Un altar por agradecimiento a Júpiter

Marian Arlegui
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Hay arulas de tres tipos según su función: domésticas, funerarias y votivas

Un altar por agradecimiento a Júpiter

Esta arula tallada sobre caliza se encargó para ser adosada a la pared para cumplir con los ritos de un culto doméstico y, por tanto, privado. Se conserva parcialmente pues perdió el zócalo hallándose en una cisterna en donde se vertieron materiales bajo-imperiales desechados sirviendo de basurero o escombrera al arrasar casas contiguas a ella, probablemente, para construir nuevos edificios. La pieza perdió la base y tal vez por ello, inutilizada, fue desechada.

El ritual romano se desarrollaba en los templos y santuarios, en las casas, en los ‘fana’, o lugares sagrados destinados al culto de los dioses y en las necrópolis. Para ello la religión romana se sirvió del altar, ‘altaris’, el ara y el hogar o ‘focvs’.  Las dimensiones de las halladas son muy variables, dependiendo de la importancia del templo, de la riqueza del donante o de la familia en el caso de las piezas domésticas o funerarias. Estas últimas se utilizaban en las necrópolis durante las ceremonias fúnebres y en las ocasiones en las que se honraba a los difuntos, llevando una inscripción que las consagraba a los difuntos o decoradas con motivos o símbolos funerarios. Las denominadas arulas, como diminutivo de ara, eran pequeñas.  

Esta pieza procedente de la ciudad romana de Uxama Argaela mide tan solo 25 cm de altura. Una clasificación sencilla de las arulas establece tres tipos según su función: arulas domésticas, funerarias y votivas. Algunas de ellas se utilizaron como braseros para quemar perfumes, otras como soportes de ofrendas y otras recibieron libaciones. A veces incluso se encargaron como exvotos que se depositarían en los templos. Algunas eran tan solo simbólicas, anepígrafas, como una alusión o invocación protectora o de reconocimiento de la divinidad. Las arulas menos conocidas son aquellas que eran portátiles. En este caso eran de peor factura y materiales menos nobles y pesados y acompañaban a su poseedor en sus viajes.

I O M es el epíteto tradicional de Júpiter Capitolino vinculado al Estado romano y a la alta administración imperial. Es el teónimo mayoritario en nuestro corpus epigráfico con mucha diferencia: 321 dedicaciones de un total de 459 conocidas. Ello hace evidente la implantación de un discurso político homogéneo en todas las provincias hispanas, ligado a la creación de civitates y el desarrollo de las instituciones provinciales e imperiales. El dios protector del Estado se integró en los panteones locales en un lugar central, convirtiéndose en el dios protector de las comunidades ciudadanas que le rinden culto. 

De especial interés son las arulillas que se dedicaron a la Tríada Capitolina, símbolo del Estado Romano, que inicialmente estaba formada por Júpiter, Marte y Quirino, y posteriormente fue sustituida por Júpiter, Juno y Minerva, probablemente en tiempos de la monarquía tarquinia. Este culto a deidades capitolinas se practicó desde el inicio de la romanización en aquellos territorios ya conquistados o aculturados.  De hecho, los ejemplares más antiguos conocidos, con dedicaciones a la Tríada, pertenecían a funcionarios y militares romanos en las zonas fronterizas que la conquista progresiva de territorios imponía.

En el entorno doméstico podía situarse junto a otras piezas rituales como estatuillas de dioses en el lugar destinado a los dioses protectores del hogar, Lares, o del recuerdo de los antepasados fallecidos. 

La práctica totalidad de estas piezas de factura cuidada, cuando son votivas, tienen inscripción y en la mayoría de ellas se indica expresamente la condición de ex voto, como el cumplimiento de lo prometido al conseguir el favor solicitado así como el nombre del dedicante, lo que no ocurre en este caso.

Las arulas domésticas, privadas se dedicaban con mucha frecuencia a Júpiter ‘dominador y conquistador’, bajo la forma IOM que gracias a las legiones expandió su culto en las zonas de conflicto.

Esta arulilla tiene la inscripción IOM SACRUM, es decir, Consagrado a l(ovi) 0(ptimo) M(aximo). Que no figure el nombre del dedicante contribuye a la hipótesis de que su destino era doméstico y fue el cumplimiento del voto de una familia o del ‘pater familias’ por un favor recibido de Júpiter.