La tensión en Venezuela volvió ayer a marcar una jornada de protestas en la que el Tribunal Supremo de Justicia del país dictó una orden de busca y captura contra el dirigente opositor Leopoldo López, quien fue liberado el pasado 30 de abril por militares rebeldes de su arresto domiciliario y que se encuentra refugiado junto a su esposa y su hija de 15 meses en calidad de «huésped» en la Embajada de España en Caracas, cuyo máximo representante, Jesús Silva, abordó este asunto con el ministro de Exteriores, Jorge Arreaza, descartando cualquier entrega.
Lejos de achantarse, López advirtió que habrá nuevos alzamientos militares contra el Gobierno de Nicolás Maduro, que no reconoce, y que intentó derrocar con una efímera rebelión encabezada por el jefe del Parlamento, Juan Guaidó, junto a más de 20 uniformados el pasado martes.
«Claro que van a venir más movimientos militares», dijo el político, que añadió: «Créanme algo: la fisura que se abrió el día 30 de abril es una fisura que se va a convertir en una grieta, y esa grieta va a terminar rompiendo el dique».
Así, dijo que el último mes sostuvo reuniones en su domicilio «con comandantes, con generales y con representantes de distintos componentes» de la Fuerza Armada. «Yo les puedo decir que lo que comenzó el 30 de abril es un proceso irreversible. Nos hemos preparado para esto, esto no es improvisado».
Con todo, confesó no tener miedo a la cárcel, si bien tampoco espera volver a estar en confinamiento: «Yo no quiero volver a la cárcel, la cárcel es un infierno, pero también tengo muy claro que yo no le tengo miedo a la cárcel, no le tengo miedo a la cárcel como no le tengo miedo a Maduro, como no le tengo miedo a la dictadura, como no le tengo miedo a ninguna de las armas represivas que tiene hoy Maduro a la disposición».
Además, estimó que Venezuela está a solo semanas de un cambio político, pese a que la Fuerza Armada en pleno ha ratificado su subordinación al líder chavista.
Venezuela atraviesa un alto pico de tensión política desde enero pasado, cuando Maduro juró un nuevo mandato de seis años que no reconocen la oposición y parte de la comunidad internacional, y el jefe del Parlamento, Juan Guaidó, proclamó un Gobierno interino que cuenta con el respaldo de más de 50 países.
En paralelo, la nación petrolera sufre la peor crisis económica de su Historia, lo que genera cada día protestas para denunciar la severa escasez de alimentos y medicinas y la pésima prestación de los servicios públicos.