Menos robos pero más ciberdelitos y violencia familiar

Nuria Zaragoza
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El aumento de presencia policial permite resolver más casos relacionados con drogas

Menos robos pero más ciberdelitos y violencia familiar

El coronavirus lo ha cambiado todo. También la delincuencia. Los malhechores mutan sus métodos para adaptarse a las nuevas circunstancias creadas por la crisis sanitaria de la COVID-19. No es que hayan desaparecido los delitos sino que algunas conductas delictivas se han transformado, modernizado o adaptado y, la mayoría, han venido para quedarse. 

La nueva sociedad COVIDes muy distinta a la que dejamos a mediados de marzo. Hemos cambiado, y pasamos menos tiempo en la calle. Y, cuando salimos, los aforos son limitados. Se acabaron las aglomeraciones y los lugares concurridos. Es un verano sin verbenas, sin romerías, sin calderetas... incluso sin ocio nocturno. Un verano de vacaciones de proximidad, rurales y en casa (en segundas residencias, viviendas familiares...). La vida, ahora, se vive mucho más de puertas para adentro y, mucho más, frente a una pantalla.

Como consecuencia, hay menos delincuencia urbana, menos robos con fuerza, menos altercados, menos hurtos... pero, en su contra, crecen otro tipo de delitos. Se ha detectado un incremento de la ciberdelincuencia y de las denuncias por violencia de género. También, de las estafas y timos utilizando como gancho la crisis sanitaria y económica. Es la ‘nueva’ delincuencia de la nueva era COVID.

Baja la criminalidad un 28%.  Durante los tres meses de estado de alarma estuvimos encerrados en casa y, obviamente, las cifras de criminalidad bajaron de forma considerable en todo España:un 73% durante los primeros quince días de confinamiento y, en el cómputo global del trimestre (de abril a junio), hubo un 40% menos delitos que en el mismo periodo de 2019. En Soria, el número de hechos delictivos conocidos por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se redujo un 28,8%entre abril y junio respecto del pasado año. Según el portal estadístico de criminalidad del Ministerio de Interior, durante el segundo trimestre de 2020 se registraron cerca de 200 denuncias menos que en el mismo periodo del año anterior. 

«En general, durante la pandemia, como no podía ser de otra forma, disminuyeron mucho todo tipo de delitos (robos con fuerza, altercados, hurtos, delitos de lesiones...); pero se podría destacar como dato curioso el incremento de la resolución de casos relacionados con el tráfico de drogas y con el consumo», apunta el subdelegado del Gobierno en Soria, Miguel Latorre, quien justifica este hecho en el incremento de la presencia policial en las calles. «Lógicamente, había más controles y más identificaciones y, al haber disminuido la movilidad urbana tanto a pie como en vehículos, era más fácil controlar a quien estaba en la calle», especifica. Pero, además, «en algunos casos también fue gracias la colaboración ciudadana», agradece Latorre, aludiendo a grabaciones desde la ventana de vecinos que advertían conductas sospechosas relacionadas con el tráfico de sustancias.

crece la ciberdelincuencia. La COVID-19 ha dejado prácticamente en desuso el timo de la estampita, el tocomocho, el del inspector del gas, los tirones o los asaltos a viviendas habitadas... El delincuente ha adaptado su modo de vida, que consiste en delinquir, a las oportunidades que tiene en este nuevo contexto y, ahora, sus potenciales víctimas están dentro de casa y detrás de una pantalla. El efecto inmediato:los delitos informáticos han aumentado. «A raíz del confinamiento también se ha detectado un incremento de las transacciones comerciales por internet y, a partir de ahí, del incremento de los delitos de estafa, de falsedad de documentos… por medios telemáticos», apunta  Latorre. Es también pura lógica. Con todos en casa y las opciones de ocio, trabajo, relaciones personales... limitadas, las pantallas de nuestros ordenadores, tablets y móviles se han convertido en nuestros ‘aliados’ para conectar con el mundo pero, también, en una ventana abierta para los malhechores. «Los delincuentes buscan las vías más propicias para cometer delitos» y tanto el confinamiento como la nueva normalidad han creado un «caldo de cultivo» que no han dejado escapar. «Se han incrementado las transacciones y a eso se suma la falta de pericia de algunos usuarios a la hora de facilitar sus datos u operar en sitios seguros, y el incremento también del porcentaje de población que accede a este tipo de comercio virtual y, lógicamente, los malos están al acecho y son conscientes de que ahí tienen un filón», justifica el subdelegado, quien no dispone aún de datos precisos pero reconoce una clara tendencia ascendente. 

