Las campanas que tocan cada mayo a 'tenterenublo'

Ana Pilar Latorre
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Es una costumbre que se ha mantenido con el paso del tiempo y que antiguamente servía para llamar a comer a los que trabajaban en el monte o incluso para ahuyentar las tormentas

Las campanas que tocan cada mayo a ‘tenterenublo’

Durante el quinto mes del año, desde el día en que los mozos pingan el mayo hasta el mismo 31, las campanas de la iglesia parroquial de San Leonardo de Yagüe tocan cada día a las 13.00 horas a Tenterenublo, como lo llaman en la localidad, o Tentenublo, como se dice en otros lugares. Las campanas han sido tradicionalmente una manera de comunicarse y este toque ha tenido siempre la finalidad de avisar de que era la hora de parar para comer a los que faenaban en el monte o en el campo. Pero, como si de un conjuro se tratara para alterar la naturaleza, con este toque se pretendía ahuyentar las tormentas, romper las nubes que amenazaban con pedrisco, tan dañino para los cultivos en esta época del año. 

Las campanas funcionan normalmente con un sistema eléctrico, como la mayoría ya; pero en el caso del Tenterenublo, que puede escucharse mucho más allá del núcleo urbano, hay que hacerlo de forma manual y a tiro de cuerda, para lograr ese ritmo, esa musicalidad, esa rapidez... En este pueblo pinariego se repite a modo de tarareo: «Tenterenublo, Tentereté/ Tenterenublo, Tenteretón...»; mientras que otras partes se recita al son de la música «Tente nublo, tente en ti/ No te caigas, sobre mí/ Guarda el pan, guarda el vino, guarda los campos que están floridos». Un original y tradicional toque de campanas, que tiene su origen en la Edad Media. Ricardo León es uno de los encargados de tocar el Tenterenublo en San Leonardo de Yagüe y se turna con Vitoriano Puertas y el joven Jesús de Miguel, que está aprendiendo y que practica los fines de semana, ya que suele estar en Soria. 

El párroco, Felipe Pérez, espera al campanero, que suele desplazarse en bici, en la puerta de la iglesia. Acompañamos a Ricardo, que accede al campanario por una pequeña puertecita junto a los bancos de la iglesia. Subimos junto a él el primer tramo y después el centenar de escaleras de caracol hasta llegar arriba, donde ya se prepara para tocar las enormes campanas.

Nos explica cómo deben amarrarse las cuerdas que, con su fuerza, hacen moverse el badajo y sonar las campanas. Comienza la música. Es importante el ritmo y la musicalidad, la sincronía y la rapidez, el movimiento de brazos y la coordinación en la mente de la melodía y el movimiento. El sonido es espectacular, vibra cada piedra de la iglesia y nos hace enmudecer. Es un toque muy distinto a los que se pueden escuchar tradicionalmente. Al principio un ritmo más rápido, que después se ralentiza, recupera la fuerza, vuelve a frenarse... Así durante casi cinco minutos en los que el son de las campanas inunda San Leonardo de Yagüe. 

«Las campanas han sido durante mucho tiempo un medio para comunicarse, incluso existía el oficio de campanero. Todo giraba en torno a la iglesia y había toques de misa, bautizo, boda, horas, clamores...», explica Ricardo. Lleva subiendo para hacer el toque de Tenterenublo «unos cuantos años». «Se queda grabado al escucharlo muchos años y luego lo interpretas. Sabes qué campana tocar para lograr que suene igual a como lo has escuchado. Forma parte de la tradición oral, ya que no hay nada escrito, y va pasando de unos a otros. No hay nada reglado, cada uno tiene su manera de tocarlo», detalla.

Ricardo, Victoriano y el pequeño Jesús han ido aprendiendo a tocar la campana como se aprenden los cuentos, las canciones, las tradiciones... siempre coordinando el sonido de una campana con el de la otra tirando de las cuerdas, en lo alto de la iglesia. «Lo más importante es la coordinación y yo intento hacerlo de la manera más pura posible, hacerlo igual que como lo tengo grabado en la memoria...», añade el que durante el mes de mayo actúa de campanero. Sobre los que están aprendiendo ahora, considera que «no se puede perder la costumbre en el pueblo, hay que seguir».

rapidez y sincronía. El párroco, natural de La Póveda, vino para dos meses y lleva ya 54 años en el pueblo, por lo que a muchos vecinos los ha bautizado, les ha dado la comunión y la confirmación y los ha casado... Comenta que el Tenterenublo también se toca cerca, en la ermita del Cristo de Miranda, en Santa María de las Hoyas.  La rapidez y la sincronía para tocar el Tenterenublo no la consiguen los sistemas eléctricos modernos, por eso se precisa la colaboración de estas tres personas, que han aprendido de otras más mayores, aunque cada uno le aporta su estilo, intentando respetar la tradición. «Hay que darle calor», resume Ricardo, quien indica que al ser «buenas» las campanas se escuchar en todas partes. 

El cura destaca, igualmente, la relación de este toque con la Pingada del Mayo. «Ese día [el primero de mayo], cuando acaba la misa y suenan las campanas se bendice a los mozos poco antes de pingar el mayo, para que no pase nada». Desde entonces, quedan todavía 30 días para poder escuchar el Tenterenublo en San Leonardo de Yagüe.

Junto a la iglesia, en la carnicería,  Juan Antonio Oteo y Begoña de Pablo, al preguntarles por este curioso toque de campana, aseguran que les orienta para saber la hora, que se acerca el cierre del establecimiento a la hora de comer. «Con la pingada empieza la ‘matraca’, lo bueno es que la tradición no se ha perdido. Antes no había relojes ni móviles y se avisaba, por ejemplo, de que era la hora de comer», comentan.

En San Leonardo de Yagüe pervive una tradición de origen medieval y que estaba muy extendida en Castilla yLeón, Castilla La Mancha, Aragón, Navarra, La Rioja y País Vasco. El toque se acompañaba con rezos a Santa Bárbara y letanías en torno al Tentenublo. Otra de ellas sería: «Si lluvia traes ven para acá/ Si piedra, vete para allá». El tenterenublo, ¿una religión una superstición?