En la dehesa de Rollamienta pastaban hace una década 250 vacas de leche, era el ganado de Raúl Ramírez, "dedicaba todo mi tiempo a un negocio que no me daba rentabilidad y que además no me dejaba tiempo para nada". En esos años la crisis del sector lácteo ya era un hecho, "era imposible poder trabajar cobrando entre 31 y 35 céntimos el litro", recuerda, "ya entonces estábamos en manos de las grandes empresas y era un pozo sin fondo".

Por ese motivo, hace 10 años, cambiaba su modelo de negocio, "tenía que haberlo hecho mucho antes", reconoce, "ahora tengo una vida, puedo disfrutar de la familia y amigos, con un negocio que me da más beneficios".

Raúl Ramírez no se arrepiente de la decisión, "el vacuno de leche está a punto de desaparecer en la provincia, es una pena, pero a veces hay que seguir el camino adecuado para sobrevivir". Ahora este ganadero demuestra que nunca es tarde para reinventarse.