Cosa mal guardada, de ladrones es bien robada

Mitxel Girón
-

El Beato de El Burgo de Osma se considera un tesoro y está bien conservado.Erik 'El Belga' declaró que la despoblación de Soria facilitaba mucho los robos

Casa mal guardada, de ladrones es bien robada

Después de escribir el artículo sobre el saqueo de San Baudelio de Berlanga me puse a investigar. Me vestí con una larga gabardina color beige, unas grandes y oscuras gafas de sol, un sombrero de ala ancha y salí a la calle. Escondiéndome por las esquinas, rastreando entre los soportales, buscando huellas con mi lupa. Nadie debía descubrir mi identidad ni mis propósitos. Pasé mucho tiempo descifrando manuscritos, escuchando grabaciones e interrogando a diversos testigos. Fue un trabajo muy duro, pero todo trabajo duro tiene su recompensa. Et voilà! descubrí varios robos de arte en la provincia de Soria. ¡Bien hecho, detective Mitx!

Nah, en realidad lo que he hecho ha sido buscar en Google y leer varios artículos sobre el tema. Es la parte menos excitante de un trabajo de investigación, pero por lo menos te permite estar en casa calentito mientras usas el ordenador.

Los jóvenes no habréis oído hablar de Erik ‘El Belga’. Yo apenas lo conocía, en la carrera no me hablaron de él (o quizás ese día no fui a clase). Resulta que este señor fue (murió en 2020) el mayor ladrón de obras de arte de Europa. Se dice que llegó a robar más de 6.000 obras, muchas de ellas en Castilla y León. Sus fechorías comenzaron a mediados de los años 60 del pasado siglo XX. Su modus operandi solía consistir en contratar a bandas locales para encomendarles los robos y así salir airoso. Desvalijó muchas catedrales, iglesias, monasterios e incluso museos. Solía dejar una botella de champán con dos copas en el lugar del robo, a modo de firma. Todo un personaje digno de película.

¿Y por qué os cuento todo esto? Resulta que en la catedral del Burgo de Osma hay un Beato maravilloso. Un Beato es un códice, un libro medieval, manuscrito e iluminado (es decir, con texto e ilustraciones) que contiene el Apocalípsis de San Juan y los comentarios sobre éste. El primero de ellos es el Beato de Liébana, realizado en el siglo VIII. A partir de ahí, se fueron realizando distintas copias en los monasterios, ya que los monjes eran de los pocos que sabían leer y escribir. Realizados a mano (recordad que el señor Gutenberg no inventaría la imprenta hasta el siglo XV), con una minuciosidad y delicadeza extrema, han llegado poco más de 25 ejemplares a nuestros días.

El Beato del Burgo de Osma es uno de los más importantes. Es el primer Beato románico hispano conocido (se fecha en el año 1086), cuenta con 72 miniaturas, sobre las que destaca un primitivo mapamundi. Además está en buen estado de conservación. Os podéis imaginar el valor que tiene este códice. Es todo un tesoro.

Pues resulta que un día de invierno de 1974 apareció un señor italiano por el Burgo de Osma que estaba muy interesado en conocer la catedral. El sacerdote le enseñó, de muy buena fe, las mejores piezas que conserva la catedral: los capiteles románicos, el claustro gótico, la sala capitular y su sarcófago, la sacristía, el retablo y el mayor tesoro de todos, un códice iluminado de 1086. 

Tras la visita, el sacerdote invitó al italiano a tomar unas pastas y un poco de vino. Se despidieron y el italiano se acercó a la taberna a seguir bebiendo. Tanto bebería que le acabó contando a un hombre que andaba por ahí que esa misma noche iba a robar en la catedral. Con tanta mala fortuna (buena fortuna para nosotros, claro), que ese hombre que estaba soportando la charla del italiano ebrio era un Guardia Civil de paisano, el cual no dudó en alertar a sus superiores.

Detuvieron al italiano y esperaron dentro de la catedral a que llegasen sus compinches. Tras una persecución, consiguieron atraparles. Entre ellos estaba Erik el Belga, que era el cabecilla del golpe.

Como en todas las buenas historias, hay otra versión de los hechos. Cuentan que el señor italiano le debía a Erik ‘El Belga’ 22 millones de pesetas (lo que hoy serían algo más de 130.000 euros). Como pago de esta cantidad, el italiano robaría y entregaría a Erik el Beato de El Burgo de Osma, pero parece ser que cambió de parecer y prefirió delatarle.

Erik estuvo seis meses en la cárcel de Soria. Tras salir, siguió con sus golpes y volvieron a pillarlo en Bélgica. Consiguió fugarse de la cárcel y volvió a España. Se entregó a las autoridades, pasó tres años en la cárcel de Barcelona y llegó a un acuerdo para obtener la libertad condicional. Devolvería muchas de las piezas robadas y comenzaría a colaborar con la policía para desmantelar redes de venta ilegal de arte y descubrir falsificaciones.

