De mojito, tarta costrada o tiramisú

Ana I. Pérez Marina
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Miguel Fernández, del Mesón Golmayo, se lanza por tercer año con distintas y originales propuestas del dulce más tradicional

De mojito, tarta costrada o tiramisú - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

La innovación gastronómica y  las ganas de complacer a la clientela con nuevas propuestas se descubren en las vitrinas de la barra del Mesón Golmayo (Centro Comercial Camaretas). En concreto, en el espacio reservado para el dulce más típico de Semana Santa: las torrijas. Parece un postre sencillo, sus ingredientes lo son (pan, leche, huevos, canela, cáscara de limón, aceite y azúcar), pero el toque del repostero es clave para que estén en su punto. Ni muy secas, ni muy empapadas; ni muy fritas, ni poco hechas; tampoco muy azucaradas o con exceso de canela, para no ocultar el resto de texturas y sabores. Todo en su justa medida. Y sobre esta base se innova. Así lo hace Miguel Fernández, del citado mesón. Es el tercer año de lo que el denomina «feria de la torrija», que se circunscribe únicamente a su establecimiento. El éxito de ediciones anteriores le avala y le motiva para seguir probando con sugerentes opciones. 

La cara de torrijas de esta Semana Santa es muy variada: de canela y azúcar (las tradicionales), de tarta costrada, de crema catalana, de miel, de mojito, de canela, de tiramisú y de caramelo de violeta. Esta variedad en un restaurante ‘michelin’ sería de lo más laureada, casi seguro.

«Dejamos de un año para otro la que más se vende, como la de naranja y canela, o la de tiramisú», explica el responsable de estas creaciones. Y la voz ya se ha expandido, con lo cual «mucha gente» se desplaza hasta este mesón exclusivamente para probar las torrijas de sabores, que tienen un precio que oscila entre los 1,80 y los 2,20 euros la unidad. 

el proceso. La elaboración no tiene más secreto que los pasos habituales para la base principal, que es la propia torrija, y la incorporación de una ‘capa’ con el sabor correspondiente. El pan especial para torrijas se empapa en leche, se pasa por huevo y se fríe, se espera a que se temple o que se enfríe del todo para poner por encima la crema catalana, la de mojito, la composición de costrada o la vistosa creada con los apreciados caramelos de violetas.

Evidentemente, el repostero prueba las novedades antes de ponerlas a la venta, para comprobar que la innovación no es tan arriesgada como para que no tenga una modesta aceptación entre la clientela del mesón.

De momento, la venta en los primeros días de Semana Santa ha estado contenida y se espera que en la recta final de este periodo festivo (más teniendo en cuenta las previsiones de lluvias y bajada de temperaturas que siempre favorecen la afluencia al centro comercial) se produzca un repunte. Lo que sí está claro, por la experiencia de pasados años, es que la torrija es un producto que se prefiere para la merienda, acompañada de un buen café o una infusión, más que como postre en comidas o cenas.

Las torrijas de sabores son un paso más a la nueva carta de postres en la que está trabajando Miguel Fernández, que ya contempla un amplio abanico de distintos sorbetes o el singular formato de la tarta de queso.