Primero ganar, luego hablamos

Diego Izco
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El Real Madrid va a conquistar la Liga sin que muchos sepan cómo... pero ellos sí: siempre encuentran el camino hacia la victoria, por muy retorcido que sea. El Barça, por su parte, descubre tarde a Griezmann

Primero ganar, luego hablamos - Foto: Humberto Bilbao / AFP7 / Europa

Cuando el Real Madrid ganó la 13ª Copa de Europa, muchos recordaron un proceso increíble: en octavos (PSG), lesiones clave en jugadores galos, goles de rebote o en fuera de juego; en cuartos, el famoso ‘penaltito’ de Benatia a Lucas en el 93; en semifinales, dos penaltis que se le van al limbo al Bayern y los errores groseros de Ulreich (porque Neuer, sí, estaba lesionado); y en la final, el ‘show’ de Karius con el Liverpool. El Real Madrid, si pudiésemos ponerle rostro y cuerpo, se encogería de hombros y, con media sonrisa, señalaría el trofeo: «Ya. Pero esto es mío».

Ganar es la genética blanca: ni estilo, ni homogeneidad ni nada que se le parezca. Ahora es Zidane, antes ‘Mou’, Ancelotti... tipos que nada tienen que ver entre sí. Pero el equipo siempre encuentra el camino hacia el triunfo: ahora le dicen que, tras el confinamiento, le hizo un gol ilegal al Eibar, le robaron uno al Valencia y otro a la Real Sociedad, una falta decisiva no pitada ante el Mallorca y un pisotón sin castigo de Ramos a Raúl García (cuando en el otro área se había señalado penalti por pisotón). El Madrid se encogerá de hombros con media sonrisa. En el palmarés no figuran anotaciones a pie de página: «Título ganado con polémica» o «Conquistado con una suerte inmensa». Eso sí, el nombre del campeón es lo que queda para siempre. Y en esas listas pone muchas veces Real Madrid...

 
¡Anda, Griezmann!

El leñador acudía a la tienda de motosierras a comprarse la mejor del mercado:una que podía con 25 árboles gruesos por hora, según el vendedor. Llegaba indignado (y con la motosierra destrozada)al día siguiente:«Me dijiste 25 por hora... y fueron 12 en todo el día». Cuando el dependiente tira del interruptor para comprobar su funcionamiento, el leñador se sorprende:«¡Anda! ¿Y ese ruido?». De repente, Setién ha descubierto en la jornada 34ª que Griezmann es un futbolista descomunal: bastaba con ‘encenderlo’, o sea, no escorarlo a la banda izquierda. Demasiado tarde, sin duda, pero al menos tuvo ese partido para recordarse a sí mismo que sigue siendo un jugador extraordinario.