Familias en femenino

Nuria Zaragoza
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Dos familias, tres y cuatro generaciones de mujeres juntas, dialogan con El Día de Soria

Familias en femenino

Este domingo, 8 de marzo, el mundo celebra el Día Internacional de la Mujer, un día donde las mujeres (y los hombres) alzan la voz por la igualdad real, la participación y el empoderamiento de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad. Desde El Día de Soria hemos querido hacer nuestro particular homenaje a la mujer de la mano de dos familias sorianas donde ellas tienen un protagonismo especial. En la familia Hernández-Laseca enlazan cuatro generaciones de mujeres y, además, por partida doble. La bisabuela Consuelo Laseca, sus hijas Julia y María del Carmen Hernández Laseca, sus nietas María Yolanda y María Teresa Sánchez Hernández (hijas de Julia) y Silvia Domínguez Hernández (hija de Mari Carmen) y sus biznietas Andrea (hija de Yolanda), Naia y Yara (hijas de María Teresa) y Daniela (hija de Silvia) se reúnen para contarnos cómo ven a la mujer en su momento.  En la familia de Juliana Lafuente suman tres generaciones en femenino:Pilar Gómez y Miriam Barranco. 

Los valores de la mujer escritos en tres historias enlazadas

A sus 87 años, Juliana Lafuente Mallo echa la vista atrás y recuerda un pasado «de mucho trabajo» ya desde niña, cuando ejercía como pastora en su pueblo, Cascajosa. Eran ocho hermanos (seis chicas y dos chicos) y «a todos tocaba hacer de todo». Porque «eran épocas duras». Cuando se casó, se trasladó a Tardelcuende, donde nacieron sus tres hijos, Pilar, Jesús y Ana. «Ya tenía tarea completa», apunta entre risas, aludiendo a que hacía las labores de casa pero, también, iba a por níscalos en la época de recolecta y ayudaba a su marido que, aunque era aserrador, también resinaba para «completar». Mujer «adelantada», estudió el Graduado Escolar ya de adulta y participó en la vida social de Tardelcuende. Ahora, con la visión que da el paso del tiempo, sentencia:«Me parece que es mejor ahora». Su hija, Pilar Gómez Lafuente, es la generación del cambio; la de las canciones mensaje de Labordeta, Sabina, Aute... y los teatros y óperas reivindicativos;la de aquellas mujeres (y hombres) que emprendieron la lucha por la igualdad. Se confiesa «reivindicativa» pero, sobre todo, «dialogante». Su carácter le ha valido para avanzar en diferentes foros en «los derechos para la mujer» pero, también, «para el bien general». Eso sí, recalca, su lucha ha sido siempre en primera persona, «por mí misma». «Yo he visto que mi padre tenía obligaciones, que mi madre tenía obligaciones, pero no derechos. Yo he visto que yo tenía obligaciones, pero tenía también mis derechos, y he visto que sí se podían conseguir», justifica. Buena parte de estos valores los aprendió cuando, con doce años, se fue a estudiar a la Universidad Laboral de Zaragoza. En aquella institución educativa donde convivían 5.000 mujeres, recuerda, tuvo un crecimiento, un enriquecimiento personal, que le enseñó a no conformarse: «A cierta escala te enseñaban cómo enfrentarte, cómo defenderte y cómo evolucionar». Y es lo que ha hecho. Se ha formado y trabajado en «ambientes masculinos» ya que estudió FP deliante-proyectista, comenzó la carrera de aparejador en Madrid y ha trabajado en empresas donde predominaban los hombres. Pero «siempre me he sentido valorada», «con libertad», «nunca me he sentido apartada ni he sentido distinción», asegura. La salud le obligó a regresar al pueblo y, reconoce, ahí «sí que veía distinciones. El señor alcalde, el señor secretario…». Pero, insiste, «yo siempre he sentido que he hecho lo que me ha apetecido y he estado en los entornos que he querido». Libre. Porque, «mis valores eran que mis hijos fueran felices», resume. Y lo ha conseguido, apunta su hija Miriam Barranco Gómez . Educada «en igualdad», los regalos, tareas, exigencias... eran igual para ella y su hermano mellizo, Diego. Quizá por eso, reconoce ahora Miriam, «yo no he visto discriminaciones». De hecho, añade, «trabajo con todo chicos (‘fisio’ de Voley) y no siento ninguna discriminación, al revés, respetan mi trabajo totalmente». Sobre la lucha feminista, ambas ponen el foco en un punto clave:la violencia contra la mujer. «Ahí sí que hay mucho que luchar», coinciden. Para terminar, Pilar resume, con valores, las tres generaciones, las tres mujeres:«Pondría a mis padres como héroes; mi generación como los valientes, los luchadores; y a la de mis hijos la considero de valoración y de superación. Llegáis a todo y queréis hacer más y más». Es el camino que nos enseñasteis...

