Intranquilidad en los pueblos por el repunte de contagios

N.Z./A.I.P.
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Los alcaldes piden responsabilidad a vecinos y turistas, en un verano «más lleno» que nunca

Intranquilidad en los pueblos por el repunte de contagios - Foto: Javier Rodenas Pipo Javier Ródenas Pipó

Segundas residencias que se convierten en primeras ante el temor a un nuevo confinamiento, hijos del pueblo que regresan por vacaciones y prolongan su estancia huyendo de la gran ciudad (y de los grandes brotes), y turistas que ven en el medio rural la alternativa más segura para este extraño verano. Es la ecuación perfecta que ha llenado los pueblos de Soria.

La tendencia se repite cada verano pero, este año de pandemia, algo ha cambiado. Si antes la población rural se duplicaba y triplicaba básicamente durante la semana de fiestas, este año el incremento de población se nota ya desde julio y promete mantenerse durante todo el mes de agosto, marcando cifras récord. Es el efecto de la pandemia, que impone viajes de proximidad que permitan regresar a casa con facilidad en caso de un nuevo confinamiento. También, esa falsa idea de que en la ‘soledad’ y tranquilidad rural será más difícil contagiarse de COVID-19.

Los alcaldes sorianos están encantados de ver sus municipios llenos de vida pero, ahora más que nunca, reclaman responsabilidad y prudencia a vecinos y visitantes para que, lo ganado hasta ahora, no se estropee con un solo gesto. Porque nadie ignora que, de colarse un positivo, puede tener un efecto devastador en una población especialmente vulnerable (por la edad de sus habitantes habituales) que, a diario, se encuentra en los mismos rincones. Tampoco, que la movilidad actual es una puerta abierta de par en par al virus, y quienes vienen (y quienes van) de Zaragoza, Madrid, Barcelona, Logroño, Bilbao… son el mejor vehículo de transmisión.

Precisamente por ello, los pueblos de Soria encaran su agosto más complicado con fiestas suspendidas, sin programaciones culturales ni infantiles estivales, con espacios públicos cerrados... y con medidas excepcionales para evitar aglomeraciones de gente. Los doce brotes activos al cierre de esta edición y el centenar de nuevos positivos registrado esta semana en la provincia recuerdan que la pandemia sigue aquí y que es imperativo extremar las precauciones ante el mes rural por excelencia.

ALMAZÁN. CALMA TENSA ANTE REBROTES
El municipio más poblado de la provincia de Soria, después de la capital, siempre se llena en verano, especialmente en agosto. Pero este año, todo parece indicar que batirá récord, como así se percibe en la calle, en las terrazas o en las piscinas. «La preocupación se extiende a todos, a los mayores y a los jóvenes. Es verdad que el ocio nocturno era una preocupación que teníamos porque ves cosas que no deben pasar, pero gracias al recorte de horarios se controla más y también es un toque de atención a la gente para que no se olvide que esto no ha pasado», admite la concejala de Turismo, Teresa Ágreda.

No obstante, en términos generales la gente «está muy concienciada» y el comportamiento es el adecuado. En cualquier caso, en los últimos días la Policía Local de Almazán, que ha intensificado su labor de vigilancia e información, ha tramitado tres denuncias por no llevar la mascarilla en espacios públicos.

«La sensación es de que está petado, es bestial. Desde finales de julio se nota, tanto en la piscina como en las terrazas a cualquier hora... y el fin de semana, muchísimo. No tengo datos, pero la sensación es potente, también se ve en el tránsito de vehículos, en los coches en doble fila, los días de mercado... Agosto siempre es así, pero quizás este año algo más», afirma.

ARCOS DE JALÓN.MÁS GENTE PERO «MENTALIZADA»
En el sur de la provincia se notó ya en julio un incremento de población, incluso por encima de lo habitual de otros años, apunta el alcalde de Arcos de Jalón, Jesús Ángel Peregrina. No obstante, puntualiza, «se nota que la gente está mentalizada y está en círculos pequeños, se queda en casa, se mueve lo justo...».

En Arcos, pueblo cabecera de comarca, se nota especialmente un repunte los días de mercado y viernes y sábados, cuando la gente de los pueblos de la zona acude a comprar. Aún así, insiste Peregrina, «la gente viene, compra, y se vuelve a sus pueblos. Hay más gente porque lo vemos además en la recogida de basuras, pero tienen sensatez y prudencia y todos están cumpliendo con las medidas establecidas», agradece.

