La pandemia ha hecho que se reduzca considerablemente el número de jóvenes que participan en los clásicos campamentos de verano. El miedo a contagios y los estrictos protocolos son los principales motivos. Y un buen ejemplo lo encontramos en la comarca de Pinares. En condiciones normales, sólo por las instalaciones de Raso de la Nava de Covaleda pasarían más de mil niños y niñas durante esta quincena. Pero el covid ha limitado esa cifra a un máximo de doscientos. Además de todas las medidas higiénico-sanitarias, se ha reducido la ratio de monitores para controlar más si cabe a todos los campistas. E incluso se ha delimitado una zona de aislamiento ante cualquier sospecha de contagio, con tienda de campaña incluida.

"La utilizamos por si algún niño tiene síntomas, rápidamente lo ubicamos ahí para que no esté en contacto con el resto y luego lo llevamos al centro de salud para que le hagan una prueba y ver si es positivo o negativo", explica Carmen Palomeque,, coordinadora del grupo de scouts Alborada 434 de Madrid que disfruta estos días en este campamento de Covaleda.

Es una de las medidas que establece el protocolo covid de Castilla y León para las colonias de verano. Pero hay más: grupos burbujas, llevar la mascarilla en todo momento, mantener la distancia de seguridad, lavarse las manos y utilizar gel hidroalcohólico. Y en el primer campamento de trail y atletismo que concluye hoy en la localidad pinariega se toma la temperatura a los chavales dos veces al día. También se realizan pruebas diagnósticas. Tal y como comenta Joel Aubeso, coordinador de 360 Camp Covaleda, "todos los campers, incluidos monitores, vienen con antígenos hechos el día de antes o si no se le realizan a la entrada del campamento".

Medidas que no cambian la esencia del campamento, y es que toca adaptarse si se quiere disfrutar del verano al aire libre en plena naturaleza.