"No hay relevo y es una gran preocupación"

Nuria Zaragoza
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El 5 de enero de 2017 se hizo público en la ciudad del Vaticano que el Papa Francisco lo nombraba como obispo de la Diócesis de Osma-Soria. Desde entonces, su carácter cercano le ha permitido conocer la realidad y desafíos de la provincia soriana

"No hay relevo y es una gran preocupación" - Foto: Eugenio Gutiérrez Martínez

«Siempre sabiendo que es Dios el que llama pero que llama a través de personas», Abilio Martínez Varea recibió la suya, el punto de partida de su vocación, en «los dos curas» de su pueblo.  Fue cuando era un niño, en el Seminario. En ellos vio «su entrega a la parroquia» y «cómo el pueblo los quería por esa entrega». Vio que «eran cercanos, muy de escuchar, muy de ayudar...» y entendió que era «una posibilidad» de que «Dios le llamara por ahí». A partir de ahí, la vocación fue madurando... 

El 5 de enero de 2017 se hizo público en la ciudad del Vaticano que el Papa Francisco lo nombraba como obispo de la Diócesis de Osma-Soria.  

A punto de cumplirse tres años de su llegada a Soria, y una vez que ha podido conocer su realidad, sus gentes, el territorio... ¿Cómo es la Diócesis soriana? 

Es una diócesis ambivalente. En el sentido de que es verdad el gran problema del envejecimiento y la despoblación pero, a la vez, nuestra sociedad, nuestra Iglesia soriana diocesana es muy dinámica y viva. Recientemente hemos tenido una preparación para un congreso de laicos que va a haber a nivel nacional y han participado casi 500 personas. En un encuentro de monaguillos, vinieron 20. Es un gran número.  

¿Es eso quizá lo que más le ha sorprendido de esta diócesis?

Sí, porque a lo mejor yo llegué demasiado envuelto en informaciones que me daban desde aquí mismo de la problemática de esta provincia, y esa realidad es absolutamente cierta y no se puede cerrar los ojos a esa realidad triste en la que muchos de nuestros pueblos han desaparecido y otros están a punto de desaparecer, pero, por otro lado, también creo que debemos presentar la cara positivo de la diócesis, y es la de una Iglesia viva que se implica bastante en todos los campos, en el campo de la catequesis, de Cáritas, en mantener sus templos... Me ha sorprendido porque es verdad lo que se me ha dicho pero, quizá precisamente por venir de fuera, puedo aportar esta visión más positiva. 

¿Cuáles son los grandes retos que tiene la diócesis en estos momentos?

El reto principal es mantener la esperanza, en el sentido de seguir construyendo provincia, seguir construyendo diócesis. En nuestra diócesis, y a veces también se aplica a la provincia, tenemos que trabajar por su futuro. Y en ese trabajar por el futuro hay que trabajar, por un lado, por las vocaciones al sacerdocio -porque los sacerdotes son necesarios para las comunidades parroquiales-, pero sin olvidar también la vocación de los laicos, el compromiso de los laicos, la posibilidad evangelizadora de los laicos, tanto dentro como fuera de la diócesis. 

En algo que estoy insistiendo mucho, y donde hay pequeños atisbos de esperanza, es en cuidar a los jóvenes que tenemos. Hay un problema pastoral con los jóvenes y es que, cuando hacen los 18 años, muchos se marchan fuera y, por tanto, nos resulta muy difícil hacer una pastoral de continuidad. Estoy insistiendo mucho en que, después de la Confirmación, al menos durante dos años, podamos tener grupos allí donde hay jóvenes (en la capital y en las cabeceras de comarca) y unamos a todas las parroquias para mantener un grupo. 

De los 85 presbíteros de la diócesis, la mitad tienen más de 75 años. ¿Preocupa al obispo la alta edad media y el descenso del número de sacerdotes?

Antes de decir la palabra «preocupación» querría decir la palabra «agradecimiento». Agradecimiento a todos los sacerdotes que, después de los 75 años, siguen manteniéndose directamente en las parroquias o como colaboradores de otros párrocos. En segundo lugar es cierto que la siguiente palabra podría ser «preocupación» por el relevo generacional de los sacerdotes. En Soria preocupa mucho. 

