Los ojos de la Policía Nacional vuelan a bordo de los helicópteros del Indicativo Cóndor, un apoyo crucial en operaciones tan distintas como el seguimiento de vehículos a la fuga, la búsqueda de desaparecidos o la localización de plantaciones de marihuana.
El conocido como Servicio de Medios Aéreos, con central en Madrid, cuenta con bases periféricas en siete ciudades españolas. Zaragoza fue la última que se unió, en 2015, para dar cobertura al noreste de la península, con actuaciones tanto en Aragón como en La Rioja, Navarra, Cantabria, Cataluña y el País Vasco.
En el hangar de la Base Aérea de Zaragoza reposa el helicóptero Airbus Eurocopter EC135, mientras el inspector jefe Guillermo Hidalgo, junto al también piloto Daniel Vivas y el técnico de mantenimiento de aeronaves Jorge Juan, preparan su participación en una operación al día siguiente.
Los otros ojos de la Policía Nacional - Foto: Javier CebolladaPara poder hacer turnos, el equipo se completa con un tercer piloto, ya que en el aire siempre tiene que haber dos personas (comandante y copiloto). A ellos se suma un operador audiovisual, que maneja desde su puesto de control en el interior del aparato una gran cámara de «cabeza esférica», con esta forma para reducir el impacto del viento.
Las imágenes que recoge se pueden retransmitir en directo a los agentes que se encuentran en tierra e incluso servir de prueba documental en un juicio como, por ejemplo, para ayudar a determinar gracias a la vista aérea si un incendio ha sido provocado.
«En general hacemos el apoyo a los compañeros de tierra. Siempre que salimos estamos a la escucha de la sala para apoyar en una alarma, en un robo...», relata el inspector jefe Hidalgo, natural de Teruel y responsable de la base aragonesa, donde está destinado desde su apertura en 2015.
El piloto recuerda una de sus últimas persecuciones desde el cielo a unos jóvenes que se dieron a la fuga después de asaltar a plena luz del día dos tiendas de telefonía zaragozanas el pasado mes de noviembre.
Ese día, sobrevolaban la ciudad cuando escucharon el aviso y localizaron el vehículo, que además doblaba la velocidad permitida. Como explica este equipo de policías, una vez que detectan su objetivo, es muy difícil que se escape de su vista.
Como en este caso, la mayoría de las veces su misión no consiste en detener ellos mismos a los delincuentes, sino en convertirse en los ojos que guían a sus compañeros hasta el punto preciso.
Otro de los vuelos que jamás olvidarán es la operación contra el narcotráfico Suricata, en Barcelona, donde se unieron a un dispositivo de un millar de agentes (Policía Nacional, Mossos, Guardia Urbana y Europol).
«Teníamos que cubrir unos 30 puntos diferentes: un portal, una azotea, un grupo de vehículos donde iban a acudir todos los compañeros... Entonces, tenemos que ir saltando de un punto a otro, dando imágenes en directo al Centro de Coordinación», señala el inspector Vivas. Tal y como ilustra este zaragozano, «es como si el general del Ejército tuviera la capacidad de estar encima de la batalla viendo dónde tiene que ir colocando las fichas».
Aunque estos dos pilotos coinciden en que una de las mayores satisfacciones de su trabajo es cuando consiguen localizar a un desaparecido sano y salvo, ya que «hay una vida en juego».
Al servicio de los ciudadanos
Pero una de sus funciones más habituales es la de seguridad ciudadana, por lo que están en contacto permanente con el equipo del 091 y velan, desde el aire, para que las manifestaciones, partidos de fútbol y los eventos multitudinarios se desarrollen sin altercados.
En Zaragoza se encargan de la vigilancia y control de las crecidas del Ebro y de las Fiestas del Pilar, pero también se trasladan a los Sanfermines de Pamplona, a la Semana Grande de Santander, al Día de Cataluña o incluso al festival Sonorama Rivera (Burgos).
La manifestación en Pamplona contra la sentencia de Alsasua en 2018, el dispositivo en San Sebastián e Irún con motivo de la cumbre del G7 en Biarritz (Francia) en agosto del año pasado o las operaciones Copérnico (durante el referéndum del 1-O) e Ícaro (tras la sentencia del procés) en Cataluña son ejemplos de otras de sus actuaciones.
Durante los pasados meses de confinamiento también se encargaron del cumplimiento de las restricciones del estado de alarma, para lo que instalaron un nuevo altavoz en el helicóptero Cóndor para poder transmitir mensajes preventivos.
Más allá de los vuelos rutinarios de vigilancia, en la unidad están «siempre disponibles ante posibles avisos», como relata Vivas, uno de los tres pilotos de la base, que se decantó por esta especialidad tras recorrer en helicóptero el Gran Cañón del Colorado, en EEUU, en su viaje de novios.
Su compañero de vuelo, el inspector jefe Hidalgo, también tuvo lo que considera «flechazo» con el pilotaje cuando fue como pasajero por primera vez de un helicóptero policial.
Ahora, la base zaragozana, la de más reciente creación en toda España, espera poder seguir creciendo y sumar también la versatilidad de los drones a su familia aérea.