Un compromiso y un reconocimiento

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El Numantino custodia objetos del pasado para las generaciones futuras

Un compromiso y un reconocimiento

La cultura es imprescindible para la vida. No solo porque el pasado prehistórico e histórico serpenteante, oscuro o luminoso, progresivo o involutivo,  sea la base y explicación de nuestro presente poliédrico sino también porque una lectura entre las líneas del presente evidente y el pasado  silencioso, permite imaginar formas de futuros posibles o erróneos.Pero aun más. Si en la realidad colectiva, social, ello es así, la cultura sitúa al individuo frente a sí mismo: la contemplación de una pintura, escuchar, introvertidamente, una composición musical, sentir con la vista el tacto de una escultura, sumirse en una película…  son actitudes que provocan una emoción insustituible, un vértigo de tiempo. El placer intelectual que procede del conocimiento de nuestra historia, de comprender de pronto los comportamientos, las razones del presente, conociendo el pasado, sitúa al individuo en una actitud responsable ante la vida individual y colectiva.

En el Museo Numantino podrá verse el trazo preciso, la síntesis tras la observación, en un grabado en una placa paleolítica de hace 16.000 años cuando la caza era la actividad principal de subsistencia, descubrir un gesto grabado sobre una cerámica que se decoró para, sencillamente, embellecer la vida cotidiana hace 5000 años,  el significado indescifrable de algunas cerámicas numantinas que hacen evidente la complejidad de la cultura celtibérica; la figura divina de Saturno, en mármol,  anciano pero poderoso, que nos mira, inquiriendo, desde hace casi 2.000 años y esa continuidad histórica narrada a través de los objetos que son palabra, explica procesos culturales, sociales, políticos, religiosos. Y también la incertidumbre ante la muerte, la necesidad de preservar la vida suplicando a los dioses,  el temor a la guerra y la violencia, la sucesión cotidiana de los días en el trabajo en el campo, suspendido con fiestas de gratitud y regeneración o sueño. 

No visibles pero si accesibles a la investigación se encuentran los objetos etnográficos, en una colección importante que son la evidencia inmediata de la vida  antes de que la provincia iniciará su despoblación. También ingresan en el Museo los restos paleontológicos,  testigos de la vida en la tierra antes de la llegada del hombre.

Objetos del pasado que, conservados por imperativo legal y por tanto social, se conservan para las generaciones del futuro, se investigan traduciendo estos resultados a la sociedad a través de numerosos canales de comunicación cultural: exposición permanente, temporales, conferencias, visitas temáticas guiadas, conciertos, ediciones…

Todos ellos son trabajos complejos, no siempre se llevan acabo con un número adecuado de personas y las crisis suelen golpear a los museos y a otras instituciones   culturales creando discontinuidades. Es una extraña respuesta económica y política porque la estabilidad y el desarrollo de las instituciones culturales es, sin duda, el mejor indicador de la salud de un sistema social democrático.

Por ello siempre es un feliz acontecimiento que un medio de comunicación, como Promecal, el último miércoles, con su capacidad de amplificar un eco, concediera un reconocimiento al Museo Numantino en la celebración de su centenario. Se manifiesta comprometido de este modo, en la constitución del ecosistema cultural que debe ser cada sociedad, pronuncia en alto su voluntad del defender el valor democrático, en su más amplio sentido, de la cultura. Y es a la vez un estímulo exigente para todo el equipo que trabaja en el Museo Numantino y sus centros dependientes, invisibles, silenciosos, imprescindibles en la conservación del pasado, en su presentación y en su preservación para el futuro.