A esa población vinculada a la zona se ha sumado el turismo y, asegura Peregrina, «hay bastante afluencia de gente», sobre todo vinculada al turismo de naturaleza. Aún así, observa, «no se ve la alegría de otros años en las terrazas, los bares…».

Aunque hasta el momento se han conseguido mantener prácticamente ‘limpios’, reconoce que «hay preocupación» ya que es «consciente» de que ahora hay más movilidad y «hay gente asintomática que, sin querer, contagia». Precisamente para minimizar riesgos, se han adoptado algunas medidas especiales como no abrir la piscina de verano, cancelar las fiestas, la pijamada y, también, toda la programación de fines de semana que había prevista como en años anteriores. «Queremos evitar aglomeraciones y, también, no hacer efecto llamada», reconoce.

A pesar de que la proximidad con Aragón, una de las zonas con mayor índice de contagio, se podría considerar un motivo de alarma, Peregrina insiste en que «la gente está actuando con responsabilidad» por lo que, de momento, «no hay motivo para tomar medidas especiales».

EL BURGO DE OSMA. LA ZONA ESTÁ «A REVENTAR»

Tanto El Burgo de Osma como toda la comarca ribereña están «a reventar» desde mediados del mes de julio, tal y como asegura el alcalde burgense, Miguel Cobo. «Conozco a pocos de los habituales que hayan dejado de venir», asegura, a los que se han sumado otros que realizaban visitas puntuales en verano y lo combinaban con otros viajes, así como turistas que han elegido la zona para pasar unos días de descanso.

«En El Burgo de Osma desde el 15 de julio estamos colmados de turistas, visitantes y de gente que tiene su segunda residencia en la localidad. Ya lo advertí hace tiempo, que los pueblos este verano iban a estar a reventar y en el caso de la comarca es así, estamos más que copados», sostiene el regidor.  En este sentido, Cobo asegura que se hace una vida «normalizada», sin aglomeraciones, «con mucha cautela y cuidado». Así, a través de la Policía Local y de la Guardia Civil, se ha intensificado la labor informativa para velar por el cumplimiento de los protocolos de seguridad, incluido el cumplimiento de la nueva normativa horaria para los locales de hostelería.

«La situación que estamos viviendo ahora es de incertidumbre, por un lado, y también de cautela e intentar hacer las cosas lo mejor posible, por otro lado, para no volver a la situación que vivimos. Porque si esto se paraliza se va al traste todo, el país no está preparado para otro parón económico [...] La pandemia la iremos solventando con los avances científicos y la sanidad está preparada, a la expectativa de lo que pueda pasar», advierte el alcalde.

Miguel Cobo también pone el acento en que el virus «ya no hace distinción» entre franjas de edades, por lo que apela a la responsabilidad para «hacer las cosas bien» y que «no se nos escape de las manos». «Los que creen que esto es un juego, los que se juntan 20 en un merendero o para hacer botellón deberían pensarlo bien», puntualiza. El Ayuntamiento de El Burgo de Osma, de hecho, ha suspendido la cesión de locales para peñas, ni siquiera para hacer una reforma.

«Estamos incidiendo a través de la Policía Local y de la Guardia Civil a esos lugares de encuentro de la gente joven para, al menos, inculcar que la situación es muy complicada y hay que cambiar el chip, tienen que entender que es así», sostiene.

Por el momento, la Policía Local burgense está volcada en la tarea de concienciación a la ciudadanía y no se ha tramitado ningún expediente sancionador por el incumplimiento de las normas obligatorias para detener el contagio de la COVID-19. Sí que ha habido, no obstante, «unos cuantos preavisos», también a locales de ocio y de hostelería «porque el agosto hay que hacerlo, pero no a cualquier precio».

En cuanto a las instalaciones públicas, las piscinas están funcionando «sin problema», con el control del acceso vía ‘soft ware’ y los usuarios «se están comportando muy bien». Además, próximamente la intención es abrir la piscina climatizada, para incrementar las opciones para practicar deporte en la localidad.

Por último, el alcalde burgense avanza que ha propuesto la convocatoria de la Junta Local de Seguridad de cara a las ‘no fiestas’ que arrancarían el próximo fin de semana.

Haremos una campaña para que la gente esté sensibilizada con la situación que estamos viviendo y por las noticias estamos viendo que el contagio va en aumento», concluye.