Familias en femeninoFamilias en femenino - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Cuatro generaciones con las mujeres como protagonistas

En la familia hernández laseca dominan las mujeres. No hablamos de poder ni lucha de género, nos referimos a términos numéricos. A punto de cumplir los 91, Consuelo Laseca aglutina a una familia de 30 personas, cuatro generaciones, y, la mayoría, son mujeres. De los cuatro hijos que tuvo con Julio, tres son mujeres. De los ocho nietos, cinco son chicas. Y de los ocho biznietos, solo hay un chico. La parte femenina de la familia [a falta de una hija y la hija de esta, que residen fuera] recibe a El Día de Soria en la casa que ejerce de nexo de todos, la casa de los bisabuelos, para analizar cómo era y como es el papel de la mujer desde la perspectiva de cuatro generaciones de mujeres. «Hoy es completamente distinto todo», considera la bisabuela. Alude a «todo lo que se trabajaba» antaño. Vivía en Aldealpozo (la familia estuvo allí hasta el 71) y «no había lavadora ni de nada». «Había pocos recursos, los hombre se iban al campo y tú te quedabas en la casa haciendo todo, la comida, lavar la ropa, criando a los hijos, cuidando los cochinos... Se trabajaba mucho», rememora. Aunque considera el cambio, en su mayoría, «a mejor», reconoce también que la vida de las nuevas generaciones no le termina de convencer porque, avisa, «se está criando muy mal». «Yo no me meto pero veo que no se crían como antes». Desde los ojos de la mayor de sus hijas, Julia, el papel de la mujer «ha cambiado mucho» y  muy rápido. De hecho, apunta, «yo lo veo ya muy distinto entre mi hermana y yo, y solo pasan diez años. Hemos evolucionado». «Ahora ya no solo trabajamos en casa, también fuera», apunta su hermana María del Carmen como uno de los hitos. Su hija, Silvia, destaca que «ahora somos más independientes». Porque «ahora la mujer importa. Antes importaba si había un hombre a su lado. Ahora puedes hacer todo sin tener a una pareja a tu lado. Es completamente distinto y se educa en eso, en que las mujeres sean iguales a los hombres, no superiores, con los mismos derechos», añade su prima Teresa (hija de Julia). Yolanda (hermana de Teresa) cree que estos cambios han sido positivos aunque, matiza, «al final nosotras tenemos más cargas que, por ejemplo, mi madre. Yo llevo peor ritmo de vida. Porque trabajas muchas horas fuera de casa, porque los niños tienen una vida social muy completa y van a muchas actividades… y el día a día es mucho más estresante que la generación anterior». De hecho, todas recuerdan las tardes de infancia merendando en «casa de los yayos», cuando «nadie tenía prisa». «Hemos evolucionado pero eso nos está costando mucho sacrificio, que antes era mucho más físico y ahora igual es más psicológico, y esa es la batalla que tenemos que ganar», sentencia Yolanda. La cuarta generación no aprecia ya «diferencias entre chicos y chicos», según indica la mayor de las biznietas, Andrea (17 años, hija de Yolanda). Naia y Yara (hijas de Teresa) aseguran que «en clase se trata igual, se riñe igual… somos todos iguales». Y la más pequeña, Daniela (hija de Silvia), da la clave, porque ella incluye en su listado de mejores amigos a «Diego, Nora, Alejandra...», sin distinción ni de género, ni de nada. Todas coinciden en que «está bien movilizarse por conseguir derechos» pero, recalcan, «por la igualdad, no por la superioridad de la mujer». Y todas abogan por trabajarlo desde «la educación y la formación».