Gárgolas, las vigías de El Burgo

Ana P. Latorre
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Dolores Herrero, doctora en Historia del Arte, cataloga 48 en la catedral de la Asunción, pero cuatro de ellas, ocultas, le sorprendieron por su tamaño, iconografía y simbolismo

Gárgolas, las vigías de El Burgo - Foto: Eugenio Gutiérrez Martínez

De las 48 gárgolas de la catedral de la Asunción de El Burgo de Osma que catalogó la doctora en Historia del Arte Dolores Herrero pasa su tesis, cuatro de ellas sobresalen por su antigüedad y su simbolismo pero no se pueden ver en el exterior porque han quedado ocultas en la nave lateral norte. La investigadora (con un blog especializado) realizó la tesis en el Departamento de Historial del Arte Medieval de la Universidad Complutense de Madrid sobre Gárgolas de las catedrales de góticas de Castilla y León (más de mil descargas en internet) y desde entonces recopila información y estudia estos elementos arquitectónicos tanto de España como de otros países. «En la tesis me encontré gárgolas de distintas épocas, porque hay mucha descontextualización, ya que se restauran y sustituyen. Hay algunas medievales, pero no todas lo son», explica recordando que observó gran variedad.  En su estudio destacó la catedral de Burgos, con más de 200 gárgolas y «muy bien conservadas», y la de Salamanca, «también fantásticas y en muy buen estado de conservación», en ambos casos «en general», porque también se encuentran muchas deterioradas por el paso del tiempo. «Hay catedrales que tienen menos pero donde te encuentras pequeñas joyas, como El Burgo de Osma», explica Dolores Herrero. 

La experta indica que las exteriores están muy deterioradas, como también pudo comprobar El Día de Soria en su reciente visita a la catedral. «Da mucha pena porque en su origen debían de ser maravillosas porque tienen una iconografía con unos detalles que demuestra que debían tener una simbología muy bonita», añade lamentando que estén tan erosionadas y que a algunas les falten las cabezas. Ella estudió todas, incluso los caños geométricos y las del claustro, que son «muy modernas», simplemente un caño cilíndrico.  

joyas escondidas. «Después, en el costado norte contiguo al claustro que está oculto, me encontré con esas cuatro joyas que son preciosas. Una de ellas no tiene cabeza, pero son una maravilla porque estas gárgolas escondidas del siglo XII y con una iconografía espectacular. Aunque precisamente eso puede ser una ventaja porque se mantienen bien conservadas al no estar expuestas al exterior», detalla Dolores Herrero. «Fue una sorpresa encontrarlas en una catedral pequeña. No es del nivel de Burgos ni de Salamanca, pero te encuentras unas gárgolas que no ves en ningún sitio y nos llamaron mucho la atención», tanto a ella como al fotógrafo que le acompañaba.

Las piezas se encuentran en la nave lateral norte, contigua al claustro. Representan a un humano, dos antropomorfos y una desconocida, porque tiene cuerpo de águila pero le falta la cabeza. La primera «es una mujer, con un manto y muy expresiva, se le ven incluso las arrugas en la frente y está como gritando de dolor o desesperación porque tiene la mano en la garganta. Es como un ahogo o tormento. La otra mano la apoya en una cabeza demoníaca con cuernos y con la mano. Podría ser una pecadora que se lamenta con sus faltas. Creo que todo está relacionado con el pecado». Dolores Herrero cree que es una figura «impresionante», sobre todo por la época, y por su tamaño, porque «son enormes». Las gárgolas suelen medir un metro y pesar unos 80 kilos.

Otra es un antropomorfo de cabeza femenina con tocado o pelo y brazos  humanos, patas traseras, en las manos un cordero y debajo un hombre orante con las manos juntas que sale de una boca con dientes. Es muy expresiva, «con gesto feroz que parece que grita». El otro antropomorfo es un águila con cabeza humana y pelo rizado. Tiene debajo un carnero y aire demoníaco por las escamas de reptil, a modo de dragón, aunque tenga aspecto de águila. Y la última podría ser un águila, ya que está rota y le falta la cabeza. Apoya las patas en alguna figura que no puede indetificarse. «Debió ser preciosa porque el plumaje es una maravilla, muy detallado». 