TIERRAS ALTAS. PISCINA ABIERTA EN SAN PEDRO

«Por aquí hemos notado que poco a poco va aumentando la gente. Otros años es a partir del 8-9-10 de agosto cuando se nota pero este año se está notando un flujo mayor ya desde antes, aunque dentro de la normalidad», resume el alcalde de San Pedro Manrique, Julián Martínez, quien confía en que la gente «siga viniendo» y «respetando». Donde sí aprecia el regidor un movimiento más importante es a nivel turístico y especialmente vinculado al fin de semana y a Valdelavilla, un efecto llamada que Martínez justifica en la grabación allí de la serie de El Pueblo.

La zona de Tierras Altas ha logrado mantenerse prácticamente limpia desde que estalló la pandemia y fue precisamente la primera en comenzar la desescalada. Quizá por ello, apenas se han adoptado medidas especiales, más allá de la suspensión de las fiestas o del cierre del polideportivo en verano. «Abrimos la piscina y estamos haciendo vida más o menos normal», asegura el regidor quien, no obstante,  insiste en pedir a los vecinos, y especialmente a «los más jóvenes que se resisten un poco», «responsabilidad», máxime con los datos de contagio registrados en la provincia en los últimos días que, admite, le «preocupan».

PINARES. SAN LEONARDO, UN AGOSTO MÁS

En San Leonardo de Yagüe se ha notado el incremento de la afluencia de veraneantes y turistas desde que comenzó agosto, pero en la misma línea que otros años. «Más o menos igual», asegura la alcaldesa pinariega, Belinda Peñalba. Cree que está siendo un verano «raro», ya que las terrazas de bares y restaurantes a la hora de las comidas «se ven llenas» a diario, pero luego otros negocios e instalaciones no perciben un incremento de clientela hasta que no llega el fin de semana.

Al haberse suspendido todas las fiestas y actividades que conlleven un riesgo sanitario, se han buscado algunas alternativas, como el autocine en el aparcamiento de Norma Doors, que este sábado proyectará la comedia Familia al Instante.

Entre las medidas acometidas por el Consistorio de San Leonardo de Yagüe, Peñalba recuerda que el pueblo «está regado» de carteles informativos con la obligatoriedad de llevar mascarilla o la distancia de seguridad, y también se ha procedido a un nuevo reparto de 3.000 mascarillas reutilizables de tela entre los vecinos del pueblo.

VINUESA. «EL PUEBLO ESTÁ LLENO»

Los datos de la oficina de turismo demuestran que Pinares está lleno y que, ni siquiera la pandemia, ha conseguido poner freno al turismo. El pasado mes de julio la oficina visontina fue la que mayor afluencia de público tuvo, con 3.726 consultas, un millar más que núcleos especialmente turísticos como El Burgo de Osma (2.747), Berlanga (2.433), San Leonardo de Yagüe (2.410) o Almazán (2.041 consultas atendidas). El falso mito de que en la naturaleza no ‘corre’ el virus y de que en los pueblos hay menos riesgo de contagio ha hecho que zonas como Pinares estén aún más llenas que en años pasados. Al turismo se suman las segundas residencias, que este año están todas llenas y durante más tiempo.

«Tenemos muchísima gente. Gente relacionada con el turismo ocasional, gente que tiene sus casas aquí y que ahora en lugar de 15 días (la semana de las fiestas) se está dos meses, las casas rurales llenas… está muy concurrido», resume el alcalde de Vinuesa, Juan Ramón Soria, quien no esconde su temor a un brote.

Aunque con carácter general la gente cumple las medidas preventivas establecidas, reconoce «problemas», especialmente con algunos jóvenes que «no ven el riesgo y hacen botellones, fiestas en garitos...». Desde el Ayuntamiento, indica el regidor, se está tratando de hacer una mediación con la ayuda de ‘los quintos’ para trasladarles el riesgo de su irresponsabilidad pero, reconoce, «es complicado de gestionar», máxime cuando a la juventud de la ‘casa’ se suma la de fuera, instalada en los camping.

