"No hay conciencia de respeto al patrimonio"

Ana I. Pérez
-

Hace cuatro meses que accedió al cargo, que compatibiliza con el Seminario Diocesano Santo Domingo de Guzmán y con una quincena de parroquias. Las restricciones de la pandemia del coronavirus están haciendo mella en los ingresos parroquiales

"No hay conciencia respecto al patrimonio" - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Delegado de patrimonio cultural de la Diócesis de Osma-Soria desde septiembre, director espiritual del Seminario Diocesano Santo Domingo de Guzmán y párroco de una quincena de pueblos de la Ribera soriana. Estas son las funciones que asume el sacerdote José Sala Pérez, pinariego de San Leonardo de Yagüe, lo que le concede cierta ventaja al ser buen conocedor de su tierra. En los últimos cuatro meses ha recorrido aquellos rincones de la provincia que la pandemia la ha permitido, para repasar cuál es el estado del patrimonio diocesano. La COVID-19 también tiene su efecto directo en la conservación, ya que las limitaciones de aforo y prohibición de celebraciones litúrgicas durante el primer estado de alarma han mermado sustancialmente los ingresos parroquiales.  

Llegó al cargo en septiembre, ¿cuál fue su primer cometido como responsable de Patrimonio Cultural de la Diócesis de Osma-Soria?

Tomé el cargo con ilusión. El patrimonio de nuestra Diócesis es ingente. No hay que afrontar cada caso como un problema, sino como un reto. Los primeros que tuve que atender fueron los que estaban pendientes del anterior delegado, Rubén Tejedor, como pueden ser obras del convenio con la Diputación que tenían que estar terminadas en noviembre. Algunas se han acabado y otras, por las inclemencias meteorológicas y la pandemia, aún están pendientes.

He ido visitando pueblos para conocer todo el patrimonio, porque conozco la parte por la que me he movido, por la Ribera. He estado por Ólvega, Ágreda, Pinares... en cuanto asumes el cargo tienes que moverte.

Son 543 parroquias en un territorio muy extenso y disperso como es la provincia de Soria, ¿es viable ocuparse de todo?

Es complicado, pero tienen un papel importante los sacerdotes que están pendientes del patrimonio. Es encomiable la tarea que realizar de cuidar y velar por los bienes que hay en la Diócesis. 

Hace un par de semanas, El Día de Soria publicó un reportaje sobre el estado de ruina de, al menos, 37 templos románicos, muchos ubicados en despoblados, como la ermita de San Bartolomé de La Barbolla. ¿Qué puede hacerse en estos casos?

Son casos que están en muy mal estado. En esta ermita ya se intentó realizar una rehabilitación, estando Juan Carlos Atienza como vicario de Patrimonio, se mantuvo una reunión con el Ayuntamiento de Quintana Redonda y se acordó afrontar la obra a un 50% entre el Obispado y el Ayuntamiento. No sé por qué quedó en agua de borrajas, pero una primera intención hubo. Ha ido pasando el tiempo, es un despoblado y hasta ahora no se ha manifestado la intención de recuperarla ermita.

No es el único caso, un mal de nuestra provincia es la despoblación. Donde hay gente siempre hay preocupación por los templos, por intentar mantenerlos. 

¿Ese patrimonio que puede darse por perdido?

La recuperación es complicada, por la inversión que hay que destinar. Solo en mantenimiento en edificios que tienen algún uso, la Diócesis invierte un millón de euros al año. Ha habido casos, por ejemplo, en Tierras Altas pidieron una iglesia para la asociación de vecinos y se hizo una cesión.

¿Cuándo se da el paso de desacralizar un templo y cuál es el procedimiento?

Cuando hay un despoblado y la iglesia deja de tener un uso se realiza la desacralización y pasa a ser un templo sin más, en el que no se celebra culto. Hay algunos despoblados en los que sí se reúnen para hacer una misa el día de la fiesta en verano, aunque no haya gente en todo el año. Esos templos no están desacralizados, pero cuando no hay movimientos parroquiales, ni funerales, ni bautizos, ni matrimonios, ni celebraciones, se desacraliza. No es por norma, porque no viva gente, si no cuando no hay movimiento litúrgico.

¿Ha sido frecuente en las últimas décadas, dadas las circunstancias demográficas de Soria?

