Brutalismo en Soria

Ana I. Pérez
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El Día de Soria repasa algunos edificios de este estilo arquitectónico, entre los que destaca la iglesia del Salvador de Bellosillo

Brutalismo en Soria - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

La movilidad está restringida, así que para los días de Semana Santa un buen plan puede ser conocer lo nuestro, reencontrarnos con lo que, posiblemente, vemos a diario, pero no reparamos en su valor. Es una oportunidad para volver a visitar nuestro apreciado románico o  esos espacios naturales, que siempre son una acertada alternativa para los momentos de ocio. Podemos aprovechar e ir un poco más allá, aunque apenas sin movernos, y tomar conciencia de que en una pequeña ciudad castellana como es Soria nos topamos con exponentes del brutalismo, estilo arquitectónico de los años 60 y 70 del siglo XX, cuyo nombre procede béton brut, ‘arquitectura en crudo’ en francés, y que en España se identifica con las Torres Blancas (Madrid) de Francisco Javier Sáenz de Oiza (1969), la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense (Madrid) de José María Laguna Martínez y Juan Castañón Fariña (1971) o Walden 7 (Sant Just Desvern, Barcelona) de Ricardo Bofill (1975).

Guiados por el arquitecto soriano Miguel de Lózar -Estudio2Arquitectos- (re)descubrimos que el inmueble brutalista «más representativo» es la iglesia del Salvador (1967-70), obra encomendada en su día por la Diócesis de Osma-Soria a los arquitectos Francisco Bellosillo García, Juan María Bellosillo García, Joaquín Vaquero Turcios y Luis Jiménez. En el monográfico publicado por Miguel de Lózar en el número 35 de Arevacon en 2015, revista cultural de la Asociación de Amigos del Museo Numantino, sobre La arquitectura moderna en la ciudad de Soria en el siglo XX, abunda sobre el empleo del hormigón armado como principal material de construcción en la iglesia del Salvador, tanto en el exterior como en el interior, «sin ningún otro tipo de revestimiento que pudiera  enmascararlo» como «una muestra de  esta intención de conectar a la Iglesia con el mundo real en el que de  hecho vivía, usando las técnicas de su tiempo y extrayendo de ellas sus mejores cualidades, tanto constructivas como plásticas».

Miguel de Lózar apunta que el origen del brutalismo se halla en inmuebles como Notre Dame du Haut, la iglesia de Ronchamp (Francia) de Le Corbusier, correspondiente a la fase «casi expresionista» del arquitecto francosuizo a partir del final de la II Guerra Mundial.

«El Salvador es espectacular, es el edificio que mejor responde a todos estos planteamientos, aunque es obvio que la silueta de Santo Domingo está ahí calcada», sostiene De Lózar. 

INGENIERÍA FERROVIARIA. La primera construcción ‘brutalista’ que puede localizarse en Soria es el puente de hierro sobre el río Duero, construido en 1929 cuando se desarrolló la sección Soria-Calatayud del ferrocarril Santander-Mediterráneo. 

«Es el origen, el hierro se queda a la vista y no pasa nada [...] Le Corbusier busca esa estética de la ingeniería, en la que se puedan usar los materiales sin ocultarlos, sin edulcorarlos, igual que hacen los ingenieros. El brutalismo es esa idea, pero da un paso más allá. El puente de hierro de Soria no tiene un espíritu brutalista, porque no se lo planteaban, pero son los arquitectos los que reivindican esa capacidad de la ingeniería y se la apropian: usar los materiales al margen de los lenguajes tradicionales, de los acabados», relata el arquitecto.

el ‘búnker’. Sin embargo, si hay un inmueble que responde a lo que define este estilo arquitectónico, ese hormigón crudo que le da nombre, es el conocido popularmente como ‘búnker’, en la plaza Odón Alonso de la capital soriana. El edificio es obra de los arquitectos Federico Collaut Valera Terroba, Enrique Hernández Calleja y Luis de Vicente Navarro, y fue promovido a finales de 1970, según la fecha de visado en el Colegio de Arquitectos de Madrid, por Salvador Gallardo Ballano.

El arquitecto Julián Gallardo, hijo del promotor-constructor del ‘búnker’, puntualiza que se puede considerar un edificio brutalista «más por el impacto del material y sus dimensiones que supuso en una ciudad pequeña como Soria» que como tendencia arquitectónica en sí. «Es interesante, no solo por el hormigón, el sistema de carpinterías y ventanas de aluminio correderas fue novedoso en la época, incluso las persianas, los raíles o los tejados de pizarra. Es atrevido e innovador. Al final, se puede definir como un edificio brutalista por el impacto», reitera Gallardo.

Además, el arquitecto alude a las dificultades del «encaje» que supuso hace medio siglo en la normativa urbanística de la ciudad de la época, ya que entonces el inmueble se situaba casi a las afueras de la capital, y advierte de que fue «una obra costosa», teniendo en cuenta que el edificio «crecía planta a planta» con el hormigón hecho «a mano», a pie de obra.

