres no han dejado de ejercer la prostitución durante la pandemia, pero no ha sido al mismo nivel ni de la misma manera que antes. Y, aunque en algunos lugares han continuado ejerciendo, también es verdad que en otros las necesidades eran tan acuciantes que se tuvo que desplegar una línea de ayudas de urgente necesidad para facilitarles lo más básico, la alimentación, el transporte, el alquiler... Fue un despliegue económico inmenso para cubrir las necesidades. Y ahí también se abrieron unos pisos de mínima exigencia donde las mujeres podían ir a coste cero, para que no siguieran generando gastos, ya que si tú estás en un piso o en un club tienes que seguir pagando el alojamiento. 

¿La pandemia ha sido un punto de inflexión y este parón ha servido a algunas mujeres para reflexionar y decidir salir del mundo de la prostitución o, por el contrario, ha agravado el problema? 

Ha habido un poco de todo y algunas han decidido parar y reiniciar su vida, pero hay también mujeres que habían hecho un proceso de abandono y, a raíz de la pandemia, han perdido sus trabajos y han tenido que volver. 

También es verdad que a raíz de la pandemia la prostitución se ha reinventado de alguna manera y, si antes ya se ejercía algo en pisos, ahora se ha expandido mucho más. Y si antes se utilizaba el tema de las videollamadas, de las webcam... ahora mucho más. Se ha readaptado de alguna manera y ha habido de todo, algunas que han abandonado pero, también, algunas que han vuelto. 

El hecho de trasladar la prostitución a pisos y a la red, ¿lo  hace aún más vulnerable al ser aún menos visible?

Claro, a mayor invisibilidad, mayor dificultad de poder acceder a las mujeres y mayor vulnerabilidad para ellas porque normalmente es más difícil que así les llegue la información, sus derechos... 

La información es poder y, cuanta mayor información posean las mujeres, mayor capacidad de decisión y mayor poder de decidir van a tener. Si no les llega la información, si están en lugares donde no se pueden relacionar con nadie... es más difícil. 

Para quien no conozca Adoratrices,  ¿quiénes son y con qué equipo cuentan para desarrollar este proyecto?

Adoratrices es una entidad que se fundó en 1800 para atender esta realidad precisamente. La fundadora, María Micaela, se encontró con una mujer en un hospital que había contraído una enfermedad de transmisión sexual y, ante esto, pensó que tenía que hacer algo. 

Somos una entidad internacional y Betania Burgos está formado por un equipo multidisciplinar de diez personas donde hay abogadas, psicólogas, trabajadoras sociales, educadoras... para intentar cubrir todas las dimensiones de la persona. Ese equipo es el que asiste también en la provincia de Soria.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado que quiere avanzar en la ilegalización de la prostitución. ¿Confía en esta línea?

Yo llevo quince años trabajando en el programa y en este tiempo ha habido avances gigantes. ¿Podríamos avanzar más? Por supuesto que podríamos avanzar muchísimo más y yo confío en que esto evolucione, porque ya se ha avanzado mucho a nivel político, legislativo, social... pero confío en que se sigan dando pasos. 

Antes ni se hablaba de esto y yo creo que se va avanzando como sociedad y, algún día, llegaremos; aunque no sé cuando ni de qué manera. 

A nivel mundial se han planteado dos soluciones teóricas, la regulación (en Holanda o Alemania) y la intensificación de la ilegalización (Suecia, Noruega, Reino Unido). Desde su experiencia, ¿por dónde se debería de trabajar?

Se debería de trabajar siempre en favor de la mujer. Nosotras lo que tenemos claro es que la prostitución siempre hace daño. Lo hemos visto y las mujeres nos lo cuentan. Yo no conozco a ninguna mujer que, teniendo otras posibilidades de vida, elija la prostitución. ¿Es mejor abolir? ¿Es mejor regular para aquellas que quieran darse de alta y trabajar en esto? No sé qué es lo mejor, pero yo creo que la prostitución hace daño y lo mejor sería lo que las mujeres pudieran decidir en cada momento. No sé qué sería mejor porque en los países que han prohibido, alrededor se ha disparado;y en los que han regulado diciendo que así no había trata, los datos están ahí y también hay trata. Todo tiene sus pros y sus contras, pero sé que esto hace daño y las mujeres, por lo general, no lo quieren. 

Hablamos a nivel legal pero también a nivel social hay que dar pasos, ¿no? Porque hay prostitución porque hay hombres que lo demandan. 

Claro. Esto es la ley de la oferta y la demanda y hay que plantearse lo que está pasando con nuestros chicos, adolescentes, hombres... cuando estamos en un momento de libertad sexual y, aún así, acuden a la prostitución. ¿Qué está pasando? Se utiliza mucho el argumento de que los clientes de la prostitución son los que no ligan y demás, pero no es cierto, muchos clientes son hombres casados, jóvenes con educación sexual abierta... Hablan también de necesidad pero, si realmente fuera una necesidad, sería necesidad para todos y no todos acuden. Por eso hay que analizar qué nos está pasando como sociedad y hay que reflexionar, porque algo está claro que está pasando.