Aclamado pero con problemas

Pilar Cernuda
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Casado, que cumple su tercer aniversario al frente del grupo conservador, está en una muy buena posición desde la rotunda victoria de Díaz Ayuso en las elecciones madrileñas, si bien no termina de causar entusiasmo entre compañeros y electores

El dirigente palentino, que tiene 40 años, confía en ganar las próximas elecciones generales a un Pedro Sánchez que, a día de hoy, se encuentra ‘tocado’ - Foto: JUAN CARLOS HIDALGO (EFE)

Lo esperaba, pero aunque lo esperaba, a Pablo Casado se le vio emocionado por el respaldo que le dieron los suyos en la reunión que convocó en Gredos para conmemorar el tercer aniversario de su elección como presidente del PP. Los miembros de la dirección nacional se encontraban allí, presencialmente; el resto de la junta directiva, telemáticamente. Días antes, en Santiago, durante el congreso del partido en Galicia que reeligió a Núñez Feijóo, el palentino escuchó decir al propio Feijóo y a Mariano Rajoy que él era el líder indiscutible del PP.

Palabras que destacan los incondicionales de Casado, obviando que los aplausos más enardecidos se los llevó el jefe de la Xunta y que son muchas las personalidades del bloque popular que confiesan su temor a que el actual líder no sea capaz de ganar a Pedro Sánchez.

Ahora, el inquilino de La Moncloa vive una de sus etapas más complicadas y decepcionantes, el nuevo Gabinete no provoca entusiasmo y, además, se enfrenta a asuntos envenenados, desde la falta de noticias positivas en Cataluña al fiasco del Plus Ultra que abre en canal la confianza en el control de los fondos europeos de reconstrucción. En España y en Bruselas. Dicho esto, Sánchez ha demostrado su capacidad de recuperación cuando está contra las cuerdas.

Eso sí, el presidente del PP tiene la ola a favor desde el pasado 4 de mayo, día de las elecciones de Madrid. El palentino hizo suyo el espectacular resultado electoral de Isabel Díaz Ayuso.

 

El declive de Ciudadanos

Otro elemento a favor es el claro declive de Ciudadanos, que difícilmente se recompondrá y lo que se prevé es que acabe absorbido por el PP a través de un pacto que Casado tendría que negociarlo con generosidad.

Además del desplome de los liberales, ayuda también al popular que Vox pierde fuelle desde las elecciones madrileñas, porque Ayuso sumó muchos de los votos que habían sido para los de Abascal.

Y ayuda la gestión de los tres baluartes autonómicos del partido, Ayuso y Feijóo, que después de Fraga ha convertido a Galicia en un bastión del PP, y Juanma Moreno, que no era del gusto de Casado, que prefería otro candidato, pero al final el exsorayista dio la campanada y es presidente de Andalucía. Tampoco hay que olvidar a los presidentes de Murcia y Castilla y León, cuyo regidor, Alfonso Fernández Mañueco, ha tenido sus más y sus menos con el secretario general del partido, Teodoro García Egea, empeñado en meter mano en la estructura provincial del partido.

Es precisamente el murciano uno de los nombres que se mencionan de forma recurrente cuando se habla del PP, porque ha encendido mucho más fuegos de los que ha apagado. Pero Pablo Casado lo considera su auténtica mano derecha, más aún desde que logró desarticular la operación que habían montado en Murcia PSOE y Ciudadanos para desalojar a López Miras del Gobierno. Operación fallida que provocó el que ha sido mayor triunfo del PP desde que Casado es presidente: la reacción de Ayuso convocando elecciones en Madrid con carácter de urgencia para impedir así una moción de censura.

El palentino cumple tres años al frente del PP con las esperanzas muy altas, convencido de que será presidente. Tiene flancos débiles, entre ellos que ha prescindido de gente valiosa en el partido que militantes y votantes echan de menos por la falta de peso de la mayoría de los miembros de su equipo, sobre todo en el área económica. Casado suele explicar que tiene el apoyo de personas de tanto renombre como Luis de Guindos, Manuel Pizarro, Juan Costa o Miguel Arias Cañete, pero ninguno de ellos aparece a su vera. Quizá lo hagan en la convención de otoño, porque la relación de Casado con los miembros más destacados del Íbex es solo la que marca la cortesía.

La principal baza del político conservador, además del tirón de los referentes autonómicos, es la escasa confianza que provoca Sánchez. Por sí mismo y por las iniciativas disparatadas, en lo económico, lo social y la política exterior, a las que le obliga su coalición con Podemos. Casado dedica más tiempo a las arremetidas contra el Ejecutivo que a presentar sus propias propuestas, y Sánchez le da material suficiente como para continuar con las críticas.

 

Falta el estadista

Sin embargo, el presidente del PP debe medir bien esos ataques para no pasarse de frenada: a un líder de la oposición se le pide también actitud de estadista, y él no ha sabido explicar bien, por ejemplo, la falta de acuerdo en las negociaciones con el Ejecutivo para renovar las instituciones del Estado, sobre todo el Consejo General del Poder Judicial, lo que ha dado pie a La Moncloa para presentar al PP como un partido que prefiere apuntarse tantos antes que cumplir con sus responsabilidades institucionales.

No se sabe cuándo se van a celebrar las próximas elecciones generales. Pero sí hay algo que se puede dar por seguro: Pedro Sánchez solo las adelantará si encuentra que las condiciones son óptimas para él. Y cuando llegue esa ocasión, Pablo Casado tendrá que estar en condiciones también óptimas, lo que hoy por hoy todavía no se da. Se encuentra en buena situación... pero manifiestamente mejorable.