Conservar objetos de las generaciones pasadas

Miriam Arlegui
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El Museo Numantino cumplirá 100 años de su apertura al público, el próximo miércoles 18 de septiembre, inserto en un presente de realidad compleja

Conservar objetos de las generaciones pasadas

Cien años. Situados en las coordenadas de la racionalidad occidental, invitan y obligan a una reflexión que desde el conocimiento de historia intrínseca del Museo Numantino se asiente en el presente y sugiera el futuro hacia el que obligadamente debe llegar en un viaje sin final. 

Los museos son una consecución social, consensuada, para conservar los objetos y la información que contienen, profunda y numerosa, de las sociedades  y culturas que nos precedieron en este territorio. Ahora, una nueva civilización que se mueve en las redes informáticas y vive una realidad irreal, intangible, en la web, que conoce y utiliza estas herramientas de información y comunicación, ha generado un presente, que denominare líquido, en donde las coordenadas de tiempo y espacio han variado radicalmente.

Un presente líquido porque en la  cualidad de este tiempo y la rapidez de su flujo resulta ser inaprehensible como el agua. Los cambios son veloces, la modernidad se hace radical y se multiplica. El proceso globalizador del malestar es una transformación esencial del modelo cultural.

Las tensiones sobre la cultura, cuyo concepto se expandió hasta ser también inaprehensible, dilatan las formas de la cultura haciendo predominar la representación sobre la historia misma, su coste y precio sobre su valor social irrenunciable, el economicismo sobre la esencia de los valores de la cultura, la apropiación y trasformación de los significados de la memoria desde interpretaciones, individuales y políticas, que lo sustraen de su legítimo valor social colectivo.

Una nueva civilización convive con la civilización nacida de la Ilustración señalando una brecha generacional profunda en la percepción y el acceso a la cultura  que ahora es multifocal y por el modo veloz de acceso en los caminos de  la web, se hace superficial.

La realidad aumentada que circula por la red, se enfrenta, inmaterial,  a los objetos físicos, únicos del pasado que el Museo contiene. La cultura digital sustituye los valores de la información por un relativismo impreciso.

Esta nueva civilización requiere otros modos de comunicación, otras formas de experiencia, causadas por la compleja transformación antropológica que las generaciones nativas de internet ya viven.

El Museo permanece por acuerdo social para conservar los objetos de las generaciones pasadas y la información que contienen para las generaciones del futuro en el mismo estado en que llegaron a nosotros.

Su cadencia de tiempo es otra: un espacio de silencio e introspección en donde mirar al espejo del pasado que nos devuelva la pregunta de futuros posibles. Un recorrido lento y contemplativo de los lenguajes expresivos del arte de las culturas que nos precedieron en este territorio. Una complejidad de memorias sumadas en  que nos reconocemos como una construcción simbólica y reflexiva.

Vivimos entre dos realidades. Esta es la provocación del presente y la vocación del futuro.