La vida de ensueño de Georgina Rodríguez aterriza en Netflix

Carmen Martín (EFE)
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La plataforma estrena mañana un 'docureality' sobre la modelo e 'influencer' en el que habla de sus humildes orígenes y del gran cambio que supuso su relación con Cristiano Ronaldo

«Muchos conocen mi nombre, pocos saben quién soy», cuenta Georgina Rodríguez nada más comenzar Soy Georgina, un docureality en el que en el que la modelo exhibe su vida de amor y lujo junto a su pareja y sus hijos, pero también arropada por sus amigos que la tildan de «madraza amorosa», «nada egocéntrica» y «generosa». Una vida de ensueño rodeada de guardaespaldas, impresionantes casas, vestidos de alta costura y joyas. 

Con más de 28 millones de seguidores en Instagram, lo cierto es que apabulla su vida.«Me gustan las joyas con un chándal, hay quien no lo entiende, ya lo entenderá», relata en uno de los 10 capítulos del reality que Netflix estrena mañana coincidiendo con el 28 cumpleaños de la protagonista, quien adora comer chuches y cantar.

En el documental, Georgina, orgullosa de sus orígenes y de su familia, se muestra como una mujer segura de mí misma. «Gracias al amor, ahora mi vida es un sueño».

Geo, para sus íntimos, se crió en el ambiente rural de Jaca (Huesca) y, tras ahorrar un dinero trabajando como camarera se instaló en Madrid, empezó como dependienta de Gucci, donde se cruzó con Cristiano, «su príncipe azul», el delantero que le cambió su vida. «Es un hombre super normal, maravilloso, el mejor futbolista del mundo». Nada más conocerlo, «empecé a sentir cosquillitas en el estómago, no quería ni mirarlo, me daba vergüenza», revela Georgiona, quien asegura que cuando sus manos chocaron con las del futbolista, se entrelazaron de inmediato. «Sentí como si esas manos hubieran estado conmigo muchas veces, eran unas manos familiares que encajaban a la perfección».

Cambió su vida. Llegaba al trabajo en autobús y volvía a casa en Bugatti. «Sé lo que es no tener nada. Y lo que es tener todo», dice la modelo que no oculta sus orígenes humildes en los que un plan de verano eran «unos bocadillos y sandía».

Las primeras veces que fue a casa de Cristiano se perdía, «intentaba ir a la cocina a por agua y, de repente no sabía cómo volver, tardaba media hora en encontrarlo de lo grande que es», cuenta.

Amante de la moda, en el programa de telerrealidad se ve cómo le abren las puertas del taller de Jean Paul Gaultier. Un viaje que hace acompañada de un par de amigos. «El jet me facilita mucho la vida», comenta la influencer.

 

Una mamá orgullosa

Fruto de su relación con Cristiano, en 2017 nació su primera hija, Alana, la cuarta hija del delantero y la primera en no ser concebida por gestación subrogada. Antes, habían nacido sus hermanos Cristiano JR (2010) y los gemelos Eva María y Mateo (2017). Ahora, esta pareja está esperando mellizos. «La paz que necesito está en casa con Cris, con nuestros hijos», detalla.

«Como mamá soy tremendamente amorosa y un poco blanda, conmigo mis hijos pueden hacer lo que quieran, los amo tanto que soy incapaz de ponerme estricta con ellos», cuenta la modelo, quien aparece en el reality recogiéndolos del colegio, dándoles de comer o preparando sus bolsas de actividades extraescolares.

Considera, además, que tiene un estilo propio: «Muchas veces han intentado cambiar mi estilo, pero si no me siento yo, no me lo pongo, no me gusta ir insegura».

Una comodidad que también busca en el hogar asesorada por su interiorista de cabecera. «Quiero esta casa más homogénea, no mezcles estampados con mármol, no me pongas flores de plástico, no me pongas libros, no muchas cosas para no limpiar mucho el polvo».

Sus amigos dicen que es generosa, educada, respetuosa y divertida. Agrupados en whatsapp bajo Queridas Team, Georgina les propone ir a ver la Fórmula 1 a Mónaco y alojarse en el yate. «A Cris le gusta que disfrute del yate con mis amigos», revela. «El yate es mi segunda casa», comenta con naturalidad Georgina, quien asegura que «lo que de verdad me da la felicidad es mi familia y amigos, con los que también formo una familia».