Rufina Calavia, más conocida como Rufi, salía por última vez del Colegio Las Pedrizas arropada por todos sus alumnos. 23 años después de llegar al centro esta profesora se jubila y deja tras de sí una ola de agradecimientos, "sobretodo un sentimiento de mucho cariño hacia todos, de mucha ternura y respeto", asegura, "además no dejo de decirme que les voy a seguir viendo por la calle".

Pero al corear su nombre ella se emocionaba, Fue una sorpresa que no esperaba, "hubo un grupo de gente al que se le ocurrió y no sabía muy bien lo que estaba pasando", reconoce.

Ahora ya ve el colegio desde fuera. Deja más de 30 años de docencia por los que ha pasado de todo, incluidas cambios y cambios en el sistema educativo a los que se ha ido adaptando, "desde la LOGSE han pasado bastantes", recuerda, "no te queda más remedio que adaptarte porque son exigencias administrativas, pero tu día a día, con mucha cintura, vas jugando con esos cambios y con tu manera de enseñar".

Ahora debe organizar el mucho tiempo libre que tendrá por delante, "aunque nunca dejaré del todo la educación y seguiré haciendo acciones de voluntariado". Rufi, un ejemplo de vocación con la enseñanza cuya sonrisa nunca se ha borrado a pesar de la mascarilla