Todas ellas están labradas en caliza, posiblemente. Para tener una idea de cómo se hicieron, la doctora indica que ahora se esculpe con las mismas herramientas que en el siglo XII. Son obra de artesanos de un taller del gremio de canteros, «la palabra artista no tenía cabida». Las gárgolas son muy parecidas a nivel estilístico, en iconografía y en elección de las figuras.

«Es muy bonito, da mucha pena que estén tan rotas... En su origen debieron ser magníficas y su iconografía muy interesante porque tienen detalles que las de otras catedrales no tienen», apunta. Están relacionadas con el demonio, lo que «es muy típico en catedrales e iglesias», la contraposición entre el bien, lo sagrado de dentro de la catedral, y el mal, lo que espera fuera. La talla es muy buena y son muy expresivas, «el único fallo es el gran deterioro, que se encuentra en más de una catedral». En otros lugares, explica, «se restauran y se cuidan pero entiendo que cada uno hace lo que puede. Unas veces se dejan y se pierden y otras se reconstruyen y restauran». Ella cree que deberían cuidarse, porque son preciosas, para evitar el deterioro. Para que las viese la gente habría que habilitarlo, pero la investigadora también cree que una exposición sería una buena idea para darlas a conocer y cuidarlas. «Normalmente las gárgolas tienden a morir por el deterioro, ninguna es eterna, por lo que hay que limpiarlas y conservarlas», añade.

en el exterior. Sobre las gárgolas de la fachada, en el lado sur catalogó las geométricas, simplemente es semicilíndricas y como tejas;y las de forma de semivasija, estriada, con boca en forma de ‘U’. «Hay una muy bonita, que está rota y no tiene cabeza, con cuerpo de águila y que apoya las patas en dos criaturitas pequeñas. Eso se ve mucho en varias de ellas, que parecen como corderitos, en las manos o pisoteándolos», lo que «tiene una simbología del bien y del mal, del pecado y el demonio, porque eso es símbolo de Cristo que se ofreció en sacrificio para redimir a la humanidad». Debajo de la gárgola, como ménsula para sujetarla, «aparece una pareja abrazándose, juntando los brazos». También está muy deteriorada pero debió ser «magnífica» porque a nivel iconográfico y simbólico se preciosa. 

Para datar estos elementos exteriores, la experta apunta que hay que tener en cuenta que la catedral gótica comenzó a construirse en el siglo XIII, sustituyendo a la románica del siglo XII, pero «las gárgolas no tienen cronología fija. Supongo que serán del siglo XIII, por el deterioro, pero ha habido muchas intervenciones hasta el siglo XVIII y no lo puedo asegurar». «Es difícil encontrar información sobre gárgolas, porque es un tema que interesa poco», apunta destacando que las más simples, las que son caños simplemente, son posteriores. 

Hay otra en el costado sur, muy gastada, de  con una figura que se lleva las patas al suelo y tiene como ménsula una cabeza humana; y otra muy curiosa, también sin cabeza, con las patas hacia el cuello y flanqueda por dos criaturas que parecen serpientes con cuernos. Hay dos más, un demonio con alas membranosas, ojos saltones y orejas alargadas y debajo un carnero; y otro con alas y un cuerno hacia atrás. Destaca en esa zona un antropomorfo, con patas de animal y cabeza humana con un tocado y joroba, sujetando un cordero en sus manos, sobre la figura de una mujer con criatura. «Es una aproximación, porque están muy gastadas», pero son detalles interesantes que dicen mucho de su simbolismo.

En el costado oeste hay gárgolas geométricas, estriadas con doble embocadura y forma de columna. Hay una en la que solo se puede ver una oreja, es un animal, pero no se ve bien. En el este hay un animal con rabo de león, sin cabeza, pero debajo con una persona con pelo medieval en cuclillas y manos en las rodillas, «muy llamativa». En el claustro, hay 24 de diseño geométrico, cilíndricas, con boca circular, muy modernas...