"El índice de ocupación ahora de la UCI es muy alto"

Ana I. Pérez
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Pide «prudencia» de cara a Navidad. «No se ha acabado la segunda ola y no podemos meternos en otra», advierte. Recuerda con «tristeza» los primeros meses de la pandemia, una etapa «muy dura» de la que todavía no se ha recuperado el personal de la UCI

"El índice de ocupación ahora de la UCI es muy alto" - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Lleva dos años y medio al frente de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Complejo Asistencial de Soria y dos décadas en el hospital Santa Bárbara. A María José Fernández le ha tocado vivir en primera línea la peor cara de la COVID-19. Los finales más amargos. Pone de relieve la «buena voluntad» y las «ganas de trabajar» del personal de la UCI, ya que, de lo contrario, «esto no hubiera salido adelante». «Hemos sido un equipo y nos hemos ayudado mucho en todos los aspectos», recalca. Tiene palabras de gratitud hacia las familias de los pacientes que, en situaciones tan dolorosas, siguen dando las «gracias» por cuidar de los suyos. Y tiene un mensaje para la sociedad en general: «Cuidado, prudencia, esto no es una broma y nos puede tocar a cualquiera».

El hospital Santa Bárbara ha encarado la segunda ola de la COVID-19 con la ampliación de cuatro puestos en la UCI, hasta un total de 14 estructurales y con la opción de extenderse hasta otros 14. No obstante, ¿ha temido en algún momento que no fuera suficiente?

En vista de la experiencia de la vez pasada, claro que teníamos miedo, porque en la primera ola llegamos a duplicar las camas. De momento, parece que no está siendo necesario y con estas cuatro camas estructurales está siendo suficiente. 

El incremento de camas UCI permite disponer de dos áreas, COVID y no COVID y, además, se ha realizado una remodelación para mejorar la funcionalidad e integración de las áreas de trabajo.  ¿Se han notado estas mejoras a la hora de trabajar?

Sí, hemos mejorado bastante. A parte de los cuatro puestos estructurales, la UCI ha ganado en espacio y este trabajo exige bastante personal, que también se ha incrementado. Al haber ganado en espacio, en monitorización, la funcionalidad es mayor. Esto se agradece. También hay más luz, más medios, esto se traduce en un mejor funcionamiento de la unidad. 

También el hecho de haber separado los COVID de los no COVID, cuando ha sido posible, ha facilitado cuando nos ponemos los equipos de protección individual (EPIs) y a la hora de tomar medidas de aislamiento.

¿No siempre ha sido posible diferenciar COVID de no COVID?

Es que son solo cuatro puestos en la zona de aislamiento, casi todo el tiempo hemos tenido cinco o seis pacientes COVID en la UCI por lo que ha habido que pasar a la otra zona, en la que siguen aislados porque son boxes individuales, pero no es tan cerrado como la zona de COVID. Ahora mismo [al cierre de esta edición] tenemos cinco  pacientes COVID y ha habido que usar la zona ‘limpia’ porque se necesitaban más camas. 

¿Cuál ha sido el pico de pacientes COVID en la UCI en esta segunda ola?

Aquí en Soria ha venido con un poco de retraso respecto a Castilla y León. Fue la semana pasada, que llegamos a tener hasta siete pacientes en la UCI. Nos llamaba la atención respecto a las otras provincias que nosotros estábamos bastante tranquilos y, sin embargo, la semana pasada tuvimos esa subida. En la primera ola tuvimos hasta 27, no tiene nada que ver ahora.

Decía que la ampliación de la UCI ha venido acompañada de más personal, ¿cómo se ha incrementado?

Sigue siendo el mayor problema. En esta ola, aparte de los enfermos COVID, estamos teniendo muchos no COVID. Ahora mismo tenemos seis COVID y siete no COVID, que también son enfermos críticos y requieren mucha atención y personal. El índice de ocupación de la UCI ahora mismo es muy alto y esto no se ha visto acompañado con todo el personal médico que es necesario, porque en enfermería se ha ido aumentando, pero médicos, no, estamos igual que estábamos. Somos seis médicos intensivistas adjuntos y tres residentes. El MIR de segundo año no está con nosotros habitualmente, está rotando en otros servicios, aunque hace guardias con nosotros, y los otros dos, un R-4 y un R-5, sí están.

