El vino ahoga el viñedo

Vidal Maté
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Excedentes y bajos precios amenazan la viabilidad de una parte del sector

El vino ahoga el viñedo - Foto: Pablo Lorente

El sector del vino en su conjunto atraviesa uno de los peores momentos de los últimos tiempos a consecuencia de la caída de la demanda provocada desde hace un año por el cierre de la restauración en España y en otros países consumidores a causa de la pandemia, situación a la que se sumó una gran cosecha de unos 45 millones de hectolitros. Las medidas de almacenamiento, destilación y vendimia en verde adoptadas el pasado año no fueron suficientes para aligerar los excedentes y elevar los precios. Por este motivo, desde el sector, organizaciones agrarias y cooperativas reclaman nuevas actuaciones para evitar que la crisis siga expulsando a más viticultores de la actividad. Producir más por hectárea a precios bajos se ha demostrado que no es la solución a los problemas, ni siquiera con la mirada en el corto plazo, para asegurar la rentabilidad y la viabilidad de la actividad.

El ministro Luis Planas reclamará la semana próxima en Bruselas más fondos para adoptar nuevas medidas en el sector. Hay que tener en cuenta que los 91 millones destinados en 2020 para paliar la crisis eran fondos que se sustrajeron del Plan Estratégico, que disponía de unos 210 millones de euros anuales para diferentes actuaciones, desde la política de estructuras a campañas de promoción.

Según los datos manejados por el Observatorio Español de los Mercados del Vino (OEMV) en relación con el consumo interior, la demanda no levanta cabeza, tanto por los cierres de la restauración como por la propia crisis económica y las menores disponibilidades en muchos hogares. En los últimos años, la demanda interior se había congelado en los 10 millones de hectolitros y por fin en 2019 había registrado un discreto y esperanzador repunte hasta los 11,1 millones. Con la pandemia se derrumbaron esas expectativas con una caída media del 18% hasta un volumen de solo 9,1 millones en 2020, consecuencia del cierre de la restauración, el hundimiento del turismo y la prohibición de miles festejos populares. Las cifras del OEMV apuntan a un descenso de las ventas en la hostelería en un 40%. Esta fuerte caída sólo se compensó parcialmente con el incremento de la demanda en los hogares del 23%.

En lo que se refiere a las exportaciones, el descenso ha sido muy inferior y se mantiene, aunque a duras penas, en el entorno de los 20 millones de hectolitros, con un descenso en las ventas del 5,9% en volumen y del 3,6% en valor, con un comportamiento muy dispar según países y tipos de oferta. En países interesantes por volumen y precios como Estados Unidos, se produjo un descenso en las ventas especialmente por los aranceles. Con los graneles como protagonistas, la caída fue espectacular en Rusia por la implantación de una nueva ley del vino que apoya el consumo de la producción propia, situación que se repite en China con descensos en las ventas del 35% en los tres últimos años. En otros países asiáticos, con la excepción de Corea o Japón, se mantienen los recortes. Una situación similar, en negativo, se repite en tradicionales compradores del vino español como México o República Dominicana. En la Unión Europea se registraron caídas de ventas de graneles a países como Francia, Italia o Portugal consecuencia de sus buenas cosechas.

En la parte positiva se halla un aumento en las ventas en los países del norte de Europa, Reino Unido incluido, y en otros del este.

En conjunto, se mantuvieron ventas de envasados, cayeron las ventas de los graneles, (Rusia, China, Francia, Italia, etc.) y aumentaron las ventas en envases de cinco o más litros.

El pasado año, consecuencia de los efectos provocados por la crisis en los mercados, Agricultura llevó a cabo una serie de medidas para reducir los excedentes, por valor de 91 millones de euros, para el almacenamiento de 2,25 millones de hectolitros y para destilar otros dos millones. A esas dos medidas se sumó la vendimia en verde, con unos fondos asociados de 10 millones de euros, para así reducir la oferta de este año, actuación que no tuvo apenas efectos por sus escasos recursos, si se considera que la vendimia arrojó una producción de unos 45 millones de hectolitros. Ese conjunto de actuaciones no fue suficiente para llevar al sector a la normalidad ajustando la oferta a la demanda.

Esa situación de desajuste fue la que llevó a las cooperativas del vino en Castilla-La Mancha, que aglutinan el grueso de la producción, a poner en marcha una operación de autorregulación con el objetivo de sacar del mercado cinco millones de hectolitros entre elaboración de mostos y almacenamiento de vino. La iniciativa, nueva en el mundo cooperativo al aire de la actual normativa comunitaria, se puede considerar como un éxito y una experiencia en cuanto que, según su responsable, Juan Miguel del Real, supuso transformar unos cuatro millones de hectolitros en mostos y almacenar otro millón de hectolitros.

Desde las cooperativas se reclaman más fondos y nuevas medidas con el objetivo de ajustar los mercados, y más en un momento en el que la restauración no termina de arrancar. Además, aunque quedan muchos meses para la vendimia, con todos los riesgos climáticos por delante, en la mayor zona de producción mundial (Castilla-La Mancha) el viñedo tiene mucha agua en el subsuelo para su desarrollo. Desde UPA se reclaman nuevas acciones (fundamentalmente destilación y vendimia en verde), rebajar más los rendimientos máximos de uva por hectárea fijados hace un año en 20.000 kilos para los blancos y 18.000 para los tintos y, sobre todo, vigilar para su cumplimiento.

Aunque en los últimos años la superficie de cultivo ha sufrido una importante reducción (de 1,1 millones de hectáreas a unas 960.000), la mejora de estructuras, más riegos, nuevas variedades más productivas o los viñedos en espaldera han supuesto un aumento del potencial productivo y la producción real. Los mayores rendimientos por hectárea se están utilizando en las zonas de mayores cosechas, fuera de las DO, donde no se limitan las producciones, como la salida de coyuntura para compensar los bajos precios y la única vía para asegurarse unos ingresos. Una estrategia, producir y quemar, que, sin embargo, no asegura su viabilidad de cara al futuro.