Mario desplegado

Sara Borondo
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El fontanero no se arruga en una aventura hilarante y llena de confeti

Una de las características por las que el fontanero de Nintendo triunfa es su capacidad para encajar en todo tipo de jugabilidad. Uno de los mejores ejemplos son los juegos de la serie Paper Mario, que nació como un spin off de rol en Nintendo 64 y ha tenido varias características en las que el único nexo es que los personajes son bidimensionales, como si fueran una hoja de papel, y el mundo está fabricado en cartón. 

Paper Mario : The Origami King ha llegado casi sin aviso y ha sorprendido por la calidad de su propuesta. El principio del juego es bastante tópico: Mario y Luigi reciben una invitación para ir a un festival de origami, pero al llegar a Villa Toad la encuentran vacía. No tardan en descubrir que todo es obra del rey Olly, quien pretende convertir al reino Champiñón en un mundo de origami y plegar a sus personajes, para lo que empieza cubriendo el castillo de Peach de serpentinas de colores para arrancarlo del suelo y llevárselo. 

El encargado de evitar que el Rey Olly se salga con la suya será Mario, acompañado de Olivia, la hermana del rey Olly, que irá dando pistas a lo largo de todo el juego y ayudando en ciertas ocasiones. La historia que sigue no es precisamente profunda, pero a los Paper Mario no se les pide que cuenten grandes historias, sino que lo que hagan con cierta gracia, y de eso The Origami King va sobrado. Desde el principio hasta el final, está lleno de momentos graciosos con dobles sentidos ocurrentes (con un trabajo brillante del equipo de localización de Nintendo), humor absurdo y guiños, además de las rupturas de algunas convenciones del mundo de Mario como el hecho de unirse frente a un enemigo común, sorprendiendo cada poco tiempo al jugador. 

La exploración de los escenarios es un elemento importante, con el aliciente de encontrar a los toads que desaparecieron; según vayan volviendo a sus tareas, habrá minijuegos y tiendas en las que comprar. Al recorrer el mundo de juego se podrán acceder a ciertas zonas rellenando agujeros con confeti que se consigue golpeando árboles o utilizando unos brazos extensibles para Mario que se pueden controlar con la detección de movimiento de los mandos. 

El combate, uno de los puntos clave de The Origami King, es diferente a lo visto en anteriores juegos de la serie. Utiliza un sistema que combina las peleas por turnos con los puzles, ya que se lucha sobre un tablero con anillos concéntricos, que hay que mover en un tiempo limitado para agrupar a los enemigos y realizar ataques que sean eficaces eligiendo algunas de las armas disponibles. 

Al principio es sencillo, pero unas horas después requiere tener rapidez mental y reflejos, aunque siempre se puede pagar con monedas la ayuda de los toad que observan los combates. En las luchas contra los jefes las tornas se invierten y es Mario quien debe encontrar el camino para llegar al centro de los anillos. 

The Origami King es uno de esos ejemplos que muestran que, en ocasiones, Mario puede sacar lo mejor de sí mismo cuando recorre caminos diferentes a los habituales y constituye una agradable sorpresa que Nintendo ha dado a sus seguidores.