La covid-19, un reto logístico para las bodegas

Ical
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La dureza de la vendimia manual se ve este año acrecentada por las medidas de seguridad requeridas por la pandemia, lo que ha multiplicado también el trabajo de las empresas

Labores de vendimia en una parcela de la Bodega José Pariente, en la Denominación de Origen Rueda. - Foto: Miriam Chacón (Ical)

Ocho de la mañana de un día de septiembre. Empieza la vendimia para un grupo de temporeros que durante las próximas jornadas recogerán la uva de las viñas en las bodegas José Pariente, en la localidad de La Seca (Valladolid). Las condiciones climatológicas de ayer hacían prever una jornada algo más llevadera gracias a la bajada de las temperaturas. Sin embargo, el trabajo sigue siendo duro y la obligación de llevar mascarilla para evitar a covid no ayuda.

Es la principal queja que traslada una cuadrilla que desde primera hora recogía la uva de las cepas en una parcela ubicada entre La Seca y Rueda. Lazet es búlgara y se encuentra trabajando en las viñas con su marido Jorge. Ya había vendimiado hace unos años pero hasta ahora trabajaba en una casa limpiando y cuidando niños. «Por el virus, la señora no quiere porque tiene miedo», lo que le ha llevado nuevamente al campo. Lamenta el uso de la mascarilla aunque reconoce que «no se puede hacer otra cosa».

En esta misma cuadrilla está también Francisco, de origen rumano pero ya con experiencia. Lamenta tener que llevar la mascarilla porque «no puedes respirar o hablar mucho» aunque acata la ley a pesar de que considera que no es posible contagiarse en un espacio abierto, algo que ratifica uno de sus compañeros, Mustafá, llegado desde Marruecos.

Otra novedad, que también lamentan, es tener que rodear toda la cepa para la recogida, lo que hasta este año hacían dos personas, cada una por un lineo, pero así se ha determinado para favorecer una mayor distancia entre los miembros de las cuadrillas.

La gran mayoría de trabajadores, aunque proceden de países como Marruecos, Rumanía o Bulgaria, residen habitualmente en la zona, y cada día es frecuente ver en los viñedos varios coches aparcados en los que se desplazan algunos de forma privada.

El típico almuerzo entre todos los vendimiadores para evadirse durante un rato del duro trabajo también resulta imposible este año. «Daba un poco de vidilla parar todos juntos, pero se ha suspendido» de forma que ahora «van de dos en dos y uno en cada punta para que no haya esa soledad», asevera a Ical la directora técnica de Bodegas José Pariente, Martina Prieto.

Estos días la bodega de la DO Rueda está inmersa de lleno en la vendimia, tanto la mecánica, que se desarrolla por las noches y que supone alrededor del 65 por ciento del volumen de la bodega, como de la manual, que comenzó hace unos días y que se prevé, si el tiempo lo permite, que se prolongue durante los próximos diez días.

Aunque siempre han cuidado mucho las medidas de seguridad, este año ha supuesto «un desafío logístico» tanto en bodega como en el campo, al tener que «modificar los procesos» para garantizar la seguridad, según Ignacio Prieto Pariente, gerente de la bodega, quien explica que se evita interactuar entre las zonas de elaboración y campo y la zona de negocio para así evitar «cualquier tipo de riesgo».

Ambiente diferente.

Antes del inicio de la vendimia, la bodega hizo pruebas PCR a todos sus trabajadores «para evitar algún problema» y todos ellos fueron negativos. Para evitar posibles contagios, se hacen dos turnos de trabajo en bodega, de forma que los trabajadores no se relacionan entre ellos «solo en el cambio de turno y con las medidas pertinentes», además de que en el resto de áreas se dividen las funciones para que no haya acumulación de gente, según informa Ical.

Martina Prieto Pariente estima que se trata de un incremento de trabajo «en un porcentaje alto» que en los primeros días pasa más desapercibido pero que después de 15 o 20 días «se empieza a notar el cansancio de las medidas sanitarias» aunque «no se puede hacer otra cosa». La situación este año es la que es, requiere de un mayor esfuerzo pero lo que se espera es que, al final, y como se espera, el esfuerzo vea sus frutos.