Tropezar en el mismo virus

N.Z.
-

La sexta ola nos devuelve a datos de contagio de la primera ola tras casi dos años de 'experiencia' de pandemia. Buscamos respuestas en la Psicología y la Sociología

Tropezar en el mismo virus - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez Eugenio Gutiérrez Mart

Casi dos años después de que la pandemia hiciera acto de presencia, hemos vuelto a la casilla de salida en lo que a datos de contagio se refiere. Se supone que conocemos más al virus, que tenemos más información sobre cómo atajarlo, más herramientas... pero los positivos que cada día comunica Sanidad nos devuelven al 'fantasma' de olas pasadas. ¿Qué está ocurriendo?  

«Las personas solemos adaptarnos a cualquier tipo de situación, incluso a situaciones francamente complicadas. Eso hace que, de una manera u otra, bajemos los niveles de alerta individuales y colectivos, nos relajemos», apunta el profesor de Sociología del Campus de Soria de la Universidad de Valladolid (UVa), Juan Romay Coca, para justificar, desde el punto de vista sociológico, la situación.

De alguna manera, se ha perdido el miedo al virus. Ha sido una tendencia general aunque, admite, «en los grupos más jóvenes es más frecuente que asuman más riesgos porque no tienen una percepción de riesgo tan marcada como las personas mayores, fundamentalmente porque su percepción de la muerte está más alejada. Cuando somos jóvenes generalmente asumimos comportamientos más arriesgados», justifica. La edad marca nuestro comportamiento social pero, también, la situación socioeconómica del individuo. «Sabemos que las clases económicamente más acomodadas suelen atenerse a las normas mejor que las clases menos acomodadas económicamente. Es un clásico de la Sociología», reconoce. 

FATIGA PANDÉMICA. Para Luis Ángel Romero, colegiado 02172 del Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León y vocal-presidente del Colegio por Soria, no hay una única razón que explique esta sexta ola tras dos años de 'experiencia'. A su juicio, es una «mezcla de razones» sanitarias, epidemiológicas, psicológicas y sociales. 

De partida, insiste en que «no se pueden ignorar que el virus ha mutado y es más contagioso». A partir de ahí, alude a cuestiones psicológicas como que en esta sexta ola «partimos de una realidad muy diferente del comienzo y ahora llevamos dos años de estrés, de estado de alerta, de hacer las cosas bien o creer que estamos haciendo las cosas bien y, cuando creemos que la cosa se va a acabar, volvemos a empezar». «Y así llevamos seis olas», advierte. «Al final, hay una sensación de que hagamos lo que hagamos no podemos controlar el virus. Y esa sensación de 'incontrolabilidad', contribuye. Si hagamos lo que hagamos esto no se controla nunca, si esto no se acaba nunca… ¿para qué lo hacemos? Eso puede ser parte de la explicación», considera. 

Pero hay otro aspecto que, desde el mundo de la Psicología, es también clave. «Somos seres sociales y, como tal, necesitamos el contacto de los demás para poder ser felices. La comunicación verbal es importante pero también la no verbal, el tocar, el abrazarnos, reírnos, el estar en la calle, con nuestros amigos… Es parte de nuestra cultura como sociedad», reflexiona. Yno ignora tampoco la fatiga pandémica, «esa sensación de estar constantemente alerta después de dos años», lo que «hace que obviamente la percepción de peligrosidad se relativice». 

Además, recuerda, «hay mensajes que nos están dando» como que «ahora se propaga más fácil pero los efectos no son tan graves, que estamos ya con la tercera dosis...» que ayudan en cierto modo a relajar la tensión. 

«Es mucho tiempo en alerta con esa percepción de que hagamos lo que hagamos esto no se acaba nunca y no puedo controlarlo. Y, además, necesito el contacto con mis seres queridos, con mis amigos... Y, si me contagio, ahora no es tan peligroso..… Todo eso podría dar una explicación lógica de por qué la gente quizá está siendo un poco más permisiva», considera. Aunque, insiste, «habrá que ver hasta qué punto es la falta de responsabilidad de la gente o el propio virus» el causante de esta sexta ola.