En una noche estrellada,
tranquila al despertar la mañana,
cuando las chicharras cantaban,
quiero, pienso, escribir unos versos.
A la mujer, muchas veces odiada,
Sí, sí, odiada, y muchas veces maltratada,
en esa cadena de hierro,
que aunque breve tanto pesa,
tú mujer, desde tu niñez,
tanta alegría dabas.
Alegrías, sentimientos, en ti estaban,
envidias en este mundo desgarrado,
el hombre en sus intentos callaba.
Tú, niña, juventud, alegría portabas,
el reflejo de tu juventud encantada.
Tú luchabas, luchas, hasta el infinito,
entre expolios desgarrados,
en esta sociedad infame.
Tú con hijos y huérfanos,
madre, viuda desgarrada.
Tener que vencer al mundo,
entre odio y a veces muchas lágrimas
la esclavitud
que esta sociedad te daba
el hombre solo quiere placer,
el amor con amor se paga,
nunca con sangre derramada.
Tu niñez, joven y mujer pasada,
tú levanta la voz, sí, y habla,
que tu voz se oiga y no calla.
La igualdad en este mundo extraño,
nunca más quedará desterrada,
que tu sangre por los suelos derramada
la última palabra siempre diga
madre mía te llevo en el alma.
Que siempre los rayos de luz
en el interior estarán.
GALDOIL