Sí, sí, así es.

¿Cuáles son las urgencias inmediatas del patrimonio diocesano?

Ahora mismo demandan de la concatedral de San Pedro de Soria la reparación de la cubierta del claustro. Estamos analizando la situación para ver cómo se puede abordar. Otros templos de envergadura que estaban en malas condiciones son las colegiatas de Medinaceli y de Berlanga de Duero. En estos dos casos, el proceso está en funcionamiento. La de Medinaceli se está ejecutando y la de Berlanga está en proceso de adjudicación por parte de la Junta de Castilla y León. Son obras que se acometen desde la Dirección General de Patrimonio de la Junta.

En concreto, en el caso de la concatedral, ¿cuál es el compromiso de la Junta? ¿Hay proyecto y presupuesto sobre la mesa?

Se está analizando la situación para cómo se puede afrontar, no hay nada hecho, pero el tema se ha tratado. El problema son los metros cuadrados de las cubierta, si en una iglesia lo normal es que cueste 150.000 o 200.000 euros una cubierta, pues la concatedral se va a millón y medio o dos millones de euros, por lo menos, ya que es más extensa que la colegiata de Berlanga de Duero. Se está trabajando sobre ello.

Desde 2009 hay un compromiso de la Junta de reabrir el Museo Diocesano en la concatedral de San Pedro, ¿qué previsiones manejan?

Cuando hay que priorizar aspectos estructurales de un edificio no se puede musealizar una zona si hay que arreglar una cubierta. De momento, el Museo Diocesano está paralizado en vistas a cómo se puede acometer la obra. Podemos tener un edificio perfecto por dentro y un tejado hecho desastre y no sirve para nada.

¿El temporal ‘Filomena’ y las siguientes borrascas han provocado algún desperfecto considerable en el patrimonio diocesano?

No, por lo menos no me han transmitido nada fuera de lo normal. Ahora se van realizar obras de retejo, pero no por el temporal.

La tercera parte de los gastos anuales del Obispado se destinan a conservación de edificios, la mitad en el caso de las parroquias. En total, alrededor de 1,2 millones, ¿en qué medida se invierten en restauración o en reparación de incidencias?

Ambas, los imprevistos y las programadas por los sacerdotes para un mantenimiento ordinario, como retejar, cambiar el suelo o sanear humedades.

Las parroquias se nutren de donaciones. Cada vez hay menos población en el medio rural y, además, está la pandemia.

Hablaba con un sacerdote y dudaba si emprender una obra, solicitar subvención, porque no sabía si tendría dinero suficiente. Las donaciones en las colectas ordinarias y en las fiestas, en las subastas, procesiones y demás, y el año pasado casi no hubo, aunque se celebraran eucaristías, así que hay menos dinero para afrontar obras. Es una preocupación, algunos párrocos no saben si van a poder pagar la luz porque no tienen ingresos.

¿Cuál es, entonces, la incidencia de la pandemia tanto en obras de patrimonio como en la supervivencia de las parroquias? En 2021 tampoco parece que vaya a haber fiestas.

Intentan mantener los gastos básicos y que no surja nada fuera de lo normal porque se desbarata todo el presupuesto. Hay algunas que van al día y otras tienen un poco de remanente, que pueden tirar de ello.

¿Quedarán muchas obras aplazadas por las actuales circunstancias?

De hecho, las solicitudes al Obispado registradas de las parroquias para acometer obras son la mitad respecto al año pasado, que fueron unas 70, aunque hay plazo hasta el 31 de enero. Y e por miedo a no poder aportar su parte, la que toca a las parroquias.

¿Habrá que modificar las condiciones de los convenios?

No, sigue igual, el Obispado aporta el 45%, la Diputación, el 30% y las parroquias, el resto, a lo que hay sumar los honorarios de los arquitectos. Estamos hablando ahora con la Diputación para ver qué obras presentaremos, hasta noviembre los sacerdotes registraron estas solicitudes. En este caso, se han presentado más o menos las mismas obras que el año pasado [en 2020 fueron cinco por un montante total de 333.000 euros]. En el que se han presentado la mitad corresponde a las ayudas propias que tiene el Obispado para las parroquias.

