Lavanda, espectáculo natural del verano

A.P.L.
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La floración de los campos de Virginia Re y Damián Navascués alcanzará su máximo esplendor en unos días. Cada año despierta más interés para disfrutarlo con todos los sentidos

Lavanda, espectáculo natural del verano - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez Eugenio Gutiérrez Mart

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La Lavanda

Los campos de lavanda y lavandín de San Felices son una parada obligada en el mes de julio para los amantes de la naturaleza y el paisaje soriano. Un espectáculo natural para disfrutar con todos los sentidos que Virginia Re, la responsable de una explotación de 60 hectáreas junto a su marido, Damián Navascués, muestra a El Día de Soria. Tras valorar la posición del sol a última hora de la tarde, la nubosidad, el estado de las plantas... escoge la mejor zona para que podamos tomar las mejores imágenes -aunque aún faltan unos días para que los campos luzcan en su máximo esplendor durante la floración. Nos dirigimos a las hileras de la parte más alta, donde la vista es espectacular.

Desde allí, junto a las plantas que ya ofrecen un gran colorido, tenemos la oportunidad de admirar el valle del río Alhama. «A la derecha está Cigudosa, el pueblo más bajo de la provincia, a 735 metros de altitud (cerca está Beratón, el más alto, a 1.386 metros, junto al Moncayo). En el centro, Valdemadera, ya de La Rioja. Ya la izquierda, San Felices. Tras nosotros, el cerro del Pégado y el imponente Moncayo», señala. Ellos realizan visitas guiadas (reservas en el teléfono 626 44 26 50, del hotel rural Las Abadías que regentan) y recuerdan que hay que acudir con ropa y calzado adecuados. Además, piden «respeto» a la naturaleza para aquellos que se acerquen a curiosear.

¿En qué se diferencian la lavanda y el lavandín? Virginia explica que la primera «es una planta más fina» y la segunda «un híbrido entre el espliego, la lavanda salvaje y la lavanda». En España se cultivan las dos y se recogen con máquinas, excepto zonas de Murcia y Valencia, donde es una recolección  más manual porque la planta no crece tanto. Una de las explotaciones más relevantes es la de Brihuega (Guadalajara), con cerca de 2.000 hectáreas. En Soria hubo una plantación importante en Alconaba.Hay también ahora pequeñas plantaciones en Noviercas, Talamantes (Zaragoza) y Cascante (Navarra). En su caso, valoraron que la zona de San Felices y el río Alhama es un terreno propicio para todo tipo de plantas aromáticas. «Somos referentes, sobre todo, por el campo trufero, con una combinación de encina y lavanda, algo muy novedoso. Hemos optimizado los 12 años que una encina empieza a producir en condiciones para sacar rendimiento con la esencia de lavanda. Son plantas perfectamente compatibles, la lavanda no molesta a la trufa, que suele matar todo lo que tiene alrededor», explica. «Hay gente que viene incluso desde Australia y gurús de la trufa de España durante el invierno para ver las plantaciones porque es una locura, al tiempo que un espectáculo y una maravilla», añade.
rentabilidad. La lavanda como la de San Felices es una plantación que dura unos 16 años y con 12 años de producción, por lo que se va reponiendo. «Es un cultivo bastante rentable», con unos 550 euros netos al año en lavandín y unos 800 en lavanda. Se apuesta más por el lavandín, porque crece en cualquier tipo de suelo, «cuanto más pobre mejor»; mientras que la lavanda requiere más cuidados y es más fina, «tiene una altura determinada y nosotros la hemos metido en zonas altas». Virginia y Damián elaboran la esencia y, tras la recogida y la destilación, la venden por kilos. No comercializan la planta ni la flor seca, solo «en casos muy puntuales». «Para vender la esencia hay que enviarla para que sea analizada» y, además, hay que estar incluido en el sistema de regulación European Chemicals Agency (ECHA), que controla los productos nocivos, ya que son plantas fuertes y corrosivas. La calidad de la lavanda de San Felices es «estupenda» pero «en estos años, con el tema del Covid, la gente ni se maquilla, ni ha comido en restaurantes, ni ha hecho nada...».

La lavanda es un producto natural que se utiliza para perfumería, cosmética, alimentación, conservación de comida, envasado al vacío.... En estos momentos «no hay mercado», a la espera de que se fijen precios tras la cosecha. Las grandes plantaciones están comenzando ahora la recolección y en San Felices se extiende desde mediados de agosto hasta finales de septiembre, con maquinaria diseñada para este tipo de plantas (como la del maíz) que va pasando por las hileras la corta y la vuelca a un remolque, antes de pasarlo q la destilería que funciona con pellets para calentar el vapor de agua y destilar. «Creíamos que íbamos a perder toda la cosecha, porque ha sido un invierno espantoso, pero este último mes y medio las lluvias han venido muy bien», detalla.

Proyecto de vida. Virginia y Damián decidieron dar un giro a su vida hace diez años, trasladándose de Madrid a San Felices, el pueblo de él. Damián vendió su empresa y, cuando supieron que iban a ser padres, Virginia pidió una excedencia en la multinacional en la que trabajaba como informática y fijaron su residencia en Soria. Hablan con ilusión de ese «proyecto de vida», que comenzaron comprando las casas en las que se ubica ahora su hotel rural, Las Abadías, y analizando las tierras heredadas para conocer su potencial, con la ayuda de asociaciones como Abraza la Tierra y Proynerso. Se decidieron por la trufa, en un primer momento, y por la lavanda, algo después.

«Esto es una maravilla y muchos se han dado cuenta durante la pandemia que tenemos un lujo», comenta Virginia, reconociendo que lo suyo no era el campo pero lo viven con intensidad y tienen un gran arraigo a Soria y San Felices. «La naturaleza es algo espectacular, no solo por la lavanda... Aquí se escucha a los ciervos y corzos berrear, hay huellas de jabalíes...», destaca añadiendo que es un lugar «maravilloso» para criar a su hijo. Y, por suerte, los animales silvestres no comen la lavanda, ni siquiera los topillos, porque el olor es muy potente y para ellos el aceite es desagradable.

En su restaurante no faltan los postres de lavanda, como el bizcocho de manzana y lavanda, el helado de lavanda y el de tomillo. Como buena hija de italiano, los helados son su fuerte. La esencia de lavanda, es un imprescindible para todo aquel que pase por San Felices y los visite. Y no olvidar el mirador junto a la iglesia de San Pedro y que esa sorprendente zona de la provincia se puede recorrer con el GR-86, de San Felices a Ágreda, pasando por Añavieja.