Un apoyo experto y discreto

Ana Pilar Latorre
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El Punto Joven de Salud imparte talleres y ofrece apoyo en temas como relaciones, sexualidad, drogas, trastornos alimentarios...

Un apoyo experto y discreto - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Suena el timbre en el instituto Politécnico, son las nueve de la mañana y las educadoras sociales Ana Sanz Caamaño y Cristina García Pascual, del Punto Joven de Salud, se dirigen a la clase de primero de la ESO para ofrecer una charla sobre bullying, algo que ha sufrido el 15% de los estudiantes, según un informe de la Unesco. Las causas pueden ser la apariencia física, la causa más común de intimidación, la raza, la nacionalidad, el color de la piel, el status social...

En el centro, algunos chavales ya las conocen y las saludan por el pasillo, son cercanas e inspiran confianza, además de que a ellas les entusiasma poder llegar a los jóvenes y poder ayudarles en determinadas problemáticas del día a día, como trastornos alimenticios y conductas nocivas, el mal uso de las nuevas tecnologías, la violencia de género, el acoso... Es la segunda sesión del taller de acoso escolar y repasan lo que se dijo en la primera: cómo aprender a identificarlo (cuando hay alguien que sufre), cómo afecta, que el problema más grave es el suicidio, que los acosadores humillan para sentirse mejor (más importante, fuerte, listo, habilidoso...)... «¿Quién no lo ha hecho nunca?», preguntan a los alumnos ante la atenta mirada de su tutora. De esta manera, introducen la dinámica de las pegatinas: a unos les toca llevar etiquetas en la frente (ladrón, friki, pobre, rico, mentiroso, reírse de él, darle un abrazo...) y otros serán los observadores, todo ello para analizar reacciones. Los ‘etiquetados’ salen al centro y los demás reaccionan según la palabra que lleve escrita. Salen a la vez temas como el rechazo a la violencia, las muestras de cariño más apropiadas que las collejas, las amistades interesadas, que se ponen etiquetas y se juzga sin conocer a las personas, que se acusa sin saber si algo es cierto, la empatía...

La idea principal es que aprendan que el observador también puede parar el acoso, ya que en muchas ocasiones son ellos son los que contribuyen a que continúe. «Son los que tienen que decir hasta aquí, me planto, ya no me río más... Hacen sentirse mal a la víctima y bien al agresor, por lo que son partícipes. No culpables, pero sí cómplices porque no permiten que se acabe», insisten las educadoras sociales. El taller termina haciendo referencia a la canción de El Langui Se buscan valientes, «los que tienen que romper el silencio establecido y apoyar al débil, al que no tiene las de ganar». Ana y Cristina esperan haber llegado a los chicos y que el taller les marque el camino. En el centro educativo, cada tutor continuará trabajando en ello.

de eso a bachillerato. Pero el Punto Joven de Salud abarca mucho más que talleres en los centros educativos a alumnos desde primero de la ESO a segundo de Bachillerato; ya que se ofrecen tutorías personalizadas y confidenciales y atención por correo electrónico y Messenger (mensajería de Facebook) de forma anónima. Iván Calle, trabajador social y uno de los responsables de la empresa que gestiona el Espacio Joven La Clave, del que depende el Punto Joven de Salud, subraya que éste fue el primero que se puso en marcha en España impulsado por la Concejalía de Juventud y el Colegio de Psicólogos. Cuando el centro joven consiguió el reconocimiento como tal, en 2013, pasó a gestionarse por la concejalía y el propio espacio. El equipo de atención lo conforman el propio Iván Calle y las dos educadoras.

Para él, el Punto Joven de Salud  «es la primera ventana a la que un chico o una chica pueden acudir si tienen un problema, ya sea de acoso, sexual, de trastornos alimenticios o relacionado con la droga. Siempre tienen que saber que su consulta es confidencial, ya que el mayor miedo que tienen es que se enteren sus padres o sus profesores. Se lo cuentan a amigos o buscan en internet, pero ahí no se solucionan sus problemas».  En el punto se han recibido consultas de casos muy variados, desde embarazos no deseados y temas sobre sexualidad a bullying y problemas de amistades, por ejemplo. 

Los tres coinciden en que los tres tipos de atención e intervención son complementarios, ya que en los institutos y colegios hay una primera toma de contacto y después pueden consultar más personalmente un problema o incluso a través de internet. Sobre los talleres, todos hacen una valoración positiva porque sienten que llegan a los alumnos y que, de esta manera, les pueden ayudar a enfrentarse a situaciones y problemas del día a día. Destacan que en cada clase se sacan unas conclusiones distintas, adaptadas a cada grupo. Además, en muchos casos, cuando los chicos se abren, surgen temas para programar en el siguiente curso. Lo que sí que han notado es que hay cierto cansancio, sobre todo en los chicos, respecto al tema de la violencia de género y que se muestran «muy a la defensiva». Iván Calle cree que el mundo ha cambiado en los últimos años, que ahora entre los jóvenes «hay mucho individualismo y las relaciones son digitales y deshumanizadas. Muchos son amigos en Facebook y después no quedan para ir al Collado». El Punto Joven de Salud ofrece apoyo «externo» en lo que considera el paso más difícil, que es «pedir ayuda cuando no sabes donde acudir».