Si miramos la pirámide poblacional es evidente que hay mucha gente mayor y viene poca gente joven. Eso aún está más marcado en la pirámide del clero. Doy un dato:en los últimos diez años se han ordenado cuatro sacerdotes para la diócesis. No hay relevo, y eso es una gran preocupación para el obispo y para la diócesis. 

¿Qué solución hay? ¿Es necesario planear un nuevo modelo de pastoral?

Ciertamente estamos muy al inicio de un nuevo modelo de pastoral. ¿En qué consiste esa remodelación pastoral?Precisamente la pasada semana tuve una charla sobre la respuesta pastoral que podemos dar a la escasez de clero y a la despoblación. El proyecto que tenemos lo llamamos «comunidades parroquiales». Es un proyecto complejo pero yo pondría dos palabras para entender en qué consiste este nuevo modelo pastoral: integración y laicos. 

Integración, porque tenemos que ir integrando, no podemos ir dividiendo realidades pastorales. Porque no tenemos para dividir...

Y laicos, porque creo que hay que pasar de un nivel en el que el laico solo hace unas pocas actividades a otro nivel en el que algunos lacios -algunos, no muchos- puedan tener una responsabilidad más importante. No se trata de hacer a los laicos curas, ni mucho menos. Pero sí que hay experiencias de otras diócesis donde los laicos tienen responsabilidades también dentro de la Iglesia, en las parroquias; y puede ser un camino para poder hacer este nuevo modelo de pastoral durante el tiempo que sea necesario. 

¿Lo que plantea es integrar más a los laicos en la labor evangelizadora?

Eso es. Integrar más, dar un paso más. Hasta ahora podemos decir que la integración ha sido como colaboradores, a nivel de catequesis, voluntarios de Cáritas, de liturgia, que leen las lecturas, que cantan... Es un nivel magnífico pero se trata de dar un paso más. No serían muchos porque este nivel ya implica que los laicos tengan una formación y un tiempo para dedicarse a ello, y ya no serían colaboradores sino también responsables en la tarea evangelizadora. 

¿Veremos a laicos ofreciendo misa?

No, eso no. La Eucaristía está reservada al presbítero. 

Lo que sí tenemos ya es lo que se llaman celebraciones dominicales en espera de presbítero, donde religiosos o laicos celebran, no la Eucaristía, sino la lectura del Evangelio, la Palabra de Dios.  Se reflexiona un poco y después se distribuye la Comunión. Son laicos formados y que tienen la misión del obispo, no lo puede hacer cualquiera. De momento no está en demasiados pueblos pero sí en algunos, sobre todo en la Semana Santa, cuando hay tantos oficios y celebraciones litúrgicas. Nos gustaría que todas las parroquias tuvieran acceso a la Eucaristía, porque la Eucaristía es lo que construye la parroquia en el sentido espiritual, lo que hace que la comunidad sea viva, pero no podemos llegar a todas. 

¿Esos laicos serían remunerados?

Podría ser, sí, no está descartado. Pero ya digo que sería un número muy pequeño de laicos. No está descartado que estén remunerados ya que, si ellos van a necesitar una formación y un tiempo de dedicación amplio (no una colaboración puntual), no hay que descartarlo, y no lo descartamos. No sé cuándo vendrá pero sí que es verdad que lo tenemos como proyecto. 

Incorporar a laicos es un camino pero es evidente que faltan vocaciones. En los años 60 en el Seminario había más de 200 seminaristas, hoy hay un seminarista en etapa pastoral y ocho estudiantes en el Seminario Menor. ¿Estamos ante un cambio de época? ¿Es un problema de sociedad? ¿De la Iglesia, que debe hacer autocrítica?

