Pablo Casado. Año I

JAVIER M. FAYA (SPC)
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El presidente del PP, que hoy celebra el primer aniversario de su triunfo en las primarias, ha sabido hacerse un equipo a su medida, desterrando a los incondicionales de las ya retiradas Sáenz de Santamaría y Cospedal

Pablo Casado. Año I - Foto: RAÚL SANCHIDRIÁN

En la política y en la vida todo depende del cristal desde el que se mire. Hoy se cumple el primer aniversario de la victoria de Pablo Casado en las primarias del PP. Para el palentino, el horizonte no se presenta tan negro como hace tres meses, cuando tuvo el dudoso honor de ser el líder popular con peor resultado electoral. Entpnces, contra todo pronóstico, se impuso a sus dos grandes rivales y favoritísimas, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. 

La primera le derrotó en la primera vuelta y la segunda fue clave para que venciera al final con los compromisarios. En su discurso tendió la mano a su gran rival y dijo que para él «la política no es un maratón, sino una carrera de relevos». Pero una competición muy peculiar, porque borró competencia, de distinta forma. Las número dos de Rajoy ya no está.

Lo primero que hizo a los pocos días de llegar al cargo fue ofrecer a la vallisoletana un puesto que rehusó -no se sabe cuál- y un reparto de su gente en la cúpula que ella consideró insultante. De hecho, fueron retirándose grandes valores de la formación que eran de su órbita, como su brazo derecho y exdirector del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, José Luis Ayllón, la exministra de Trabajo Fátima Báñez, el extitular de Industria Álvaro Nadal, el excoordinador general del PP Fernando Martínez Maillo... La primera en irse a su casa, al despacho de abogados Cuatrecases, fue la pucelana el 10 de septiembre. 

A esto se sumó algo totalmente inesperado el 6 de noviembre. La dimisión de la Ejecutiva por parte de Cospedal, al filtrarse unas conversaciones con el excomisario Villarejo. Pocos días después, dejó su escaño tras recibir fuertes presiones por parte del hombre al que había aupado al poder. Sin ella se quedaron huérfanos figuras como el exministro del Interior Juan Ignacio Zoido o la extitular de Sanidad y portavoz impuesta del grupo -con un papel más que discutible- Dolors Montserrat. Ambos fueron mandados a Bruselas.

Así, el palentino hizo un partido a su medida. De forma radical, ya que se rodeó de los más fieles y condenó al ostracismo a los demás. De hecho, sorprendieron -e irritaron- fichajes para las elecciones como los de Adolfo Suárez Illana, Pablo Montesinos o Isabel Díaz Ayuso. 

A esto hay que unir la euforia que se desató en Génova el 2 de diciembre del año pasado en los comicios andaluces a pesar de haber caído el PP-de 33 a 26 diputados-, ya que la suma con Ciudadanos y Vox hacía posible que se produjera algo histórico en la Comunidad:que los socialistas fueran desalojados del poder. 

Creyeron Casado y su equipo que lo que había sucedido en el sur se iba a extrapolar a las generales, aunque no se sabía cuándo se iban a celebrar, la fecha era una incógnita. Hasta que los acontecimientos se precipitaron en cuestión de días en febrero:Torra filtró que le dio un documento a Sánchez en su minicumbre de Navidad con 21 exigencias, entre las que se encontraban el derecho a la autodeterminación y la mediación internacional, la vicepresidenta Calvo habló vagamente de la figura de un relator... y Cs y PP prepararon una manifestación en defensa de la unidad de España en la Plaza de Colón. 

 

La foto de colón. Pero algo salió mal, algo que en apariencia no era importante:una foto. En ella aparecían juntos el dirigente popular, Albert Rivera y Santiago Abascal, cuyo partido era tratado por la izquierda como si del mismísimo demonio se tratase. Yfue entonces el turno de la mano derecha de Sánchez, Iván Redondo:se adelantaron las elecciones legislativas, curiosamente, un mes antes que las regionales, municipales y europeas. Por si los pactos... Como se ha demostrado. 

Espoleado por lo que pasó en Andalucía, el palentino dio un viraje a la derecha, para coger votos de Vox. La figura de Aznar se hizo más patente... Y el proyecto se vino abajo en una noche negra para el PP, que bajó a los infiernos de la política, con 66 diputados, con Ciudadanos pisándoles los talones (57 diputados y a solo 200.000 votos). La palabra dimisión corría como un eco por Génova y el círculo de Casado culpó a la dispersión del voto de la derecha y... a Rajoy, algo que provocó las iras de dirigentes de peso como Feijóo.

Hubo una tregua porque la cita del 26-Mse echaba encima. Cambiaron de discurso, prometiendo centro -tras los comicios desacreditó a los barones que le pidieron que se mantuviera ahí-, y hubo cierta recuperación, e in extremis, pese al batacazo, las cuentas salían en la joya de la Corona,Madrid, tanto para el Ayuntamiento como para el Ejecutivo regional. 

Y la suerte de los supervivientes como Sánchez le volvió a sonreír. El no es no de Cs al PSOE le ha hecho mantener Castilla y León y Murcia, y muy probablemente Madrid. Y, de carambola, su socio naranja, según las encuestas, queda muy debilitado por su estrategia. A día de hoy, quien más sale ganando con un adelanto electoral es Casado. Las vueltas que da la vida.