Mujeres poetas/poetisas

A.I.P.
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La mujer tiene un papel destacado en la decimotercera edición de Expoesía. Sheila Blanco cuenta cómo recuperó los versos de las autoras de la Generación del 27, silenciadas durante décadas

Mujeres poetas/poetisas - Foto: Javier Rodenas Pipo Javier Ródenas Pipó

La palabra poeta es común en cuanto al género, tal y como explica el Diccionario Panhispánico de Dudas. Los sustantivos de oficios y profesiones que acaban en -a funcionan, por lo general, como comunes, aunque en algunos, por motivos etimológicos, el femenino presenta la terminación culta -isa. «El femenino tradicional de poeta es poetisa, se admiten tanto poeta como poetisa reivindicadas respectivamente por dos corrientes feministas distintas: la que prefiere el sustantivo ‘poeta’ para alejarse de las connotaciones de cursilería y sensiblería que antaño tenía la forma ‘poetisa’ y recuperar la universalidad primigenia de poeta, y aquella que defiende el término poetisa como reivindicación de la identidad femenina», resume la Fundéu (Fundación del Español Urgente). Poeta o poetisa, cada cual que emplee uno u otro término a su gusto, la clave está poner en lugar que les corresponde a tantas autoras que, durante décadas, siglos, quedaron eclipsadas, también esta vez, por las firmas masculinas. ¿Quién estudió a Carmen Conde, Ernestina de Champourcin, Concha Méndez, Elisabeth Mulder, Pilar de Valderrama, Margarita Ferreras, Josefina Romo Arregui o Dolores Catarinéu cuando tocaba el tema de la Generación del 27? Pocos. Solo Ernestina de Champourcin comparte lista con las llamadas ‘sinsombrero’ (Maruja Mallo, Remedios Varo, María Zambrano o Rosa Chacel), por la actitud ‘transgresora’ de prescindir de este complemento, o su nombre aparece vinculado al Lyceum Club Femenino.

Una treintena de mujeres han sido y son protagonistas en la decimotercera edición de Expoesía. Poetas, ilustradoras, pintoras, editoras... nombres propios ya consolidados en  el mundo literario, en unos casos, mientras que, en otros, siguen reivindicando el lugar que les pertenece. «La mujer tendrá un papel protagonista con la presentación de una antología de autoras portuguesas y también con la recuperación de la escritora de Soria Pura, Ángela Figuera», expuso el concejal de Cultura, Jesús Bárez, en la presentación de Expoesía. En esta ocasión, se ha editado la obra de una creadora que vivió en la época franquista y compartió tiempo con poetas como José Hierro o Blas de Otero. «Fue una de las grandes figuras de esta generación».

Como también lo fueron las mencionadas anteriormente de la Generación del 27. La pianista, compositora y cantante Sheila Blanco ha puesto voz y ritmo a los versos de las ocho poetas, como lo hicieron Joan Manuel Serrat y Paco Ibáñez con Antonio Machado o Miguel Hernández.

«En 2016 fui a la presentación del libro y documental de Tània Balló sobre Las sinsombrero. Cuando las conocí, pensé: cómo puede ser que nos vendan la historia como completa solo con diez o doce nombres masculinos. Me hice con varias antologías, fui leyéndolas. Quería que la gente se interesara por conocerlas», explica la artista a El Día de Soria. Después de más tres años surgió Cantando a las poetas del 27, que se presentó en México en enero de este año.

La actuación consiste en un concierto-recital en el que Sheila Blanco descubre a cada una de estas mujeres con «unas pinceladas de su vida» y «una breve contextualización histórica», comenta.

Así Sheila Blanco canta a Carmen Conde, la primera mujer en formar parte de la Real Academia Española en 1979; a Concha Méndez, poeta surrealista fundadora de la imprenta Verónica que tantos libros editó; a Ernestina de Champourcin, nominada al Príncipe de Asturias de las Letras; a Pilar de Valderrama, poeta y dramaturga fundadora del teatro de cámara más importante de Madrid en los años 20 y 30; a Margarita Ferreras, autora de Pez en la tierra, el «mejor poemario femenino» de la Edad de Plata; y a Josefina Romo Arregui, Premio Extraordinario en Filosofía y Letras, entre otras. Uno de sus preferidos es el romancero Por la verde, verde oliva de Carmen Ferreras, «por su conexión lorquiana». «Iban a las mismas fiestas, tenían las mismas influencias, los mismos amigos... y se hace una separación de la poesía por género...».