Por su parte, la Junta ha invertido en la cubierta de la colegiata de Medinaceli, en la iglesia de La Omeñaca, la restauración de la colegiata de Santa María del Mercado en Berlanga de Duero, el retablo de la Capilla del Milagro de la catedral de El Burgo de Osma, en la torre de San Juan de Rabanera, en San Martín de Rejas de San Esteban, en la iglesia de San Pedro de Caracena, en la de Santiago Apóstol de Fuentearmegil, en San Mamés en Montenegro de Cameros, en el retablo de la Asunción de Nuestra Señora de Beltejar y en las imágenes de la hornacina interior de Santa María de Tiermes. Son inversiones elevadas, las obras de mayor envergadura, hay un buen trabajo conjunto.

Hay otros convenios que se firman con ayuntamientos para colaboraciones puntuales, como el caso de Almazán para el arreglo de la cubierta de la iglesia del Campanario.

¿La pandemia también está dificultando la contratación para ejecutar las obras?

Es curioso, porque ha habido sacerdotes que han tenido problemas para encontrar albañiles, porque tenían mucho trabajo. Se ha demorado más por eso, aunque no hay más problema. Las que son de más envergadura se proponen a varias empresas y se escoge la oferta más beneficiosa.

Expolios y vandalismo siguen siendo dos problemas que sufre el patrimonio religioso. ¿Qué más se puede hacer para evitarlo?

Hay que tenerlo siempre en cuenta, aunque con la pandemia los expolios se han reducido en un 90%, no ha habido apenas. Hace unos años fue una constante, fueron expoliando casi todas las iglesias que estaban en despoblados. Desde entonces se ha reducido considerablemente. Pero esto no se ha erradicado, viene una oleada de robos y ventilan capitales, columnas y todo lo que pueden. Por ejemplo, en Fuentecantales robaron las dos campanas, hay gente viviendo pero la iglesia está retirada del pueblo.

Y el vandalismo...

Esto está más presente. Hace unas semanas en el ábside de le iglesia de La  Mayor realizaron una serie de grafitis. Se comunicó al Ayuntamiento de Soria y a la Junta, y lo limpian por parte del Ayuntamiento. Es una pena porque es no valorar el patrimonio que tenemos, afear los bienes que hemos recibido, que tenemos que custodiar y preservar para otros puedan disfrutar de ellos. No hay mucha conciencia de respecto hacia el patrimonio. La ermita de San Bartolo en el Cañón del Río Lobos se restauró y este año hicieron unas pintadas en las columnas de la portada. Se pudieron limpiar fácilmente porque el producto no era muy abrasivo, pero ¿qué conciencia tenemos del patrimonio? Y allí la gente también echa sus firmas en toda la pared.

¿Es necesario dar un impulso a la divulgación del patrimonio religioso? 

La catedral de El Burgo de Osma es un monumento muy visitado, por lo tanto la zona del museo está dentro del ‘pack’. Y el Archivo Diocesano lo conocen los que van a buscar documentación para investigar. Hay libros parroquiales desde el siglo XVI, porque en los ayuntamientos hay libros desde el siglo XIX.

En 2018 se realizó un informe sobre los bienes inmatriculados. ¿Cuál es el resultado? ¿Por qué no se ha hecho público?

La Diócesis inmatriculó los bienes que le correspondían, en algunos casos hubo algún error que se subsanó, pero no ha habido litigios. Con algún malentendido se ha presentado la documentación correspondiente y donde ha habido que corregir se ha vuelto a ceder al propietario sin problema o no se ha seguido con el proceso. El Obispado no ha inmatriculado nada que no supiera que era de la Iglesia católica. Hay un inventario que está en el Registro del Obispado.

Pero, ¿por qué no se hace público?

El informe está preparado. Es la valoración que haga el Obispado de manifestarlo o darlo a conocer.

Está preparado por si el Gobierno da el paso de dar a conocer las inmatriculaciones, solo por eso...

Es lo que se ha inventariado, no hay nada extraño.

¿Y existe una cifra de cuántas propiedades se han registrado en dos décadas por parte del Obispado?

No sé, es un dato que tendrán en la Oficina de Registro. Yo no lo conozco.

¿Cuáles son las joyas del patrimonio de la Diócesis de Osma-Soria?