El mayor ladrón de arte del siglo XX declaró que «la despoblación de la provincia de Soria facilitaba mucho las cosas para los robos de este tipo. Hay un excaso cuidado con los bienes culturales». En sus tiempos como ladrón, además de robar, compraba muchas piezas al clero. Al haber muchos lugares abandonados, la gente traficaba con las obras de arte de los pueblos.

Pero los robos no terminaron con la detención y redención de Erik ‘El Belga’. Cada año se producen más de 200 robos de patrimonio artístico en España, de los cuales solo se recupera una pequeña cantidad. La mayoría se producen en domicilios de coleccionistas particulares e iglesias.

Y sin irnos muy lejos, en 2018 la ermita de La Mercadera, en Rioseco de Soria, fue brutalmente asaltada. No era la primera vez que esto ocurría en dicha ermita, la cual estaba en estado de abandono desde hace tiempo, pero en esta ocasión fue algo salvaje. Los ladrones arrancaron, literalmente, el pórtico románico del siglo XI. Usaron maquinaria profesional y lo hicieron en dos noches consecutivas. También se llevaron la cruz de la espadaña y algunos dinteles. Una autentica escabechina.

Días más tarde, muy cerquita de la anterior, fue saqueada la ermita de  San Lorenzo en Boós. Se llevaron dos capiteles del siglo XII con sus respectivas columnas. El templo estaba en ruinas desde hace treinta años.

¿Os acordáis de León Levi, el marchante que consiguió arrancar las pinturas de San Baudelio de Berlanga y llevárselas al extranjero? Pues resulta que sus andanzas no terminaron ahí. Es más, antes de arrasar con la capilla sixtina del románico español, León Levi se interesó por unos frescos de la iglesia vieja de San Esteban de Gormaz. Era un templo románico del siglo XI, en mal estado de conservación. El ayuntamiento pretendía desmantelarlo para urbanizar la plaza y construir en ella, a petición de la Iglesia, un campanario con reloj. Las piedras del desescombro serían repartidas entre los habitantes del pueblo.

León Levi llegó a un acuerdo con el encargado del derribo para poder llevarse las pinturas antes de que demoliesen el edificio. La versión oficial es que estas pinturas se destruyeron al intentar desprenderlas del muro. Vale, es posible, digamos que me lo creo. El strappo es una técnica compleja que si se hace mal puede que no funcione (es la técnica de arrancar una pintura de la pared).

Poco después se interceptó un tren que salió de Gormaz con destino a Cataluña cargado con diecinueve toneladas de piedra. Bloquearon este cargamento y se identificaron algunas piezas de la vieja iglesia, como la portada, una ventana y varios canecillos. Pero también había otras piezas que no pertenecían a dicha iglesia y cuya procedencia se desconoce.

Total, que un par de años más tarde, ya en 1925, la Dirección General de Bellas Artes dictaminó que toda la operación se había llevado dentro de la legalidad. A partir de ahí no se vuelve a saber nada del tema, salvo algunas sospechas de historiadores tan nuestros como Gaya Nuño.

En noviembre de 2020, casi cien años después, aparece en un portal de venta inmobiliaria un anuncio muy llamativo. Se pone a la venta una casa histórica, de piedra noble, en una de las zonas más prestigiosas de Cataluña. Su precio es bastante asequible, algo más de dos millones de euros. Qué pena que me haya gastado mi presupuesto mensual para caprichos en las rebajas. En fin, me quedo sin poder vivir en una lujosa casa-iglesia medio robada. Eso sí, la chaqueta vaquera que me he comprado me queda como un guante.

Los vecinos de San Esteban de Gormaz rápidamente identificaron las piedras de su expoliada iglesia incorporadas en los muros de este chalet gerundense. Esto ha causado bastante revuelo en las redes sociales y se ha pedido que estos sillares vuelvan a Soria, de donde nunca debieron salir. Ójala se consiga.

Quede claro que con esto no quiero alentar al robo, ni mucho menos. Mi intención es concienciar y difundir que debemos cuidar nuestro patrimonio para que este tipo de robos y saqueos no se vuelvan a producir. Porque si dejamos caer las piedras de nuestras iglesias románicas, si los dueños particulares, la Iglesia o las autoridades competentes no mueven ni  un solo dedo por estos templos, es cuestión de tiempo que terminen viniéndose abajo, sufriendo absurdas pintadas en sus paredes o sufriendo hurtos. Esas piedras son nuestra historia, son lo que somos. Así que, ladrones de tres al cuarto, no olvidéis que si robáis nuestra historia, nos estáis robando a todos nosotros.