La verdad es que no me gustaría ‘echar balones fuera’, sino reconocer también a lo mejor las propias dificultades que dentro de la Iglesia encontramos para que salgan vocaciones al presbiterado, pero en esa charla de Madrid en la que participé hace unos días había también un sociólogo que se dedica a cuestiones de la demografía y, a veces, se nos pasa desapercibido que el descenso del número de niños y jóvenes es también descenso para las vocaciones.Eso es un factor. Otro puede ser evidentemente este cambio de época donde el presbítero, el sacerdote, ha dejado de ser una figura centro como era antiguamente en los pueblos y ha pasado a ser uno más. Eso también nos purifica, no pasa nada, pero digamos que está desapareciendo ese atractivo de entregarse a Dios y a la Iglesia desde el ministerio sacerdotal. También afecta la secularización tan grande que estamos viviendo, que se dice que es mejor hacer otras carreras... Son muchos factores.

¿Cómo hacer cristianos hoy en día? 

[Risas] Es la clave, sí. Cuando yo llegué pedí a los sacerdotes, a religiosos, religiosas y a todos los laicos que quisieron participar, que me dieran ideas de cómo hacer cristianos. Precisamente este curso hemos comenzado ya a tratar lo que llamamos la iniciación cristiana. Porque tenemos una realidad y es que, gracias a Dios, en la diócesis soriana siguen siendo mayoría los que se bautizan, los que hacen la primera Comunión, los que se confirman, no así ya las bodas (sabemos que los matrimonios canónicos han bajado bastante), pero, aún así, nos preocupa y creemos que la iniciación cristiana, el hacer nuevos cristianos, lo debemos mejorar. ¿Qué líneas vamos viendo? En primer lugar, a ver si conseguimos que se impliquen un poco más los padres, porque los niños en sus primeros años ‘beben’ de los padres e influye muchísimo la educación de los padres. 

Vamos también por la línea de hacer procesos que llamamos ininterrumpidos, es decir, intentar que el niño que viene a la Comunión, se marcha, vuelve para la Confirmación, y se marcha; le podamos ofrecer procesos de formación, de oración, de compartir... donde puedan vivir su ser cristiano. Precisamente por el cambio de época en el que nos encontramos necesitamos ofrecer lugares de encuentro, de compartir, de experiencia. 

Llama la atención que Comuniones, Confirmaciones... se mantienen ¿Hay católicos solo de celebración ¿Hay una doble moral? Porque esas familias luego no se ven en misa, ¿no? Yo no diría doble moral pero sí diría que efectivamente estamos acostumbrados desde hace décadas a vivir un Cristianismo (por eso yo a los párrocos les pido que tengan paciencia, porque es algo que venimos arrastrando) donde decíamos que lo importante es el sacramento del Bautismo, de la Comunión, de la Confirmación... Entonces, eso es lo que ha calado y, una vez que hemos recibido el sacramento, parece que ya no hace falta más. Por eso estamos en esa línea, intentar romper esa mentalidad de que para ser cristiano basta solamente con los sacramento. Son sacramentos, es formación y es también implicación en la comunidad parroquial. 

Comentaba que se ha sorprendido de la cantidad de laicos y jóvenes involucrados en esta diócesis. ¿Encuentra una justificación a este hecho?

No tiene una base científica pero mi intuición es que la diócesis de Soria ha conservado más, probablemente, por tener gente mayor. Me refiero a que donde encontramos el problema de evangelización fundamentalmente es en los jóvenes y en los adultos medios (hasta los 50 años). A partir de ahí, encontramos gente más practicante, más religiosa. Como Soria tiene gente de mayor edad, son los que mantienen más valores religiosos, los que asisten a las celebraciones e intentan implicar a sus hijos y nietos. 

La Iglesia es a menudo foco de la política y en ocasiones se ve ‘amenazada’ por algunos discursos y argumentos. ¿Debe la Iglesia meterse en política?

La Iglesia como institución y nosotros como obispos creo nunca entramos en lo que es política partidista (de partidos), entramos en la gran política, en sentido amplio. 