¿Sabe si hay intención de contratar a más médicos intensivistas?

Dicen que sí, se ha ofertado la séptima plaza, es fundamental. Pero no hay gente en las bolsas de empleo, porque están todos los hospitales igual. Seguimos luchando y esperamos que si aparece algún intensivista se le dé un buen contrato para que se quede. A lo mejor la gente, en su día, se ha ido porque no se les ha dado buenos contratos para quedarse. 

Después de nueve meses de pandemia, ¿cuál es el estado anímico y físico de los sanitarios de la UCI del hospital Santa Bárbara?

Estamos cansados y un poco tristes, porque no nos hemos podido recuperar de la anterior ola. Aunque luego no hubo pacientes COVID, no COVID ha habido más que en otras ocasiones y hemos seguido trabajando mucho. En esta segunda ola cuando me tuve que volver a poner el EPI, casi tenía ganas de llorar. Decía: otra vez igual. La primera ola fue muy dura, así que teníamos miedo y cansancio, tristeza por que volviera a pasar lo mismo. Muchos no nos hemos podido coger todas las vacaciones y no sabemos cuándo podremos.  

Han sido escenas muy duras las que hemos vivido. También cuando estamos en la UCI entre unos y otros nos animamos en los momentos de flaqueza. Siempre hay alguien que dice: si lo hemos hecho una vez, lo seguiremos haciendo.

Alude a ese incremento de pacientes no COVID que han requerido ingreso en la UCI, ¿se han encontrado con cuadros clínicos más graves no tratados por la urgencia del COVID?

Algunos sí, no sabes muy bien si porque no se les ha atendido a tiempo o porque ellos no han ido al médico por miedo. Algunas patologías, en otra situación, se hubieran atendido antes y han llegado más evolucionadas, son daños colaterales de la pandemia. Es una de las cosas que me preocupa, nos olvidamos del paciente no COVID y sigue estando ahí, hay que prestarle atención. Cuando salen las estadísticas y dicen: tanta ocupación por enfermos COVID. Claro, pero las camas también se necesitan para los enfermos no COVID, la gente sigue teniendo accidentes de tráfico, infartos... y tiene que haber disponibilidad para atender a estos pacientes. Por eso, cuando la gente no se toma en serio tomar medidas para evitar el contagio, hay que decirles que a lo mejor no tienen COVID, pero pueden tener un accidente de tráfico y no hay una cama libre. De esto, la gente no se acaba de hacer la idea. Si los recursos se utilizan para  COVID, a lo mejor no se pueden usar para otros pacientes.

¿Qué diferencias destaca entre la primera y la segunda ola de la pandemia, más allá de la mejora del equipamiento de la unidad?

Por un lado, hemos aprendido a tratar a los pacientes COVID, estamos más organizados, se les pone antes tratamiento de soporte, esto es importante. Y, en general, aunque ahora mismo tenemos unos cuantos pacientes que siguen necesitando respirador, posición decúbito prono... ha habido otros con los que no se ha tenido que llegar a esto porque se han puesto las medidas de soporte antes. Cuando conectas a un paciente a un respirador, la recuperación siempre es más larga. Estar más organizados ha permitido que varios enfermos no hayan tenido que llegar al respirador y esto mejora mucho el pronóstico.

¿Han cambiado los criterios a la hora de llevar a un paciente COVID a la UCI respeto al mes de marzo o abril?

Tener más puestos libres en la UCI siempre da más margen, pero los criterios son parecidos. En la primera ola solo entraban a la UCI los que necesitaban respirador porque no había más camas, pero ahora a muchos que no lo han necesitado se les ha atendido en la UCI, que siempre la atención es más personalizada.

En la primera ola, ¿la edad del paciente fue un factor a la hora de entrar o no en la UCI?

Más que la edad, tanto en la primera como en la segunda ola de la pandemia, ha sido que tuvieran otras patologías graves que pudieran empeorar el pronóstico. Ahora, en ese sentido, trabajamos de otra manera.

¿Ha cambiado el perfil de los pacientes COVID que llegan a la UCI?