«También había una relación entre técnicos diferente a cómo es ahora. Entonces los proyectos eran de los arquitectos,  los constructores no se metían, encargaban el proyecto y, en este caso, también novedoso fue hacerlo a un estudio de Madrid. Ahora quien marca la pauta es el promotor», resalta. 

Asimismo, el ‘búnker’, además, resultó original por sus instalaciones «especiales» como proyectos a parte, como la calefacción y agua caliente por sistema de columnas, o los propios ascensores.  

Por otra parte, otro edificio que «va en esta línea del  brutalismo», tal y como señala el arquitecto Miguel de Lózar, es el de la Gerencia de Servicios Sociales del paseo del Espolón, de Ignacio Cabrerizo, también de 1970. «Igual le falta ser un poco más brutalista, porque la parte del porche de la planta baja con ese mármol contrasta con la fachada construida de prefabricados de hormigón. Es interesante, pero cojea en el estilo en la planta baja», resume.

estadio. Y, además de contar con un templo de referencia como es la iglesia del Salvador o con un bloque de viviendas como el ‘búnker’ que pueden enmarcarse en este estilo arquitectónico, Soria también luce el antiguo estadio de Los Pajaritos que sigue esa misma filosofía brutalista. «Es interesante el edificio viejo de Los Pajaritos, un bloque hormigón visto y de acero, aunque como ya son los años 80 presenta más tintes modernistas con arcos. Se juega como a dos barajas, a la estética neobrutalista, pero lo ‘contaminan’ con un lenguaje historicista», describe Miguel de Lózar.

El nuevo humanismo, recuerda el arquitecto soriano, intentaba recuperar elementos clásicos y tradicionales como las ventanas de pequeño tamaño o los tejados puntiagudos, para conceder una «escala más humana y amable» a la arquitectura fría de masas.

Por ello, el nuevo brutalismo vuelve «con más ganas» a los orígenes del movimiento moderno y a reivindicar el uso de los materiales tal y como son, sin esconderlos, una tendencia que en la arquitectura actual está también «muy vigente». 

LA CASA DE LOS PICOS. El material de construcción del estilo brutalista no tiene por qué ser siempre hormigón, también lo son el ladrillo, el cristal, el acero, la piedra áspera o el gavión [canasta prismática rectangular de malla metálica de acero inoxidable o hierro galvanizado, rellena de tierra o piedra]. En este sentido, Miguel de Lózar pone el acento en la Casa de los Picos, el bloque de viviendas de la avenida de Valladolid, 35, construido en 1973, cuyo arquitecto es José Luis del Barrio y el promotor, Jesús Soto. En la citada revista Arevacon de 2015, en la que Miguel de Lózar aborda la arquitectura del siglo XX de la ciudad de Soria, hay un epígrafe dedicado a este edificio.

«La Casa de los Picos, de José Luis del Barrio, es un edificio de viviendas que también es muy potente en cómo saca la estructura de hormigón a la fachada y juega simplemente con el ladrillo, el hormigón y el vidrio que se puso más tarde en esas galerías que se cerraron. Habla ese lenguaje brutalista en la medida en que es capaz de usar lo natural y exponer los elementos estructurales, los materiales que configuran el edificio sin taparlo. La Casa de los Picos es un edificio muy elegante», sintetiza De Lózar.

#sosbrutalism. Este estilo arquitectónico cuenta con su propia etiqueta conservacionista en redes sociales, #SOSBrutalism, y una página web, www.sosbrutalism.org, con una base de datos activa con más de 2.000 registros de edificios brutalistas de todo el mundo. La provincia de Soria ya vivió su momento de contestación social en aras del mantenimiento del complejo parroquial de San Francisco en Almazán que, finalmente, fue demolido. La revista cultural Arevacon dedicó su número 30 en el año 2010 a este inmueble. Fue precisamente la Asociación de Amigos del Museo Numantino la que inició una campaña, ante el anuncio de derribo por parte de la Diócesis de Osma-Soria, para dar a conocer la importancia arquitectónica de estos edificios y evitar su desaparición, aunque no surtió efecto.

Fue un proyecto de Francisco Javier Bellosillo Amunátegui, hijo de Francisco Bellosillo García-Verde, uno de los arquitectos de la iglesia del Salvador de la capital. Se hizo cargo del proyecto, con la ayuda, según la citada revista, de otros profesionales como Bárbara Balluffi. Su idea fue construir un parque cubierto por césped y cipreses en el que surgían los edificios geométricos de hormigón, acero y cristal. 

Aunque se planteó a principios de los años 70, la obra no se inició hasta 1983 y se terminó en 1987. Apenas tuvo uso religioso, en seguida se consideraron carencias de funcionalidad, y agonizó en el abandono, a pesar de haber recibido varios reconocimientos por su valor arquitectónico.