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La escritora de La Pluma comparte en la red su novela 'Silencio e insania' para contribuir a hacer más llevaderos los días de confinamiento por la crisis sanitaria a través de la lectura

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Aunque no se ha dedicado profesionalmente a la escritura, a Teresa Frías siempre le ha gustado crear poemas y narrar pequeñas historias en su cuaderno. Nació en Salamanca por casualidad, pero toda su familia desciende de Valdenarros, una localidad donde ha pasado la mayor parte de sus vacaciones y fines de semana.

Su vinculación con la Ribera soriana se acentuó más si cabe tras entrar a formar parte de la Asociación Cultural La Pluma, de El Burgo de Osma, con la que colabora escribiendo poemas y relatos que le han hecho ganar algunos certámenes. En Madrid, donde reside, es activa participante del club de escritura de la Fundación Fuentetaja, y de su plataforma online donde leen y escriben más de 111.000 personas. Muy activa en Internet y redes sociales, Teresa Frías mantiene muy presente la comarca donde creció y a través de estos trampolines digitales sigue en estrecho contacto con sus paisanos. «Subo mis ocurrencias al grupo y es enriquecedor simplemente con que te den los buenos días, porque no sabes si puedes estar ayudando a alguien que está solo o pasa por circunstancias difíciles,... El caso es que la gente además lea y se entretenga», añade.

Precisamente, en estos  momentos en los que la crisis sanitaria que atraviesa el país obliga a todos los ciudadanos a confinarse en sus casas, Teresa Frías ha decidido colaborar en hacer más llevaderas las horas compartiendo su novela, Silencio e insania, en su cuenta de Facebook. La iniciativa consiste en promover la lectura a través de la publicación diaria de un fragmento de su obra. «Hace ya diez años, un día de julio, lo recuerdo bien, decidí escribir un relato ambientado en mi pueblo; así que dejé a un lado mis pensamientos, poemas y reflexiones y me lancé a la aventura... Aunque ahora que lo pienso no sé si realmente los aparté o los encerré entre esas líneas». Así rezaba su publicación en el muro virtual donde anunciaba su propuesta. Algo que han recibido de buen agrado sus conocidos y no tan conocidos, tal y como se lo hacen llegar a ella, aunque reconoce modestamente que la novela estuvo mucho tiempo en el cajón. «No estoy esperando halagos, al revés, me da apuro y vergüenza, no me da mas vergüenza porque no me lo dicen a la cara», comenta entre risas.

«Lo primero que escribí fueron recuerdos». Así, en 2009, se lanzó plasmar sus memorias en papel, que más tarde compartiría en el entorno más íntimo de su familia. «Pensé que con la memoria que tenemos, tan frágil, debía escribir aquello que recordaba para no olvidarlo. Después de escribir mi primer recuerdo, a los dos años, seguí con anécdotas, situaciones que viví en el pueblo, otras cuando empecé a trabajar en Madrid,… A mi familia les encantó y se rieron mucho. Eso me animó a seguir», relata. En Silencio e insania, donde la protagonista alberga mucho de la propia escritora, aparecen numerosos rasgos de su pasado en el pueblo y, como muestra, la utilización de términos como aldabilla, trébede o trillo, muy significativos para muchos de sus lectores.

Teresa Frías considera que iniciativas como la suya, que están proliferando estos días, tienen cabida más allá de este momento que vivimos porque, asegura «es una manera de que la gente se enganche a tu manera de escribir y por otro lado, le das a las personas un entretenimiento». Por eso, anima también a todos aquellos escritores en la sombra a que se den a conocer. «Cuando empecé a escribir en un blog, vi que había mucha gente que escribe muy bien pero que no puede permitirse editar». Asociaciones culturales como en la que ella participa, La Pluma, pueden servir de soporte para todos ellos. La mencionada asociación, que cuenta con un centenar de socios, edita trimestralmente su revista cultural desde hace ocho años con una tirada de 200 ejemplares que distribuye por la provincia. La unión de autores ha publicado 14 libros en los últimos cuatro años