Los enfermos jóvenes no suelen llegar a la UCI, pero en esta segunda ola quizás son un poquito más jóvenes, tampoco mucho. La media está entre los 55 y 65 años. Ahora mismo tenemos a un paciente de 36 años y hemos tenido otro de 40. Son personas sanas, sin factores de riesgo, algunos ni tenían historia en el hospital. Hay mucho que no conocemos de esta enfermedad, no sabemos por qué en determinadas personas tienen una reacción inflamatoria tan importante que es lo que les lleva a fallo respiratorio o renal, por lo que pasan a la UCI. La mayoría son pacientes sanos y los jóvenes con una vida activa, alguno, incluso, deportista.

Se desconoce mucho del virus, ¿pero que se ha aprendido en este tiempo?

Hemos aprendido a tener paciencia, antes nos desesperábamos cuando veíamos que no mejoraban. Es una enfermedad muy lenta. Aunque no hay un tratamiento en sí mismo, sí sabemos que las medidas de oxigenación y otras hay que empezarlas a poner cuanto antes.

¿Cuáles son los momentos más difíciles que ha vivido?

En la primera ola lo pasé muy mal. El  primer fin de semana fue uno de los momentos más difíciles, el del 15 de marzo, fue como una película de terror. De repente, ingresaban pacientes que habías visto en la planta y en cinco minutos te llamaban porque necesitaban el respirador ya. Me daba miedo porque no íbamos a tener camas, para nadie, ni para nosotros siquiera ni para nuestros familiares. De repente, en una UCI de diez camas empieza a ingresar gente y no tienes respiradores.

Nos fijamos mucho en los enfermos, pero luego hablar con las familias, cuando ves su sufrimiento... Falleció el padre de una enfermera y ese fue un momento muy duro. Informar  a las familias es muy difícil.

¿Cree que deben reconsiderarse las medidas de humanización, sobre todo, para que los pacientes más mayores puedan tener alguna visita?

Habría que intentar de alguna manera facilitar las visitas, con todas las medidas de protección, que a un familiar se le dé un EPI para que pueda acompañar a los pacientes en algún momento, siempre que las familias sean responsables. Sobre todo con personas mayores, porque, al final, se mueren de pena.

Para las familias que han perdido  a alguien sin poder hacer el duelo, no haber acompañado, hace más difícil  la recuperación posterior, el pasar página después. También si hubiera más personal de enfermería y auxiliares facilitaría que se hicieran más videollamadas, pero con tanta presión de trabajo, no pueden estar para eso..

¿En qué medida ha sufrido el personal de la UCI esa presión política, mediática y social en los meses más críticos de la pandemia?

A nosotros nos hizo mucho daño, lo estábamos pasando muy mal, sometidos a muchísima presión y que se hablara tanto, sin transmitir a la sociedad la gravedad del problema, la carencia de medios que había al principio, que hubiera mucho de lucha política... todo eso nos hizo daño. No se trataba de buscar responsabilidades, pero había problemas que solucionar, no era ver quién lo había hecho bien o mal, sino encontrar soluciones. Ciertas declaraciones nos hicieron mucho daño.

No se habla casi de otra cosa que de las restricciones de cara a Navidad, ¿cómo cree que deberían afrontarse?

Hay que ser muy prudentes. Los epidemiólogos lo dirán, pero este problema no está solucionado, ni mucho menos. No se ha pasado la segunda ola, no nos podemos permitir volver atrás. Trataría de evitar en lo posible reuniones de muchas personas. No se ha acabado la segunda ola y no podemos meternos en otra. Si hay que ampliar las UCI, pues también habría que suspender operaciones, por ejemplo. Ya habrá tiempo de celebrar.

Otra de las noticias de la semana ha sido la inauguración del hospital de pandemias en Madrid. ¿Qué valoración hace de un recurso de este tipo?

No lo he visto y no puedo decir, pero muchas veces, más que recursos materiales falta personal. Hacer estructuras o puestos de UCI es relativamente fácil, que haya profesionales formados es más difícil. Si luego quitan facultativos de otro sitio... es lo que nos ha pasado siempre en Soria, que los médicos han preferido marcharse y siempre andamos cortos de personal, eso es lo que preocupa.