Si todos los veranos las demandas vecinales en el municipio crecen, este año, admite Soria, el trabajo se ha multiplicado por la mayor afluencia de gente, y a eso se suma la preocupación de contener un virus que no entiende de fronteras. Precisamente para minimizar riesgos, el Ayuntamiento pinariego ha decidido adoptar algunas medidas como no abrir las piscinas (donde además era necesario hacer una inversión), conceder ampliaciones de las terrazas (cumpliendo la normativa COVID de distanciamiento y limpieza)... Además, recuerda, se ha instado cartelería en los accesos al pantano «para recordar que la administración desaconseja el baño en aguas dulces», y se está haciendo una «labor informativa» también en el camping y con las autocaravanas. Y a eso se suma la suspensión de todo tipo de evento que suponga aglomeración de gente: «Fiestas, semana cultural, la travesía a la Laguna Negra… todo suspendido».

«Hay muchísimo espacio y, si la gente actúa con cordura y pone medios de protección, no debería haber problemas. Por eso insisto en pedir más educación y sentido común, y que se respete la convivencia», invita el alcalde visontino, quien reconoce que tiene «temor» a un brote. «Quieres que el pueblo tenga vida, porque además muchos negocios viven del verano, pero da miedo», reconoce, «desbordado» por la situación.

EL VALLE. LLENO YA DESDE JULIO

Durante el estado de alarma la zona de El Valle ya registró un incremento de población de personas que decidieron pasar el confinamiento en su segunda residencia en el pueblo «respetando todas las medidas». Desde entonces, la llegada de gente a la zona no ha cesado. A los residentes de siempre y los que dejó el confinamiento se han sumado ya desde julio los hijos del pueblo «que antes acudían una semana o diez días y este año van a estar varias semanas, incluso meses enteros», los veraneantes habituales que acuden todos los años a pasar sus vacaciones y los nuevos turistas, que mantienen ocupadas prácticamente todas las casas rurales de la zona. El resultado, pueblos llenos. «Antes era la primera quincena de agosto cuando estaba todo esto lleno, pero este año en julio ya había mucha gente», resume el alcalde de Valdeavellano de Tera, Amancio Martínez, quien manifiesta su «preocupación» y «miedo» ante los brotes, consciente de que en un pueblo como el suyo «un caso puede ser una hecatombe». Alude a la facilidad con que el virus se puede propagar en un núcleo pequeño donde todo el mundo acaba haciendo uso de los mismos servicios y espacios y «todos nos juntamos en la panadería, en la farmacia, en la tienda...».

Precisamente para reducir riesgos, desde el Ayuntamiento de Valdeavellano llevan ya meses adoptando medidas. Se cerró el lavadero de Santa Ana (donde hay zona de barbacoa), el chiringuito (donde los vecinos pueden hacer comidas y encuentros) y el salón (donde habitualmente se hacen actividades como la gimnasia);se adaptó el Ayuntamiento con mamparas, y también el centro médico; y se han intensificado las labores de limpieza y desinfección en parques y zonas de mayor riesgo. «Llevamos más de 5.000 euros gastados en material, en instalaciones… Para un Ayuntamiento como Valdeavellano es una cantidad importante», apunta Martínez para evidenciar el esfuerzo que se está haciendo por poner freno al virus.

A mayores, conscientes del riesgo, en el último Pleno acordaron suspender «toda la programación cultural e infantil que había ya prevista, e incluso contratada», lo que se suma a la suspensión de las fiestas, que se acordó ya incluso antes de la prohibición regional.

La situación es tan «anómala» que Martínez reconoce que es «complejo» controlarla en todos los momentos. Por eso pide «responsabilidad a los vecinos y turistas», y especialmente a los jóvenes, ya que «no podemos estar de guardianes y la Guardia Civil llega a donde llega». De nuestra responsabilidad individual, recuerda, depende la salud de todos.

MONCAYO. EN ÁGREDA, TRANQUILIDAD
«Este año no hay actividades, pero sí se ve mucho movimiento por el pueblo. Hay bastante gente, la gente este año no se va a la playa», asegura el alcalde de Ágreda, Jesús Manuel Alonso, que pone el acento en que el ambiente que se respira es de «tranquilidad», ya que, por ahora, la zona apenas ha acusado la incidencia de la pandemia del coronavirus.

Jesús Manuel Alonso recuerda que Ágreda «siempre ha sido receptora» de turismo y la villa cuenta con «infraestructura de hostelería suficiente» como para asumir un repunte en el número de visitantes. «Es importante dinamizar el sector servicios y esto es compatible con la protección y seguridad en relación a la COVID-19. Por ejemplo, el área de estacionamiento de autocaravanas cada día es mayor la afluencia. Lo importante es ser responsable», aduce el regidor agredeño.