Precisamente para evitar este tipo de casos, desde Subdelegación han mantenido reuniones con los directores de las sucursales bancarias para «ver cómo se podía afrontar este incremento de estafas por internet» y adoptar medidas en coordinación. Porque, aunque hay «medios para intentar no ser estafado», Latorre insiste en que la clave está en la precaución. «No dejar de comprar pero hacerlo con seguridad», insiste.

violencia de género. concienciación. Durante el confinamiento disminuyeran las denuncias por violencia de género pero, tras decaer el estado de alarma, se han disparado los delitos ocurridos en el ambiente doméstico. «Este incremento de las denuncias se puede interpretar en un doble sentido, que hay mayor colaboración por parte de la sociedad en su conjunto en cuanto a denunciar y, por otro lado, que se han incrementado los casos y, sobre todo, las protecciones por riesgos altos. En este momento hay varias víctimas con protección policial», reseña Latorre. 

El ‘encierro’ obligado ha sido una olla a presión para las víctimas de violencia doméstica. «Durante el estado de alarma ha estado como coagulado todo, como helado», define la presidenta de Antígona, Pilar de la Viña. Una vez comenzaron las medidas de alivio, comenzó el «deshielo», y empezaron a aflorar los casos.

«Para denunciar tienes que exponerte, así que ellas han aguantado en casa en una actitud muy diplomática, se han sabido cuidar muy bien», apunta. Eso explica que durante el confinamiento aumentaron «muchísimo» las llamadas al 016 y las consultas telemáticas, porque «no dejan huella» y les ayudaba a «protegerse». Y, mientras, ellos tenían en casa «todo bajo su control», de modo que se reducían las opciones de «celos», y de violencia. Ahora, «poco a poco, todo eso que estaba coagulado va saliendo, pero es progresivo», indica De la Viña para justificar los datos. Y, en este sentido, aventura que las denuncias seguirán creciendo. Porque ahora «es momento de cambio», «aflora el deseo de salir», pero, también, porque poco a poco va aumentando la concienciación social  y eso permite llegar a casos ocultos. «Poner una denuncia muchas veces es complicado pero una llamada no te involucra tanto. Y, ante cualquier sospecha, cualquier puede llamar a la Policía y decir que escucha ruidos, quejarse por alteración del vecindario... Eso ha frenado muchos casos», agradece. De hecho, recuerda, gracias a las llamadas vecinales «se han frustrados dos casos de homicidio» en el País Vasco y Madrid. 

Felicita también que «hayan aumentado las órdenes de protección a las víctimas». «A veces hay cierta resistencia en los juzgados pero yo siempre digo que es mejor curarse en salud. Más vale imponer órdenes, aunque igual no sea nada, que quedarse corto y que sea agredida», justifica la  presidenta de la asociación soriana para la protección de mujeres víctimas de violencia de género.

delitos ‘covid’. La pandemia nos ha traído también una nueva tipología de denuncias. Hace unos meses, nadie hubiera pensado que podría ser multado por no llevar mascarilla, por ejemplo. «Quizá también tiene que ver con el incremento de la población durante estos meses en Soria pero hay un repunte importante de denuncias por consumo de bebidas alcohólicas en lugares no autorizados», indica al respecto Latorre. Añade también, por «no usar mascarilla, daños contra el patrimonio, aglomeraciones...» 

«No sé si se va a perpetuar en el tiempo pero a corto plazo es evidente que ha habido una variación un poco de la tipología delictiva, pero siempre pensando que en Soria es una ciudad para vivir y que seguimos estando entre las provincias más seguras de España con una incidencia del orden de 26 delitos por cada 10.000 habitantes», subraya el máximo responsable del Gobierno en Soria.