La Dieta Mediterránea, defensas contra el COVID

A.P.Latorre
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El director de la FCCR participa en el congreso del décimo aniversario de la declaración de la dieta como Patrimonio de la Humanidad

La Dieta Mediterránea, defensas contra el COVID

Con motivo del décimo aniversario de la declaración de la Dieta Mediterránea como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco, una iniciativa impulsada desde varias ciudades incluidas Soria, concretamente desde la Fundación Científica Caja Rural (FCCR), se celebró esta semana una conferencia internacional (vía telemática) que incluyó varias intervenciones. El director de la FCCR, el doctor Juan Manuel Ruiz Liso, profundizó en la relación entre coronavirus y los hábitos alimentarios de la Dieta Mediterránea, por la que en España se ha optado en los meses de confinamiento domiciliario. En el caso de las frutas, verduras, pescado y legumbres, el consumo durante la pandemia se ha incrementado en España entre un 30% y un 50%, «un dato positivo para mantener tras los confinamientos estos hábitos alimentarios».

Como conclusión apuntó que «la alimentación no evita ni cura el coronavirus, pero sí hay que seguir una dieta saludable para fortalecer las defensas». Por ello, la Dieta Mediterránea, en esta época de medio confinamiento «es la mejor opción porque nos puede beneficiar por múltiples mecanismos» y puede ayudar a prevenir el dolor de cabeza; la pérdida de gusto y olfato; la diarrea, los vómitos y las náuseas; el cansancio y la pérdida de apetito; la intolerancia a la lactosa; el dolor y flojera de piernas; la hipertensión y la diabetes; las neuropatías... Igualmente, la falta durante los confinamientos de ejercicio físico, ligado al estilo de vida de la Dieta Mediterránea, puede llevar al estreñimiento, que se regula con la citada dieta.

 El doctor insistió en su ponencia en que para sobrellevar la pandemia es imprescindible una alimentación adecuada e integral, actividad física y deportiva en el entorno que desarrollemos nuestra vida y actividad mental relajada, relativizando los problemas y con actividades como lectura, música, pintura..., con un control horario de los informativos de los medios. El experto cree que «comprar y almacenar  alimentos para muchos días no es la solución», ya que «hay que combinar productos frescos de proximidad con otros como legumbres y congelados saludables de pescado blanco y azul y carne blanca como el pollo». Todos para «aumentar las defensas naturales y mantener el estado anímico y emocional». 

reglas. Ruiz Liso también quiso aportar en el congreso algunas reglas fundamentales en relación con el coronavirus y la alimentación. Para él, las frutas, verduras y hortalizas, tanto cocidas como crudas, «deben ser la base de la alimentación» y aportan propiedades antioxidantes (naranja, fresas, bayas, frutas rojas, verduras amarillas, naranjas y las de hojas verde). No pueden faltar los cereales integrales y las carnes magras, los productos lácteos, los frutos secos, los níscalos y el ajo..., reduciendo el consumo de alimentos muy calóricos y bajo poder nutricional, como snacks, dulces, bollería, bebidas espumosas y alcohol. Además, recomienda en las comidas «proporciones de platos saludables». En caso de enfermar en casa, «hay que mantener una alimentación suave y nutritiva a base de fruta y verdura e hidratarse». «La sopa de pollo y las grasas Omega-3 del pescado pueden aliviar síntomas como el dolor de garganta y  la recuperación en estados gripales o catarrales», añade. En cuanto a la Vitamina D, «hay alimentos que contrarrestan la deficiencia de sol: pescados azules en lata o conserva (sardinillas, boquerones, anchoas, atún...), lácteos o huevos».

Más reglas de Ruiz Liso, incluidas en la ponencia del congreso, son el consumo racional de alimentos, ya que si hay más inactividad hay menor consumo energético;  y hacer ejercicio físico para evitar la inflamación y la disfunción metabólica, realizando en casa ejercicios dirigidos online, bicicleta  estáticas, subir y bajar escaleras, saltar a la comba... También así se combate la ansiedad y el estrés, causados por la apatía, la reducción del movimiento, el teletrabajo y la falta de relación directa con amigos y familiares.