Cocoletes, artesanía de Navaleno que cruza el charco

Henar Macho
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Nuria Martínez y Jonás García dan un nuevo impulso a su taller de juguetes artesanales de madera a través de una web donde reciben pedidos de Estados Unidos, Inglaterra y Australia

Cocoletes, artesanía de Navaleno que cruza el charco - Foto: Javier Rodenas Pipo

Un miércoles cualquiera podemos encontrar a Nuria Martínez y Jonás García en su taller de carpintería con solera de Navaleno. Hoy no están los pequeños revoloteando por allí y jugando con las piezas de madera de nogal, sabina, pino, roble o encina, por citar algunos, que sus padres trabajan con mimo para hacer juguetes únicos que los propios niños han inspirado. La joven pareja volvió a su Navaleno natal para dar vida al proyecto Cocoletes que arrancó en 2018 y ahora han dado un nuevo impulso al negocio con la renovación de su página web en una apuesta decidida por el mercado internacional.

En mayo comenzaron a exportar de manera significativa aunque su toma de contacto con las tiendas extranjeras comenzó antes, con Inglaterra, donde pronto se interesaron por sus juguetes Waldorf basados en una metodología pedagógica que utiliza los elementos naturales en el juego. A partir de darse a conocer en el país anglosajón surgieron más clientes en Singapur, Australia, China...

«Empezamos a trabajar con tiendas a nivel internacional y son muchos los pedidos. Antes trabajábamos más bien solo a nivel particular, entonces todo el tema de mobiliario lo dejamos de lado porque con esto ya tenemos mucho que hacer. Estuvimos mirando estructuras más grandes para colegios, campings...con el Semillero de empresas de la Cámara de Comercio y al final también esa línea de negocio la hemos descartado porque vimos que en realidad tenemos demanda de nuestros productos», comenta Nuria Martínez, que no descuida a sus paisanos. «Tenemos súper buenos clientes por aquí en el pueblo, de esos que cada vez que tienen que regalar algo o para ellos vienen al taller o nos escriben un Whatsapp», comenta encantada.

PROFESIONALES. La pandemia les sirvió para pararse a analizar el enfoque más apropiado para su negocio. «En marzo pensábamos en trabajar en este producto de cara a la navidad pero las previsiones no eran nada optimistas, parecía que no se iban a abrir las tiendas y que lo iban a pasar mal. Así que decidimos construir la página web desde cero dándole un enfoque más orientado a tienda, más profesional, en la que se vea mejor el producto, especificando dimensiones, peso del embalaje, número de piezas, el tiempo de realización del producto... el taller apenas lo pisamos», detalla Jonás García. Ahora tienen automatizados todos los procesos de venta también para la mayor parte de Europa.

El lanzamiento de la web junto con una campaña de promoción en mayo «funcionó muy bien», ya que propusieron una especie de reto con los códigos de descuento incitando a navegar por la web para encontrarlos. Una de sus últimas creaciones está resultando todo un éxito: se trata de puzzles de animales de madera natural. «Son cosas que igual en España no están tan instauradas como en otros países y empezaron a funcionar en Inglaterra y eso se trasladó a Australia», sostiene la juguetera, a lo que Jonás añade: «Casi que el hecho de que tengas una tienda un poco referente a nivel internacional es como una lanzadera porque las tiendas están pendientes unas de otras en cuanto a las novedades, y buena parte de la demanda ha venido de tiendas con las que nosotros no habíamos contactado previamente». 

El proceso de exportación de sus creaciones dentro de Europa no está resultando complicado aunque depende de las particularidades de cada país. El Brexit en Reino Unido, su principal cliente para tiendas, por el volumen de productos que solicitan,  podría cambiar las condiciones comerciales a partir de enero. Ya han surtido a tres tiendas de Australia y acaban de recibir otra petición, para lo que preparan facturas de aduana y deben especificar el tipo de materiales que mandan.Desde allí se han ofrecido a distribuirles los juguetes pero se consideran aún «muy pequeños». Los gastos de envío todavía son cuantiosos y no los pueden asumir.

Para el próximo año estudian también cruzar el charco y llevar sus juguetes a Estados Unidos. El presupuesto que manejan asciende a 2.000 euros ya que deben certificar bajo la marca ASTM sus juguetes cumpliendo con la normativa americana, mucho más «exigente» que la europea. Aunque esta última requiere el compromiso del fabricante de cumplir los estándares de calidad y seguridad, estos artesanos de Navaleno prefieren certificar muchos de sus productos con la marca CE. «Es, sobre todo, por seguridad, porque se supone que para venderlos tienes que estar seguro de que tus juguetes cumplen la normativa europea, pero muchas pruebas las tiene que hacer un laboratorio o un ingeniero. Que te echen productos para atrás supone volver a pagar los mismos costes, volver a enviar el mismo producto y empezar de cero», asevera el artesano. Solo el precio de las pruebas físicas ronda los 90 euros por pieza, a lo que hay que añadir, en algunos casos, las pruebas químicas. «En los puzzles, que son de cinco maderas diferentes cada uno, no puedo extrapolarlo para los cinco modelos si envío otro puzzle con otras cinco maderas, es decir, tendría que repetir las químicas a cien euros cada prueba», concluye.