Pieza enigmática y excepcional

EDS
-

El pintor de la pieza de Numancia trasladó una narración llena de metáforas

Pieza enigmática y excepcional

El toro es un elemento perturbador en nuestra sociedad actual y también lo fue en sociedades pasadas, si bien en la antigüedad lo era por motivos muy diferentes y fue asociado a divinidades y a conceptos de prosperidad y fertilidad. La fuerza del animal salvaje, no domesticado, y sus asociaciones antropológicas en las diversas culturas nos dirigen hacia un mundo simbólico de abstracciones. Tal ha sido su poder de atracción, que esta figura ha formado parte de narraciones míticas en muy diferentes religiones de diversas áreas geográficas a lo largo de milenios.

En las representaciones de toros en el interior peninsular se ha discutido acerca de un origen de raíz indoeuropea y su significado, al igual que aún se estudia el significado de otros animales también presentes en la cerámica celtiberica, como determinados pájaros, peces o caballos.

En ocasiones los animales se pintaron en copas, platos, jarras... con una intención decorativa. En otras aluden a narraciones míticas, identificaciones familiares, un afán de protección que hoy creeríamos que es supersticiosa. Al carecer de narraciones escritas, la aproximación al sigificado de las representaciones animales en la cerámica celtibérica, numantina en este caso, se realiza a través de estudios comparativos con culturas vecinas, sincrónicas e incluso diacrónicas; del estudio de  su relación con otros elementos incluidos en la decoración; la  frecuencia con que se dibujó; y también la observación de los rasgos y el estilo pictórico.

Este recipiente cerámico de almacenaje tiene un carácter monumental dentro de la producción numantina debido a su gran tamaño y a la calidad técnica de su factura: la elección de la arcilla, su modelado en el torno, la calidad artística y narrativa de su pintura y el horneado. Se realizó en dos partes que se unieron cuando alcanzaron un estado de cuero, es decir, cuando habían perdido un cierto grado de humedad. Tras unirse, se espatuló la unión para que no fuera visible y las dos partes quedaran solidamente unidas. Tras ello, se dibujó sobre ella utilizando pigmento mineral de hierro que en la cocción se convertiría en color negro. De este modo, sobre el rojo de la cerámica destacará el negro.

La interpretación, el significado último, lo desconocemos; sin embargo, la propia descripción de la decoración nos  permite una aproximación a una mitología compleja y una admiración sobre una cultura que legó obras de arte de primer orden. 

Esta cerámica es la única de todo el conjunto numantino que contiene, no una escena, sino dos consecuentes, lo que la convierte en una narración. En la primera, un toro quieto en el que son claramente reconocibles las firmes patas, sus fuertes pezuñas, tiene dibujados en sus cuartos delanteros y traseros un elemento cruciforme qe acentúa la quietud y el peso del toro. Bajo él, entre sus patas, se dibujó un pez del que vemos, en perspectiva intencionalmente incorrecta, los dos ojos y la boca abierta: parecería que quiere devorar al toro o que se protege de él. Porque el toro tiene tiembién la boca abierta en el gesto de querer devorar al pez. Líneas onduladas bajo esta escena podrían sugerir un entorno de orilla de laguna.

Un elemento geométrico de trazado triangular, con círculos en sus vertices, une esta escena con la siguiente. En ella, el ritmo no es pausado, quieto: podemos percibir un movimiento casi convulso. El pez ha desaparecido y el toro corre: en sus cuartos delanteros y traseros hay aspas levógiras con que se dibujó magistralmente el movimiento; en lugar de las patas, en su centro fértil, aparece una rueda. La cola del toro no cae pesada tras él, como en el primer toro; ahora corre sobre su lomo y su extremo tiene cabeza de animal. Esta representación de  animales híbridos, animales con dos cabezas, no es infrecuente en la cerámica numantina. Podríamos interpretar que el toro devoró al pez y que ese hecho provocó la convulsa y potente transformación del toro. Es el pez la causa.

El toro mira al espectador con ojos muy expresivos, provocadores. Dentro de él hay un trisquel dibujado, símbolo lunar que tal vez pretenda situar la escena en la noche.

Esta cerámica pudo contener vino o cerveza. Su calidad nos indica que probablemente fuera hecha por encargo y que su propietario eligiera el tema que quería que se representara. Debió situarse en un lugar central para poder verse en todo su perimetro. Pero hay algo realmente extraordinario: el pintor, dotado sin duda de genialidad artística, tradujo a dibujo un mito de transformacion, de origen, de vida o de tránsito, que se narraría  oralmente en determinadas circunstancias y se conservaría como memoria del pueblo celtibérico numantino de generación en generación. 

El pintor supo trasladar una narración llena de metáforas y símbolos que quedaron dibujados. Cualquier numantino reconocería con facilidad lo dibujado. Nosotros, sin poder alcanzar su significado final, podemos sentir la admiración por una obra de arte excepcional. Esta pieza, por su gran importancia cultural, es una de las más investigadas. Su contemplación provoca todas las sensaciones que el arte puede ofrecernos. A la vez el enigma de su significado provoca una incertidumbre a nuestro pensamiento y el vértigo del tiempo.