Los filósofos definen al hombre como un animal político, es decir, que es social. Entendiendo por política aquello que afecta a las personas, ¡cómo no va a hablar la Iglesia! Damos una serie de criterios y argumentos para los cristianos y para aquellos que nos quieran escuchar y que ellos, con su conciencia y razón, obren como crean conveniente. Damos criterios más que soluciones partidistas. 

Si PSOE-Unidas Podemos se unen, ¿qué espera de ese nuevo Gobierno? ¿Y qué desea?

Haría coincidir esperar y desear, y yo lo que desearía es que, si se conforma un nuevo Gobierno, sea un Gobierno para todos. Para la Iglesia el bien común es muy importante. Espero que gobierne para el bien común y espero que prepare un presente y un futuro bueno para la sociedad española, porque lo necesitamos.

La Iglesia se ha sumado a algunas de los últimos actos reivindicativos de la plataforma Soria ¡YA! ¿Por qué?

Nos hemos implicado precisamente como consecuencia de esto que estamos hablando, porque no es un partido político, sino que es una plataforma que aglomera a todos los que están interesados por el presente y el futuro de la provincia de Soria. ¡Cómo no vamos a apoyar a alguien que quiere el bien y el futuro de Soria! No siempre podemos apoyar pero, cuando se puede, pues adelante. 

El Gobierno anunció su intención de hacer público el listado de las inmatriculaciones realizadas por la Iglesia desde 1998. Desde la Diócesis se anunció la elaboración de un inventario propio. ¿Ya está preparado?

Las inmatriculaciones fundamentalmente han sido del patrimonio histórico artístico religioso. De los templos, ermitas, casas parroquiales... Nosotros desde la Delegación de Patrimonio estamos trabajando también en hacer un inventario de todo. No lo tenemos terminado todavía pero ya va muy avanzado. 

Está al frente de una diócesis rica en patrimonio ¿supone esto un problema por lo que implica su mantenimiento?

Sí. Diríamos que es nuestra gloria y, a la vez, nuestra preocupación. 

La gloria porque lo hemos recibido de nuestros antepasados, es un signo de fe y es también un signo histórico artístico. Tenemos una Soria románica preciosa, una catedral y una concatedral preciosas, unos templos del siglo XVI magníficos... entonces, es nuestra gloria. Porque significa que ha habido un pueblo cristiano muy importante en Soria, y porque lo hemos heredado y eso hace que nuestro patrimonio sea lugar de culto y signo de identidad de nuestros pueblos.

Digo que es también nuestra preocupación porque cuesta mucho mantenerlo. He de decir que, en los bienes muebles, estamos intentando poco a poco consolidar los tejados y las torres para que los edificios se mantengan (y los interiores ya los asumiremos después). Esa es la labor principal desde que llegué, recogiendo el testigo de mis antecesores. 

Es cierto que invertimos bastante a nivel de Obispado y a nivel de parroquias, y eso ha hecho que tengamos tejados y torres prácticamente salvadas. Queda alguno pero estamos en ello. En ese inventario que estamos haciendo también tenemos en cuenta el estado y vamos buscando dónde es necesario una intervención y los medios para ello. 

En los últimos años han sufrido robos en templos, especialmente de zonas despobladas. Es evidente que nadie tiene derecho a coger nada que no es suyo pero también es cierto que esos templos presentan un estado ruinoso. Esa intervención de la que hablaba ahora llega ya tarde allí, ¿no?

Claro, pero tenemos que aprender de la historia. Estamos hablando de templos en pueblos despoblados en los años 60, y están en completa ruina. Allí ya no quedan vecinos (que son los mejores guardias) y por eso son objeto de los robos. Lo que hemos hecho es pedir a los párrocos de esos despoblados que nos digan qué hay, para tenerlo también en el inventario y saber reconocer si se pierde algo. Es una acción preventiva pero, aprendiendo de la historia como comentaba, lo que tenemos como misión ahora es no dejarnos caer ningún templo. Aquello ya no lo puedo evitar evidentemente, pero hay que aprender y no quiero que perdamos ninguna ermita o iglesia histórica, porque eso luego ya no se puede recuperar. 

