Silvia Garrote

JALÓN POR LA VEGA

Silvia Garrote

Periodista


Empezar por creer

13/06/2021

No corren buenos tiempos para la igualdad. Creo que nunca son buenos, y eso que trato de ser optimista, pero la realidad me pone en mi sitio constantemente. En las últimas semanas estamos viviendo una escalada intolerable de casos de asesinatos machistas, nueve en apenas un mes, un repunte que deja un rastro de dolor y muerte insoportable. Los expertos ven en el fin de las restricciones una posible causa de este aumento, al sentir los agresores que pierden el control sobre sus víctimas. Como no soy experta, no me pronuncio, pero si está tan claro, también debería estarlo que hay que tomar medidas urgentes ante esta circunstancia inaudita. Es difícil imaginar qué calvario habrán pasado muchas mujeres durante el confinamiento… Y como tenebroso telón de fondo, el horrible caso del padre canario que se ha llevado a sus dos hijas sin que por el momento se sepa si siguen vivas o no. El horror que no cesa del peor y más recalcitrante machismo. Y tengo la sensación de que algunos jóvenes también están cayendo en sus garras y no dejo de pensar en que estamos fallando como sociedad cuando, en vez de avanzar, estamos retrocediendo. Me vienen a la memoria las imágenes terribles y recientes de un grupo de jóvenes en el metro de Dublín, atacando sin más motivo a todas las mujeres que encontraban a su paso, solo por ser mujeres, sin mediar palabra, sin que las conocieran de nada, golpes y patadas gratuitas; incluso una de ellas cayó a las vías. Es un eslabón más de las agresiones que las mujeres sufren a diario en todo el mundo, con mayor o menor frecuencia, con mayor o menor violencia. 
Y también pienso, cómo no, en el mediático caso de Rocío Carrasco, desgarrador testimonio de violencia machista continuada con el uso de los propios hijos como munición. No voy a decirles que me encanta la manera en la que se ha hecho público este caso, pero sí que ha servido para abrir ojos y conciencias. 
En este punto, volver a la educación como raíz y solución del problema de la falta de igualdad es inevitable. Pero no es un asunto de la agenda política, al menos, no tanto como otros mucho más importantes, como el de volver a implantar la ley educativa del Gobierno de turno o si los niños y niñas tienen que escuchar el himno nacional en actos especiales. El problema real y terrible es que las niñas asumen estereotipos de género, como demuestra el estudio de las universidades de Princeton, Nueva York e Illinois publicado en Science, al concluir que ya piensan desde los seis años que son menos talentosas que los niños. Los pequeños y pequeñas participantes en el estudio creían que la genialidad o la inteligencia es más común entre los hombres. Si las niñas con apenas cinco años se ven menos inteligentes, asumen ese rol que afectará a su futuro académico.  Y comienza así una cadena que imposibilita la igualdad real. También ocurre con determinados campos laborales, tradicionalmente ocupados por hombres, como los trabajos forestales o la incorporación al mundo agrario. Son sectores en los que se necesita el desembarco de jóvenes, y más aún en esta provincia y, sin embargo, las mujeres no ven una oportunidad laboral en ellos. 
Se necesitan ejemplos, casos de mujeres reales que puedan transmitir su experiencia, que puedan demostrar a las jóvenes que pueden llegar donde quieran, que tienen derecho a hacerlo y que la igualdad efectiva empieza por creérsela.