El proyecto nuclear fallido para Soria

I.R
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El actual CEDER de Lubia comenzó a construirse en los años 70 para ser un Centro de Investigación Nuclear, proyecto que se encontró de frente con la oposición de la sociedad soriana, encabezada por Núñez Encabo y por el activista Luis Castro

El proyecto nuclear fallido para Soria

Lo que hoy conocemos como el Centro de Desarrollo de Energías Renovables (CEDER) de Lubia, comenzó a construirse en los años 70, sin embargo, para una finalidad muy diferente a la que tiene en la actualidad: la ubicación de un Centro de Investigación Nuclear, una ambición con la que se pretendía dar continuidad al deseo franquista de convertir a España en una potencia nuclear y conseguir, en última instancia, la construcción de la bomba atómica.

Este proyecto, fue aprobado en 1976 en Consejo de Ministros, al parecer, tras encontrar evidencias de que bajo la superficie de unos terrenos ubicados en Lubia se podría extraer plutonio para la fabricación de dicha arma nuclear. "La primera nota que apareció en prensa sobre ello, solo cinco días después de que Franco falleciera, pasó prácticamente desaparecibida", apunta Isabel García, actual responsable de Comunicación y Divulgación del CEDER de Lubia. Sin embargo, con el paso de los meses, la noticia llega a contar con la aprobación de los alcaldes de Almazán y de Soria capital. "Fidel Carazo, que era entonces el primer edil de la ciudad, llegó a decir que esto sería la 'panacea', porque iba a traer puestos de trabajo, desarrollo económico...", destaca Luis Castro, antiguo miembro del PCE y uno de los activistas que se opusieron de una manera más férrea a este proyecto desde el primer momento. "Al principio nosotros no teníamos ni idea de lo que era la energía nuclear, pero empezamos a buscar información y rápidamente nos dimos cuenta de que en muchos otros pueblos habían surgido iniciativas parecidas y la ciudadanía se había opuesto", recuerda Castro, quien reconoce además que la estrategia nuclear en el largo plazo ha resultado fallida e incluiso peligrosa. 

Tanto Castro como el antiguo diputado socialista por Soria, Manuel Núñez Encabo, lideraron una lucha de protesta contra la llegada de este centro en Soria. Tanto fue así, que se inició una campaña que terminó con la recogida de 10.000 firmas en contra del centro de lo que sería el CINSO, y con la celebración de la manifestación más multitudinaria que se recuerda en la ciudad, a la que acudieron entre 5.000 y 6.000 personas. "Al final poco a poco conseguimos cambiar la mentalidad de la población", reconoce Castro. 

Las movilizaciones se hicieron notar también en Almazán, localidad a la que, debido a su ubicación, irían a parar todos los vertidos y residuos del centro a través de los ríos. "Las protestas allí terminaron siendo en muchos casos escraches, manifestaciones en la puerta de la casa del alcalde, que hicieron que terminase dimitiendo toda la corporación municipal", recuerda Isabel García. 

En el año 1987, el gobierno de España firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear, lo que significó el principio del fin para este proyecto, al que se dio carpetazo gracias, en parte, al empeño de Manuel Núñez Encabo. "Tuve que emplearme a fondo para pedir en el Congreso que se paralizase el proyecto, era algo que estaba escrito incluso en el programa electoral para la provincia de Soria, y si no llego a lucharlo, seguramente los trabajos hubieran continuado, porque ya se estaban haciendo experimentos con plutonio y uranio", afirma el exdiputado socialista.

Más de treinta años después, quienes vivieron aquellos episodios en primera persona, recuerdan que "era un disparate que aquí se pudiera pensar que había plutonio, y hubiera sido un desastre para la provincia traer aquí este centro", manifiesta Encabo. "En realidad aquí nunca llegó a existir ninguna evidencia concreta de que esto pudiera llegar a ser un centro de energía nuclear", reconoce Isabel García. 

A partir de 1987, las instalaciones que hasta ese momento se habían construido en la gran parcela de 640 hectáreas comienzan a ser remodeladas y adaptadas a otros fines, iniciándose así otro camino hacia la transformación energética, esta vez tomando como referencia la investigación de fuentes de energía limpias, constituyéndose así el actual CEDER, que depende del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas del ministerio de Ciencia e Innovación.