Económicamente, ¿goza de buena salud la Diócesis de Osma-Soria?

Bueno, sí. Nosotros presentamos lo que ingresamos y lo que gastamos en el portal de transparencia en la web de la diócesis e intentamos, como el buen padre y madre de familia, no hacer más de lo que podemos hacer con nuestros propios medios. En ese sentido, es una diócesis que no tiene preocupaciones económicas. 

Necesidades tenemos muchas y, si tuviéramos más dinero, ayudaríamos a más gente y también invertiríamos más en nuestro patrimonio, pero lo que hacemos es intentar no endeudarnos y tratamos de cuadrar las cuentas para no tener problemas financieros. 

La propiedad de la ermita de los Ulagares, en Castilruiz, llegó hasta los tribunales. Finalmente no fue necesario juicio ya que el Obispado y el Ayuntamiento anunciaron la intención de llegar a un acuerdo. ¿Qué decisión se ha adoptado finalmente?

Estamos en ello. Las dos instituciones se han puesto de acuerdo en no llegar a juicio y ahora estamos en el momento de redactar un documento con el fin de que sea de la aceptación de las dos partes, y vamos por buen camino. 

¿Va a ser posible llegar a un acuerdo cuando las dos partes entienden que es de su propiedad?

Yo pienso que no va a ser difícil, y espero no equivocarme. Es cierto que esas cosas las lleva el vicario general y el delegado de Patrimonio pero, en principio, el acuerdo está muy avanzado para reconocernos como titulares de la ermita y puede que lleguemos a buen fin. 

¿Cree que hay cierto desconocimiento sobre la labor social de la Iglesia?

Sí, yo creo que hay bastante desconocimiento. La Iglesia ayuda a las personas necesitadas de muchas formas: a través de los grupos de Cáritas de las parroquias, a través de Cáritas diocesanas, tenemos los grupos de apoyo escolar, ayudas para transeúntes, tenemos un piso para personas sin hogar y otro para madres embarazadas o con los niños muy pequeños que no tienen donde ir, ahora también tenemos un proyecto de reinserción de presos... y toda la atención primaria (por ejemplo, aquel que no puede pagar un recibo de luz y se le ayuda). Tenemos mucha gente a la que ayudamos. 

A raíz de los casos de pederastia y en parte también por la actitud de parte de la jerarquía, la Iglesia parece sufrir una crisis de reputación. ¿Cree que el problema ya se ha resuelto o deberían tomarse más medidas?

Estamos intentando elaborar desde la congregaciones religiosas y desde las diócesis un documento de protocolo de actuación tanto para la prevención como para, si se da algún caso, determinar cómo actuar. Es cierto que va despacio, pero se está elaborando. ¿Se ha pasado la crisis? No lo sé... Pero, ante la problemática, lo que estamos haciendo es elaborar esos protocolos de actuación. 

¿En Soria se tiene constancia de que haya habido casos de pederastia? ¿Hay denuncias?

No, en la actualidad no. 

¿Y en el pasado?

No. La verdad es que, si ha habido, no están recogidas. 

El Papa planteó que para junio de 2020 todas las diócesis deben contar con «sistemas estables y fácilmente accesibles al público para presentar informes» de quejas de abusos, una especie de mostrador. ¿Se está trabajando ya en la diócesis en ello?

Sí. Desde laConferencia Episcopal Española, además de hacer esos protocolos que mencionaba antes, también estamos tratando la apertura de oficinas de atención a las víctimas. Hay dos posibilidades, o hacer una por cada diócesis o hacer una por provincia eclesiástica (en el caso de Soria incluye Burgos, Palencia, Vitoria, Bilbao y Soria).Eso todavía no lo hemos concretado, pero estamos ya en el hecho de intentar hacer y abrir esas oficinas. 