En cuanto a conductas reprochables entre los más jóvenes u otros colectivos, el alcalde de Ágreda asegura que no tiene constancia de que se produzcan botellones o concentraciones masivas. No obstante, «hay que evitar cualquier exceso de ese tipo», finaliza.

ÓLVEGA. A LAS 2.00 SE CIERRA

También en Ólvega el mes de agosto ha llenado la villa moncaína, si bien, tal y como aprecia su alcaldesa, Elia Jiménez, «más o menos igual que otros años» y en el margen de las previsiones que manejaban al inicio de la temporada estival. En general, la población, tanto los vecinos como los veraneantes, «cumplen» con la normativa sanitaria, aunque sí repara en que hay que incidir en que el cierre de los bares a las 2.00 de la madrugada «implica que hay que irse a  casa». Admite que «cuesta» que la gente no se quede en la calle por la noche: «Lo intentamos, pero es complicado. Hay que entender que hay que evitar como sea un nuevo confinamiento».

Asimismo, Elia Jiménez pone el acento en que el polideportivo permanece abierto y se extrema la desinfección de las zonas comunes, al igual que en parques infantiles, mobiliario urbano en general y en las zonas más transitadas.

GARRAY. CENTROS SOCIALES CERRADOS

Garray no es un pueblo que note gran variación de población respecto del invierno pero sí sus pedanías, que «están llenas». Es un halo de vida para núcleos que sufren especialmente la despoblación pero también un motivo de «preocupación» para las alcaldesas pedáneas, reconoce la regidora de Garray, María José Jiménez, quien admite que «da mucho miedo» porque «la gente viene de Madrid, Barcelona, Zaragoza... y el miedo a un contagio es inevitable».

Para evitarlo, se ha adoptado como medida excepcional la decisión de «no abrir los centros sociales en las pedanías este verano», indica Jiménez, quien justifica que «así evitas las aglomeraciones». «Las alcaldesas pedáneas están muy preocupadas y es normal, porque no puedes cerrar a la gente y meterte en una burbuja, pero el riesgo está ahí y da mucho miedo», justifica.

En la zona, explica, «no ha venido más gente que otros años pero sí lo ha hecho antes». «Los que venían una semana o quince días en agosto, ahora están aquí desde el 15 de julio», de modo que los pueblos se llenarán este verano durante, al menos, dos meses.

BERLANGA DE DUERO. ADVERTENCIA A LOS JÓVENES
La Zona Básica de Salud (ZBS) es la única de la provincia que, por ahora, está libre de COVID-19, sin casos activos. No obstante, no bajan la guardia, más teniendo en cuenta que Berlanga de Duero y enclaves de su entorno, como la ermita de San Baudelio en Casillas de Berlanga, son puntos muy turísticos. Un total de 2.433 visitantes se han contabilizaron en la oficina de turismo durante el mes de julio, «algo menos que otros años», asegura que el alcalde, Jesús Barcones, pero un «buen indicador» de que la actividad turística está recuperando músculo.

Lo que es más evidente es el incremento notable de veraneantes que cuentan con segundas residencias en la villa berlanguesa, en particular a partir de la última semana de julio. «Agosto siempre está lleno, pero suele ser más en la segunda semana, y este año se ha notado desde finales del mes pasado», cuenta el regidor.

La preocupación de Barcones es la de la mayoría de los alcaldes: las reuniones de jóvenes. «La gente joven se empieza a descontrolar un poco», suaviza, por lo que insistirán en la concienciación de todos los habitantes del verano para evitar esas concentraciones que, como se ha visto en otros lugares, desembocan en brotes masivos de coronavirus.

«Hemos hecho una campaña dirigida sobre todo a las peñas, para que lleven el máximo cuidado. Que se reúnan, pero solo con sus amigos, porque el problema es cuando se juntan varios grupos, cuando hay movimiento de unas peñas a otras. Hay que cumplir con toda la normativa.  Vamos concienciando, llamamos la atención con lo de las mascarillas... nosotros nos apoyamos en la Guardia Civil», sostiene.

También en la residencia de mayores de Berlanga se han suspendido temporalmente las visitas a los usuarios, que se realizaban con cita previa y en el patio.

La pandemia nos ha impuesto un nuevo verano lleno de contradicciones, con más gente pero menos vida, poblados pero vacíos.