El cuidador de "lo más grande de Soria"

Nuria Zaragoza
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A sus 19 años, Manuel Izquierdo se ha convertido en el principal aliado de los gigantes y cabezudos. Con mimo, cuida y restaura cada una de las piezas

El cuidador de - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Son las diez de la mañana y en la ‘guarida’ de los gigantes y cabezudos de la ciudad [en las cocheras del Ayuntamiento de Soria] ya se oyen de fondo voces de niños que esperan la salida del Diablillo, de Popeye, del Pirata, del Mexicano, de Napoléon... En apenas dos horas recorrerán las calles de la ciudad pero, mucho antes de que el pasacalles arranque en uno de sus días grandes, en plenas fiestas de San Saturio, Manuel Izquierdo se empeña pincel en mano para que cada una de estas figuras que integran la comparsa municipal luzca con la mejor de sus ‘caras’. 

Lo suyo con estos cabezotas y estos personajes enormes (los gigantes superan los tres metros de altura y el más pesado alcanza los 54 kilos de peso) viene de lejos. Y no ha sido una afición inculcada desde la cuna ni nada impuesto por tradición o familia. Lo suyo llegó de forma natural cuando era solo un niño, pero llegó ya para quedarse. Porque este joven soriano de 19 años lleva ya más de media vida unido a estas imágenes de cartón que, con mimo, cuida como si fueran parte de su propio patrimonio. De algún modo... lo son.

su propio gigante con 14 años. Con «ocho o nueve años» se puso por primera vez el cabezón del Diablo. Fue «un lunes de verano», recuerda perfectamente. Ese fue su ‘estreno’, pero llevaba ya tiempo acudiendo a cada pasacalles con sus padres y abuelos. 

A los 14 se construyó su propia figura, «un pequeño gigante», que el Ayuntamiento «autorizó» para «salir con la comparsa». Desde entonces, ha desfilado años tras años con su «pequeño» coloso junto a los gigantes y cabezudos oficiales. Hasta «este verano», cuando dio el salto y bailó por primera vez uno de los gigantes municipales, el piñorro don Saturio. 

Y, como no podía ser de otra forma, ahora Izquierdo se ha integrado en la Asociación Cultural Comparsa de Gigantes y Cabezudos de la ciudad de Soria que, desde este San Saturio, asume las riendas de la comitiva. Ahora se podría decir que lo hace de forma ‘oficial’, pero la realidad es que hace ya tiempo que él trabaja, en la sombra, cuidando de estas peculiares efigies, especialmente de las más antiguas y las que están más deterioradas.

el restaurador ‘oficial’. «Para mí, los gigantes y cabezudos son lo más grande del mundo. Les tengo mucho cariño y me daba mucha pena que salieran en malas condiciones», apunta para explicar cómo comenzó una afición que le quita «muchas horas» de su tiempo personal pero que, a cambio, le regala muchas satisfacciones. Desde hace ya un tiempo Izquierdo se empeña en restaurar los viejos cabezudos del Ayuntamiento. Cabe recordar que en los últimos años se han presentado doce figuras nuevas, seis gigantes y seis cabezudos, pero la comparsa se completa con una veintena de figuras antiguas de cabezudos. «Hablé con el Departamento de Cultura y me autorizaron para restaurarlos... y hasta aquí hemos llegado», indica. 

De momento, ha arreglado cuatro «por completo», si bien al resto también les ha hecho «pequeños retoques en el sombrero, las cejas, el pelo, los descorchones...» para que no se vieran tanto los desperfectos. Popeye, un payasito y un enano, de los cabezudos pequeños, y Drácula, el Diablo, el Verrugón y Napoleón, de los grandes, son algunos de los que ya han pasado por sus manos. 

Para llevar a cabo su labor, completamente altruista, los traslada a casa y allí «lo primero» que hace es «lijarlos para que quede la superficie lo más lisa y con menor pintura posible». A partir de ahí, arregla «con papel de periódico y masilla especial» la parte deteriorada y, por último, los pinta, «siempre respetando el color original de la figura», recalca. Lo más complicado  es, apunta, «poner el papel de periódico con la cola y el agua, para que quede liso, sin arrugas» y se pueda luego decorar mejor. Ha llegado a estar hasta un mes -a ratos- con cada uno de estos cabezudos restaurados. 

A mayores, cuando se aproximan fechas clave, se acerca con sus herramientas al almacén municipal para retocar in situ aquellas cosas más pequeñas: «Cuando llega San Saturio, que es cuando más gente los ve, siempre me gusta bajar unos días antes a retocar todo lo posible». Porque, insiste, «los cabezudos para mí son el todo y me siento muy orgulloso de poder restaurar las figuras que al fin y al cabo representan a toda la ciudad. Es un orgullo bastante grande», sentencia. 

Todas tienen algo especial para él, pero reconoce que tiene dos preferidas. «Estoy enamorado de la Piñorra, me parece una figura muy acertada y el traje y el mantón es precioso y, cuando baila, hace un juego de vuelo y de flecos impresionante. Pero, si hay que recalcar uno de los antiguos, me quedo con Dulcinea, siempre va a ser para mí la más bonita. Desde pequeño siempre me ha gustado porque como iba vestida como la piñorra…», recuerda. 

Es consciente de que las figuras anteriores habían quedado ya «antiguas» y considera un «acierto» la decisión municipal de renovar todas las figuras con personajes vinculados a Soria. Eso sí, lanza una petición: «Que no se destruyan nunca los antiguos. Creo que es importante guardar tanto los gigantes como los cabezudos para que, si el día de mañana se decide hacer una exposición o sacarlos a la luz, disponer de ellos. Por muchos años que tengan o muy deteriorados que estén, por favor, que no se tiren», reclama. 

De cara a la siguiente renovación de figuras anunciada por el Ayuntamiento para los cabezudos que precisamente él ha estado restaurando, este joven aficionado lanza ya algunas propuestas: «Me parece una buena idea para ir dando un pequeño descanso a las figuras antiguas y vincular los cabezudos más con la historia y personajes de Soria. La castañera, la heladera, el santero de San Saturio… podrían ser una opción», propone. 

Su afición le ha llevado a Pamplona, Zaragoza... y a Madrid, donde incluso le dejaron «bailar la Chulapa del Ayuntamiento de la capital». Ahora, confía en que la comparsa municipal que lidera ya la ciudadanía siga creciendo y creciendo, sumando nuevos apoyos. «Con la comparsa me gustaría llegar hasta el fin del mundo. Poder hacer alguna concentración en Soria, recuperar algún recorrido antiguo y que Soria vuelva a tener su comparsa de gigantes y cabezudos como antiguamente», sueña. Y sabe que los sueños, si se luchan, se cumplen.