Los bolillos están de moda

Nuria Zaragoza
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La Asociación de Encajeras Leonor de la capital aglutina a un centenar de mujeres. Aseguran que esta labor está en «auge», pero quieren potenciarla más

Los bolillos están de moda - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Geles, Carmen, Julia, Ana, Angelines, Mari Carmen... nos ofrecen un peculiar concierto al chocar sus bolillos. En sus manos atesoran el sonido de la tradición, de la historia de nuestros pueblos, del arte de la costura más artesanal, de un pasado que ahora... busca su presente. Ellas son encajeras de bolillos y, con su afición, luchan por la supervivencia de una labor artesanal que amenazaba con desaparecer tras la invasión de la mecanización en la industria artesana. 

La asociación de Encajeras Leonor de Soria nació hace catorce años en la capital y, lo que empezó casi como «un capricho» de unas pocas mujeres que querían recuperar del olvido esta labor, se ha convertido en una afición «en auge» que aglutina solo en la capital a un centenar de socias, todas mujeres. Y a estas hay que sumar todas las que lo practican en la provincia, agrupadas por pueblos o comarcas. Sirva un dato para evidenciar el crecimiento:en el último encuentro se reunieron más de 400 encajeras en Soria.

«Ahora hacer bolillos está de moda porque es algo muy bonito, muy antiguo y, al mismo tiempo, muy moderno», defiende la presidenta de la asociación soriana, Mari Carmen Blasco, quien agradece el esfuerzo realizado en los últimos años por«potenciar» la recuperación de esta labor artesanal pero emplaza a seguir trabajando en la misma línea para que «venga más gente, y más jóvenes». Es el secreto para mantener viva esta labor artesana. Porque este ‘saber hacer’ tradicional no aparece en los libros «ni se da ya en el colegio, como antaño». Forma parte de la transmisión de conocimientos, de ese legado que debe pasar de generación en generación. 

Cada vez son más encajeras y, también, más jóvenes, apunta Blasco. «Tenemos gente a partir de los 40 años, hasta algunas socias de 80», especifica. El reto ahora está en llegar a esas generaciones más jóvenes y, también, a los hombres y niños que, de momento, se resisten en Soria. 

material. Para hacer bolillos la «pieza clave» es «el mundillo», una especie de cojín de gran tamaño acolchado que «antiguamente era de paja forrada con tela». Alfileres, hilo y  la plantilla con el dibujo integran el resto del equipo ‘técnico’, que completan -obviamente- los bolillos, una especie de palitos de madera donde se sujetan el hilo que va dando forma a la puntilla. 

Hacer encaje «no es difícil» pero es importante tener una «buena maestra» que te dé las nociones básicas. A partir de ahí, es cuestión de echarle gusto, sensibilidad, estética, «mucho amor» y, sobre todo, «paciencia y horas». Ese es el secreto, coinciden. 

De la docencia se encargan en Soria las profesoras, «Araceli, de Añavieja y Felisa, de Barcelona, que viene cada quince días», apunta la presidenta de las encajeras sorianas. Todos los lunes, martes y jueves tienen clase en La Presentación. Los miércoles es el día de las socias. El punto de encuentro es el local de la Cuadrilla del Rosel y San Blas, en la calle Santa María, y allí acuden «las seis de la junta directiva (que cambia cada dos años) y todas las que quieran venir». «Hablamos de cosas de la asociación, nos ayudamos unas a otras, avanzamos en las labores... y pasamos un buen rato», indica Blasco. El chocolate caliente se encarga de poner la nota dulce a esta reunión de ‘trabajo’. Además, a menudo organizan cursos, encuentros, invitaciones... que dan a conocer por WhatsApp y por carta a las socias. 

toque sanjuanero. Los primeros trabajos apenas son «pequeñas muestras de diez centímetros» elaboradas de forma sencilla, «con 20-30 bolillos», explica Mari Carmen. La experiencia va haciendo el resto y hay quien maneja hasta setecientos bolillos con una maestría que consigue convertir lo difícil en fácil. Flores de lis, berenjenas, jironas... salen de sus manos, y consiguen dar forma a abanicos, guantes, chales, manteles... Son piezas únicas que dan «mucha satisfacción» a quien las hace y que, en ocasiones, suponen un regalo muy especial. Es el caso de la labor en la que ahora se empeña Carmen, una de las más ‘novatas’ de la asociación. Prepara un abanico para una jurada, «una amiga especial» que lo lucirá en los desfiles de su Cuadrilla. Mercedes hace unos guantes de novia, y Ana prepara las puntillas para renovar el traje de piñorra que elaboró hace años... Para Geles era una «asignatura pendiente, para Ana María, una de las más veteranas, una afición que relaja, y para Julia, la mejor rehabilitación tras estar escayolada.