Aulas que enseñan a 'crecer' entre rejas

EDS
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La escuela es un lugar de «evasión» pero,también, de crecimiento. Cultural, y personal. Lo dicen los internos. Lo comparte la profesora

Aulas que enseñan a ‘crecer’ entre rejas - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Tres controles de seguridad y cinco puertas con sus respectivas cerraduras nos conducen hasta el corazón de la vida en prisión, el nudo donde confluyen las galerías. Entre los barrotes, algunos internos ‘supervisan’ nuestra presencia. Es un lugar difícil, sí, pero no se imaginen esa imagen fría y violenta que nos muestra el cine. La vida real allí, el día a día entre rejas, se aleja mucho de mitos y prejuicios. 

Una llave más y accedemos al Centro de Educación Permanente, lo que viene a ser la escuela de la cárcel. Es un aula como la de cualquier centro educativo. Mesas dispuestas en filas paralelas, cada una con su ordenador, cuadernos, bolis... Hoy Chari Gómez, la profesora que a diario acude al centro penitenciario, explica cómo afecta el calentamiento global al desarrollo de las ciudades. Muestra a la decena de alumnos que la escuchan con atención, todo hombres, fotografías sobre cómo son y cómo serán nuestros entornos urbanos si no cambiamos nuestros hábitos de consumo. Algunos llevan tanto tiempo encerrados allí que han perdido la noción de cómo es hoy su ciudad, cómo ha evolucionado. ¿Qué tiene de especial dar clase aquí?, le preguntamos. «Que todos merecemos una segunda oportunidad», afirma rotunda. Se refiere a sus alumnos. Todos condenados por delitos diversos. «Muchos de ellos están aquí porque las circunstancias de la vida les han traído. No lo justifico, pero no todos tenemos la misma suerte. Hay algunos que no han tenido acceso al sistema educativo y otros lo han tenido en situación más desfavorecida, con lo cual, si esta es su manera de poder llegar a la cultura, a la educación, pues bienvenida sea», sentencia la profesora, confiada plenamente en el peso de la educación para su reinserción. Da clase allí todas las mañanas de lunes a viernes. Cada hora, a un nivel. «Tratamos de facilitar y compaginar los horarios de escuela y talleres, porque la asistencia a ambos es importante», apunta el director, Segundo Pascual.

La escuela está «adscrita al CEPA Celtiberia en los niveles iniciales y Secundaria. Chari es profesora de este centro y acude a diario, otros tres profesores van puntualmente. Luego, en los estudios de Bachillerato, dependemos del IES Antonio Machado y se dan a distancia. Pueden hacer también Formación Profesional, pero es más complicado por las prácticas (necesitan clasificación de tercer grado o clasificación en 100.2). Hay también posibilidad de estudiar Escuela Oficial de Idiomas y estudios universitarios, donde dependemos de la UNED y los exámenes se van a hacer a Zuera», explica el coordinador de formación, quien aseguraque, «aunque estemos dentro de la cárcel, aquí no hay ningún problema. El comportamiento de los internos aquí es exquisito, porque aquí viene el que quiere y nadie se siente obligado». 

Regresar a clase con 40, 50, 60 años... no es fácil. Menos aún acatar unos hábitos que perdiste de niño, incluso que nunca tuviste. Aún así, ninguno de los alumnos/internos ignora los beneficios que su compromiso puede tener  para  preparar su salida. También, para llevar mejor su día a día. Porque, mientras estás en clase, tu mente puede ser... libre.