Riesgo por altos niveles de polen en plena desescalada

Nuria Zaragoza
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El confinamiento redujo las consultas en Alergología pero, con la llegada de la primavera, las demandas se han disparado.Se espera una temporada «mala» pero este año los alérgicos tienen una aliada que les protege del polen, la mascarilla

Riesgo por alto niveles de polen en plena desescalada - Foto: Picasa

Mientras una enfermedad mortal, la COVID-19, mantiene atemorizado al mundo, la temporada de alergias al polen ha explotado, disparando las consultas en Alergología, donde poco a poco van retomando la normalidad tras el ‘tsunami’ que ha supuesto el coronavirus.  Alergia y desescalada parece que van a estar obligadas a convivir, incluso a ‘entenderse’ y apoyarse.  

«Hemos tenido niveles altos de cipreses durante febrero, marzo y abril, y ahora estamos con el plantago, el plátano de sombra, las gramíneas... ya polizando. Es decir, la polinización es alta y, a nivel de alergia de polinización, está siendo una primavera mala», explica Jonatan Vicente, especialista de área en Alergología del hospital Santa Bárbara de Soria. Esperan semanas «muy intensas» para los alérgicos pero, esta temporada, tienen una aliada: «La ventaja que tenemos este año es que hasta ahora la gente ha estado en casa y que, además, ahora salimos con mascarilla. Si la mascarilla nos protege de un virus microscópico, también nos protege frente al polen», resume el alergólogo, quien reconoce que la mascarilla «ha sido una gran olvidada en el consejo médico, en el consejo de la consulta», pero «es evidente que es un mecanismo protector» y, por tanto, a partir de ahora «se empezará a aconsejar más». Además, el virus ha hecho que se popularice su uso y ya no se ve como algo extraño que utilizan solo los turistas. Sobre el modelo, aconseja las quirúrgicas, y cree que los alérgicos deberían utilizarla también cuando hacen deporte.

La consulta de Alergología «no ha parado en ningún momento» durante la crisis del coronavirus, pero lo cierto es que su actividad se ha visto afectada de forma directa. En primer lugar, porque los dos alergólogos tuvieron que trasladarse a la «zona cero» para atender a pacientes COVID, de modo que la consulta quedó para «lo urgente», atendida por una enfermera y un cardiólogo de consulta, con quien se mantenía contacto directo. Pero, también, porque las consultas cayeron de forma abismal. Al estar confinados, se redujeron los riesgos. Las alergias ambientales se eliminaron al no poder salir de casa pero, también, las relacionadas con alimentos, medicamentos... ya que, en nuestros hogares, la capacidad de controlar la ingesta es mayor. 

El ‘encierro’ podría haber acarreado un incremento de otras alergias de ‘interior’, como las de los ácaros o los animales, pero, asegura Vicente, «no hemos notado un aumento en ninguna patología alérgica». De hecho, insiste, «lo que hemos notado es mucha menos afluencia, pero por las circunstancias», justifica. 

El confinamiento ha limitado el riesgo de alergia pero, también, la gente ha entendido la situación. «Primaria ha estado muy centrada también en COVID y la gente estaba mentalizada de que, si no estaba muy mal, no acudía al médico. En otra ocasión, por un picor en la piel igual iban al médico, pero ahora la gente no ha ido», explica al respecto el especialista, quien cree que es probable que «al cambiar de fase, se empiezan a ver cosas». Aún así, reitera, «a día de hoy, tenemos muchas menos consultas desde Primaria que cualquier otro año en estas épocas» y, también, muchas menos demandas porque la gente «va más protegida de forma física por la mascarilla o por el confinamiento».

Poco a poco se camina hacia la normalidad, pero es indudable que todavía quedan grandes pasos. Entre otras cosas, porque la consulta sigue en otra ubicación, en espera de que se reorganice de nuevo el hospital. También, porque el virus sigue activo, como el temor a un rebrote. «Ahora esperamos que vaya viniendo más la gente a la consulta, pero conscientes también de la situación que tenemos en el hospital y de que, todo lo que se puede, se hace por consulta telefónica, enviando informes por correo… porque la COVID no se ha ido y estamos en alerta continua». Desde Alergología son conscientes de que «hasta que empiece a hacer buen tiempo vamos a tener un mes de junio que va a pegar fuerte», por lo que esperan un incremento de consultas que se irán atendiendo «por teléfono cuando se pueda, con citaciones muy separadas en la zona limpia del hospital, y haciendo telemedicina cuando ha sido posible. Y si alguien se pone mal, obviamente, hay que verle», ratifica Jonatan Vicente.   

alérgicos, ¿más protegidos?. El coronavirus ha marcado la historia de la Sanidad española y, también, de la soriana. Se enfrentaron a él sin apenas conocerlo pero estos casi tres meses de lucha permiten tener ya algunas referencias de interés, destaca Vicente. «En la COVID no hay nada demostrado todavía pero pensamos que los inhaladores con corticoides que tomaban los pacientes para la alergia les han protegido», anuncia el especialista, quien admite que, cuando comenzó todo, esperaban ingresar muchos pacientes con patología respiratoria, dado que era un factor de riesgo, pero «nos ha sorprendido que no hemos visto muchos ni nosotros los alergólogos ni los neumólogos en pacientes como los EPOC (Enfermedad pulmonar obstructiva crónica, como los fumadores que han tenido problemas respiratorios)». 

«Por la parte de alergia, es verdad que uno de los dos pólenes que más patología produce en Soria es los cipreses, que empezaron a polinizar en enero y febrero. Cuando llegó el virus muchísimos pacientes ya estaban tomando los inhaladores por su alergia al polen de los cipreses, y nos ha sorprendido que muy pocos de esos pacientes asmáticos alérgicos han tenido la enfermedad con manifestaciones graves. Muchos la han pasado en casa, pero no muy malos. No sabemos porque aún no se sabe prácticamente nada, pero parece que la medicación para el asma del corticoide inhalado puede ser un factor protector», expone Vicente. No obstante, recalca, está en estudio y esta medicación en ningún caso protegería de coger o no el virus, sino de que, «cuando lo tengas, tengas menos problemas respiratorios, porque vas protegido con el corticoides. Puedes contagiarte igual, pero la afección cambia», resume. 

covid y alergia. Alergia, gripe y coronavirus comparten algunos síntomas pero, repara Vicente, es sencillo diferenciarlos. A nivel de vías respiratorias superior (nariz), puede coincidir la pérdida de olfato pero «los alérgicos presentan una secreción nasal (hidrorrea), tienen molestias en los ojos (ojos rojos, picor), presentan estornudos… mientras que los pacientes con COVID tienen una afectación nasal de sequedad, de falta de olfato y una sensación de gravedad mayor que la de los pacientes alérgicos». Además, los alérgicos «notan mejoría inmediata» con la medicación. A nivel bronquial, en el asmático «oyes más un pitido», mientras que «los pacientes que han tenido afectación pulmonar por la COVID notaban como un crepitante y, sobre todo, la sensación de gravedad». La estacionalidad, los síntomas, la respuesta al tratamiento... no dejan lugar a dudas.