Los elementos de mayor valor los encontramos en la catedral de El Burgo de Osma. Está el Beato de Liébana, del siglo X, un comentario al Apocalipsis cuando los obispos tuvieron que emigrar hacia el Norte. Es una de las piezas más relevantes. Pero hay muchos edificios románicos, imágenes... Como valor sentimental, a lo mejor una pieza del siglo XVIII para una persona de un pueblo tiene más valor que para un entendido en arte. Es relativo, no solo hay que mirar el aspecto económico. Cuando roban una imagen la gente se siente muy dolida, porque es su patrón o su virgen.

¿Y sus preferencias?

A mí me encanta la ermita de San Bartolomé, soy de San Leonardo de Yagüe, hemos ido siempre a las romerías el 24 de agosto. También la iglesia de Perdices, un pueblecito por la zona de Almazán, es preciosa, un románico muy puro, muy sencillo. La misma iglesia de Morón de Almazán, ves su torre plateresca es impresionante o el monasterio de San María de Huerta, las colegiatas... A veces en lo mínimo es donde encontramos la belleza, en lo pequeño.

¿Están resueltos todos los problemas en Santa María de Huerta?

La Junta ha hecho una inversión muy grande, más de un millón, y también  400.000 euros por parte del monasterio. Se hizo un muro de contención para canalizar el agua, también dentro del monasterio. 

¿Cuál es el estado de conventos y monasterios donde viven religiosos?

Están bien porque como hay actividad los mismos residentes están atentos a las averías, goteras... están bastante bien, aunque son inmensos, como el de las Clarisas de Santo Domingo en Soria, el propio de Santa María de Huerta o el de las Concepcionistas de Ágreda.

¿En qué punto se encuentra el proceso de venta de casas parroquiales?

Se han realizado algunas ventas y otras están paradas, es una situación activa y parada. Todavía quedan casas que pueden salir a la venta porque no tienen un uso ahora mismo ni perspectiva de que lo vayan a tener. Tampoco es bueno tener un patrimonio muerto de risa.

¿Considera que los sorianos valoran su patrimonio religioso o conocemos la catedral de Santiago pero no la de El Burgo de Osma?

Lo que es nuestro nos acostumbramos a tenerlo y no lo valoramos, o no lo conocemos. Lo vemos algo propio de nuestro ambiente y no avanzamos más allá, aunque pases mil veces por la puerta. Lo valora más el que viene de fuera. Se hace la propaganda turística para fuera y no para dentro.

Ahora que no nos podemos mover, quizás sea un buen momento...

Ha habido gente que, en esta situación, ha conocido más el patrimonio local o los enclaves naturales.

Que la Iglesia pague o no el IBI siempre está en el candelero... ¿Cuál es su opinión?

No es un privilegio, responde a los concordatos entre Iglesia y Estado. Hay otras instituciones que también están exentas del IBI. Hay bienes por los que sí se paga, pero si hubiera que pagar el IBI por las iglesias, sería un problemón, sería inviable.

Por segundo año, no va a haber Semana Santa, se invisibiliza también parte de ese patrimonio religioso... ¿Qué alternativas barajan para minimizar el impacto?

A ver cómo evoluciona, porque con el número reducido a 25 asistentes a las celebraciones... El año pasado se hizo por canales de Youtube, pero salir fuera es imposible. Todo lo que mueve, por ejemplo, la Semana Santa en El Burgo de Osma va a ser cero.

¿Cómo compatibiliza ser delegado de Patrimonio cultural con ser párroco en una quincena de pueblos?

Y soy el director espiritual en el Seminario Diocesano. Tenemos ahora mismo nueve chavales, desde primero de la ESO a primero de Bachillerato. Pero para atender a los pueblos depende del momento del año, depende del número de fieles vamos una vez cada 15 días o tres semanas. En esta situación, los propios fieles también te dicen que no vayas. Llama la atención decir que tienes 15 pueblos, que en invierno puede haber unas 250 personas, pero en un barrio de Madrid ese número de fieles no ocuparía ni un bloque de pisos. 

¿Es reversible la crisis vocacional?

Ahora mismo viendo los números, complicado. Desde el Obispado se intenta trabajar para que la gente se plantee su vocación al ministerio sacerdotal. Es una de las preocupaciones principales del obispo. Incluso los sacerdotes mayores están realizando tareas que no tendrían que hacer por edad, pero se ponen al servicio de la Diócesis viendo la necesidad que hay.