Ante la falta de vocaciones, la despoblación, la dificultad de llegar a algunos rincones... hay quien ha planteado la posibilidad de eliminar el celibato de los sacerdotes en algunos casos excepcionales. El Papa ya ha dicho que nunca lo eliminará. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Yo creo que hay que mantenerse en lo que es la postura de la Iglesia y el Papa ya ha dicho que no lo va a hacer. Entonces, yo creo que la Iglesia es una Iglesia jerárquica y, sobre esa cuestión, decide el Papa. Con lo cual, él decidirá. Yo sobre eso me remito a lo que dice el Papa, sin más. 

Otro de los asuntos de debate en la actualidad es el papel de la mujer en la Iglesia. Las religiosas han pedido en varias ocasiones ser escuchadas y tener voto en los sínodos. ¿Qué opinión le merece?

Yo creo que en general hay que repensar el papel de la mujer en la Iglesia. No sabría concretar ahora de qué forma, si con tener voto en los sínodos o de qué manera, pero sí que tenemos que repensarlo, porque hay una serie de actividades que no están unidas al sacramento del sacerdocio y que, por lo tanto, las puede desarrollar cualquier laico. Y al decir laico, decimos laicas también. Eso supondría una integración de los laicos, de las laicas, en la Iglesia con un paso más. 

Creo que es verdad que hay que repensar el papel de la mujer en la Iglesia, sin caer en demagogias. Creo que debemos hacerlo. El papel de la mujer, tanto de religiosas como laicas. 

Los presbíteros son los colaboradores necesarios y más estrechos del obispo. ¿Qué le pide al presbiterio diocesano soriano?

Lo que le pido es que sea un presbiterio unido, que viva la fraternidad, la cercanía, el compañerismo... y que sea un presbiterio también evangelizador, es decir, capaz de salir a la calle y anunciar a Jesucristo y estar muy cerca de la gente. Unido, evangelizador y cercano a la gente. Cercanía y sencillez me parece fundamental. 

¿Qué es lo que más le duele al obispo de esta diócesis?

Que sea una diócesis que se va despoblando y que va envejeciendo. Siendo una provincia con tantas posibilidades, con tanto patrimonio, con tanta tradición... que no haya medios para poder seguir manteniendo la población aquí. 

Si tuviera que resumir su vida en una sola idea central, ¿cuál sería?

Lo que me motiva es la palabra «entrega». Yo cada día intento preguntarme qué debo hacer para ser un buen obispo y para entregarme a esta diócesis que el Papa me ha confiado.

Cuando fui nombrado, fui a ver al Santo Padre y él me dio una palabra: «Esté muy cerca de su pueblo [de Dios]». Eso es lo que a mí me motiva, estar cerca de ese pueblo que Dios me ha confiado a través de la Iglesia, e intentar dar lo mejor de uno mismo... también con los fallos, limitaciones y errores. 

¿Le ha aportado algo esta diócesis a nivel personal?

A nivel personal me ha aportado el encontrar una gente sencilla, franca, noble, un estilo castellano que da esa sobriedad en el trato, en el comportamiento. Es una sociedad que me da tranquilidad, que me da seguridad. 

El Papa Francisco ha criticado el ‘carrerismo’?en la Iglesia, el querer utilizar una diócesis pequeña para acceder a otra más grande. ¿Comparte este pensamiento?

Desde luego. Yo creo que el ‘carrerismo’ en la Iglesia no sirve -no entro en otros ámbitos pero en la Iglesia, desde luego, no-. El ‘carrerismo’ entendido como medrar para conseguir una serie de prebendas no es bueno. 

El Papa lo que nos está diciendo es:«Usted está en su diócesis, entréguese, sea un pastor de Dios cercano y comprometido, y no busque nada». En ese sentido subrayo todas las palabras del Papa. El ‘carrerismo’ no hace ningún bien en la Iglesia. 

¿Qué futuro aventura a la diócesis? 

Yo creo que el futuro es el que hemos hablado, el de intentar hacer una pastoral con niños, jóvenes y adultos de edad media; pero sin abandonar al resto. Niños y jóvenes... porque son el futuro de la Iglesia. Esto se ha trabajado ya siempre, pero llevábamos una línea de trabajo que vemos que nos resulta insatisfactorio, y queremos buscar nuevos caminos.