Rubalcaba, un inmenso político

Pilar Cernuda
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España le debe mucho a un personaje que fue decisivo en el desmantelamiento de ETA y los pactos antiterroristas con el PP

Rubalcaba, un inmenso político - Foto: Oscar del Pozo

La españoles que no siguen de cerca la política española, o que no la conocen más que superficialmente, han sentido perplejidad, más que sorpresa, ante la conmoción con la que se recibió la noticia de que el estado de salud de Alfredo Pérez Rubalcaba era de extrema gravedad tras el ictus sufrido en su domicilio la tarde del pasado jueves. Incluso Pedro Sánchez, que lo tuvo enfrente cuando se enfrentó en primarias contra Susana Díaz, abandonó la cumbre europea que se celebraba en Sibiu (Rumanía) para regresar a España y trasladarse directamente al hospital Puerta de Hierro en Majadahonda. 

La respuesta de la familia socialista, y de adversarios políticos de Rubalcaba, ante la situación crítica en la que se encontraba el exsecretario general del PSOE y exvicepresidente de Gobierno, es, sin embargo, lógica. Ha sido un gran político, inmenso político. Pero sobre todo una gran persona, que es lo que importa. 

Cualquiera que haya conocido a los políticos españoles de los últimos 40 años le incluiría entre los cinco o seis mejores. Y es el que más ha hecho por este país sin haber sido presidente. El sociólogo Ignacio Varela, amigo de Rubalcaba desde los inicios de la democracia, y que trabajó intensamente con él desde las entrañas del partido, en la estrategia que se marcaba Ferraz, hacía un comentario muy acertado al decir que el cántabro es importante en la Historia reciente de España «tanto por lo que se sabe como por lo que no se sabe». Nadie podrá poner nunca en cuestión su excepcional cabeza, su sentido del Estado, su servicio a España allá donde se encontrara y su incuestionable humanidad. 

La mayor parte de sus amigos se encontraban en la política, casi todos de su partido, pero se sorprendería la gente si supiera las relaciones de amistad sincera con algunos de los dirigentes de otras formaciones, con los que las tenía tiesas en los debates parlamentarios pero, sin embargo, se entendía muy bien fuera del ámbito parlamentario. 

Mariano Rajoy era uno de ellos, mantenían un feeling especial, probablemente porque los dos habían sido ministros del Interior y de Educación, los dos vicepresidentes, los dos habían tenido altas responsabilidades en políticas territoriales... y los dos eran fanáticos, más que simpatizantes, del Real Madrid. 

Otro de sus grandes amigos en el PP fue Eduardo Zaplana, con el que negoció grandes acuerdos cuando los dos eran portavoces de sus respectivos grupos parlamentarios. Teddy y Freddie deambulaban siempre juntos por los pasillos del Congreso y por las cafeterías de la zona. De esas negociaciones salió, entre otras cosas, la primera elección por consenso del director general de RTVE... Muy bien acogida por Ferraz y regular por Génova, aunque Rubalcaba tuvo oportunidad de compensar a Zaplana en otros acuerdos.