La increíble transformación de los ovillos de lana

SPC
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La técnica japonesa del 'amigurumi' permite todo un universo de creaciones para hacer regalos diferentes

La artesana de Amigurumi y Scrapbook Esmeralda Roldán nos muestra sus trabajos. - Foto: Nacho Valverde (Ical)

La segoviana Esmeralda Roldán Luquero descubrió por casualidad la técnica japonesa del ‘amigurumi’ y le enganchó por las múltiples opciones que tiene. Ahora pone su hobby al servicio de todo el que quiera hacer un regalo original y diferente, transformando ovillos de lana acrílica, que “les da un brillo muy especial”, en todo tipo de objetos, muñecos y animales, utilizando sus habilidosas manos, una aguja de ganchillo y patrones.

El amigurumi, cuya tradición es ‘peluche tejido’, forma parte de la tradición artesanal nipona y de su cultura de lo ‘kawaii’ (bonito, tierno, adorable). “Lo que haces básicamente es trabajar en espiral. Se parte de un punto de origen, que se llama un anillo mágico porque luego tiras de él y se queda cerrado y ahí vas metiendo los puntos para hacer la labor. Vas creciendo, vas disminuyendo y se van haciendo las formas”, detalla Esmeralda Roldán. No es exactamente lo mismo que el ganchillo tradicional de madres y abuelas, aquí se sigue un patrón.

Esmeralda lo descubrió por casualidad. Al lado del portal de su casa, hay una mercería y su dueña, ahora ya jubilada, le preguntó si sabía hacer ganchillo para poder ayudarle a sacar un muñeco con forma de mono, a través de una fotografía que le habían dejado una clienta. “Le dije que me lo dejara y empecé a investigar, a averiguar cómo se hacía. De un patrón empecé a sacar el que necesitaba y, bueno, para ser el primero no quedó mal del todo”, recuerda divertida.

Sus siguientes creaciones fueron diferentes modelos de cactus que “quedan muy graciosos” y con total garantía de supervivencia, bien colocados en sus macetas el tiempo que haga falta. Su introducción en la técnica ‘amigurumi’ fue hace tan solo dos años y medio. “Me gustó tanto que seguí haciendo más y más cosas”, resume. A través de internet, vídeos de Youtube, redes sociales como Instagram o Pinterest se pueden ver un increíble número de imágenes de las creaciones de amantes del ‘amigurumi’, según informa Ical.

El señor Pérez

Uno de los kits más originales que hace y vende Esmeralda Rincón tiene como protagonista al Ratoncito Pérez. Un reto que le lanzó Paloma, propietaria del establecimento Segopapel, donde Esmeralda vende sus piezas. “Le di bastantes vueltas a ver qué tipo de Ratoncito Pérez podía hacer, que no fuera ni muy pequeño ni muy grande”, explica, decantándose finalmente por un simpático ratoncillo de color blanco y con el pantalón de vivos colores con un bolsillo muy especial para guardar su botín, y del mismo color, una puerta y una escalera de madera.

“Está pensado para colocarlo en el rodapié de la pared, la puerta, la escalera, su felpudo de bienvenida y el señor Pérez esperando sentado a que se caiga el diente. Una vez guardado en su bolsillo, él se encargará de hacer su magia y lo cambiará por una moneda o el mensaje que quiera darle al propietario del diente”, resume. Además el señor Pérez, a su llegada a cada vivienda, entrega un pergamino atado con una cuerdecilla para ir dando vez fe de los dientes de leche que va perdiendo su nuevo amigo o amiga, la compensación que está dispuesto a dar por ellos, e incluso tiene un apartado de observaciones de higiene bucal.

Opciones sin límite

Esmeralda Roldán prefiere las lanas acrílicas para sus ‘amigurumis’ por el brillo característico que tiene. En su cesta de labor, lanas de colores, aguja de ganchillo con su forma ergonómica de silicona, con la graduación necesaria según los milímetros que se indique en la lana. Además, en la habitación de su casa dedicada a esta tarea, tiene el relleno para los muñecos, ojos de seguridad, con un sistema de cierre que hace que no se puedan arrancar por “muy habilidoso que sea el niño” y otros materiales y piezas metálicas.

Siguiendo los patrones de amigurumi se pueden hacer muchos artículos para bebes como: chupeteros, para llevar el chupete prendido de la ropa; sonajeros; sonajero más mordedor; divertidas para para colgar en los cochecitos y sillas de paseo; todo tipo de calzado como zapatillas deportivas, tipo ‘converse’ o sandalias, y todo el universo de animales, por ejemplo pingüinos, unicornios, dinosaurios, monos, ovejas, dinosaurios o gatos.

Con un poco de destreza y habilidad, gracias a esta técnica japonesa de ganchillo, se pueden hacer decenas de opciones: llaveros; estuches; neceseres; marcapáginas, cuyo truco está en los ojos y el gesto simpático de los animales como si estuvieran soportando el gran peso de libro, con “la lengua fuera”; fundas para teléfonos móviles; muñecos con forma de animales de mayor tamaño con una abertura para guardar el pijama; los personajes favoritos de los más pequeños (las princesas Disney, Hello Kitty, los Angry Birds, Pocoyó, …).

Primera Comunión

Esmeralda Roldán resalta que hay dos épocas de mucho ajetreo los meses previos a la Navidad y para las Primeras Comuniones. Con antelación, investiga y busca cosas nuevas para llevarlas a la tienda de Segopapel. En su mesa de trabajo, tiene ya varios modelos de muñecas y muñecos, vestidos de Primera Comunión, con todos los detalles personalizados según sea el traje, el peinado y los complementos. “Poner el pelo a los muñecos quizás sea lo más complicado pero luego tiene un gran resultado”, resume.

Esmeralda pone su hobby al servicio de las personas que quieran sorprender a un ser querido con un regalo diferente y personalizado. “Me gusta mucho hacerlo y me relaja mucho también”, si algo no tiene claro cómo hacerlo se pone manos a la obra hasta que saca el patrón sus ‘amigurumis’. Fue su madre la que le enseñó a hacer ganchillo, no hizo demasiados de pequeña porque hacer tapetes “no me llamaba la atención”. Unos conocimientos básicos que, años después, le han servido para esta nueva técnica.

Recuerda a su madre siempre con la labor, “la veías siempre con el ganchillo más que con el punto”, además su padre también era muy habilidoso para tallar la madera para hacer las cabezas de los bastones. “Tenía muy buena manos. Estuvo con taller de cerámica de Zuloaga y luego, cuando se machó a Argentina, mi padre quiso quedarse en Segovia y formó una familia”, recuerda Esmeralda Roldán.

Una inquietud por las manualidades que tiene otro apartado, la papelería creativa, con la que lleva entre cinco y seis años, en la que también apuesta por formatos diferentes como cajas de regalo, de diferentes tamaños, que al abrirlas descubren un interior sorprendente. También realiza álbumes para niños y niñas de Primera Comunión y tarjetas.