Ni siquiera la baja de última hora de Andrés Roca Rey por una lesión en el hombro impidió que se colgase el cartel de ‘No hay billetes’ en El Coliseum. Una circunstancia que demuestra que la gente también quiere ver a su sustituto, Pablo Aguado, en las antípodas del toreo del peruano, pero con, de momento, un tirón taquillero similar. 

Día especial en Burgos, como siempre que lidia la ganadería local, aunque en esta ocasión sin el éxito esperado. Enclasada en conjunto, salvo el manso segundo, a los toros del frío les faltó casta y fuerza, lo que dejaba la calidad de su embestida en un simple esbozo, pues nunca se acabaron de entregar del todo en la muleta.

Abría cartel Miguel Ángel Perera, excesivamente ventajista durante toda la tarde. Tomó mil precauciones y aún no se sabe el motivo, por mucho que el primero le diera un susto en su faena de muleta. Peor papel cumplió ante el cuarto, al que se le intuían cosas que el extremeño impidió ver.

Emilio de Justo llegaba con la vitola de ser el triunfador de 2018, pero pasó sin pena ni gloria. Poco pudo hacer, es verdad, ante el segundo, un manso que huyó al refugio de tablas cuando se vio exigido. Lo intentó de todas las maneras posibles en el quinto, y le robó algún muletazo importante.

Pablo Aguado dejó, en su estreno en El Coliseum, los detalles más toreros de la tarde y quién sabe si de la Feria también. Fueron tres naturales de trazo largo, con la naturalidad por bandera, enganchando al toro delante para llevarlo en esa muletita que gasta el sevillano. Luego llegó otra tanda a pies juntos para paladear despacio. Hubo algún detalle más en el sexto, pero sobre todo quedó la impresión de que hay que verle las veces que se pueda.