El maravilloso castillo de Gormaz

Mitxel Girón
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Cuenta con más de 1.200 metros de perímetro, albergaba a grandes ejércitos

El maravilloso castillo de Gormaz

Después de asediarnos durante un montón de años, de matarnos de hambre para conquistarnos y de imponernos su cultura y su religión, llega el siglo V y cae el Imperio Romano. Otra vez a empezar de cero, como cuando te deja la novia, tú que creías que todo iba bien y de repente: ¡Zas!, un mazazo de realidad en toda la cara. Con lo que me había costado a mí adaptarme a los nuevos usos y costumbres de los señores romanos. Bueno, realmente no es empezar de cero, nos han impuesto/enseñado muchísimas cosas buenas sobre las que erigiremos las bases de nuestra sociedad.

La verdad es que se veía venir. Lo de los romanos, no lo de las novias (aunque si uno es un poco espabilado, también se suelen ver las señales de que algo no va bien). Y aprovechando que el Imperio Romano estaba en horas bajas llegaron a la península unos señores de origen germánico para hacerse con el poder. La cosa fue más o menos así: en el 409 entraron, sin encontrar resistencia, los suevos, alanos y vándalos. Para que estos bárbaros no arrasaran con todo, el Imperio Romano autorizó a otros bárbaros, los visigodos, a asentarse al sur de la Galia y controlar los territorios de Hispania. Y como el Imperio cayó en el año 476, los visigodos se quedaron con el poder.

Se les llama bárbaros porque hablaban una lengua que los romanos no entendían, la traducción de bárbaro es ‘el que balbucea’. Así llamaban a todo aquel que vivía fuera de sus fronteras. A mí me gusta imaginármelos con grandes barbas, vestidos con pieles de osos y llenos de cicatrices. Una mezcla entre vikingos, los enanos de El Señor de los Anillos y Astérix y Obélix. Pero dudo que fuesen así, lástima que los visigodos no tengan selfies en Instagram para ver cómo eran realmente.

Total, que fundan el Reino Visigodo de Toledo. Ahora soy hispano-visigodo, fíjese usted las vueltas que da la vida. Menos mal que en año 589 nuestro rey Recaredo se convirtió al cristianismo, que yo ya no estoy como para aprender más religiones.

La sociedad se ruraliza, hay broncas entre nobles y disputas por ocupar el trono, lo que hace que la monarquía visigoda se debilite. La peste y las sequías hacen que perdamos más de un tercio de la población. Era el momento perfecto para que los musulmanes, que acababan de conquistar el norte de África, vinieran a hacernos una visita en el año 711. Pero no fue una visita de esas que te traen unas latas de cerveza y cuando cae la noche se van a su casa. Fue una visita de ocho siglos. Conquistaron casi toda la península, exceptuando algunas zonas del norte.

Pues nada, que ahora vivo en al-Ándalus. Otra religión y cultura que aprender, a este paso voy a saber más que la Wikipedia. No hay que olvidar que por estas tierras también estaban los judíos, pero esos no imponían su religión (más bien al contrario, fueron los cristianos los que les impusieron la suya).

Al-Ándalus trajo nuevos avances en ciencia, medicina, agricultura, matemática, arquitectura, gastronomía...bueno, como todas las culturas que han pasado por aquí. Tuvo su momento de esplendor con los omeyas, un linaje árabe cuyo origen está en Damasco. Abderramán I crea el Emirato de Córdoba, el cual pasa a ser Califato Omeya de Córdoba con Abderramán III, desvinculándose totalmente de Damasco. 

Los cristianos del norte se vieron acorralados y tras muchas batallas, conquistas y reconquistas no les quedo otra que convivir. Leoneses, catalanes y navarros debían reconocer la soberanía cordobesa mediante el pago de tributos. En caso de impago, se llevaba a cabo una dura reprimenda, muchas veces liderada por un político y militar conocido por todos los sorianos, Almanzor ‘el victorioso’. Realizaba razzias o aceifas, que no eran más que incursiones violentas para saquear todo lo que pillaban a su paso y meter miedo. La zona más afectada por estas razzias era el valle del Duero. Tras numerosas batallas, a sus 65 años de edad, Almanzor fue derrotado en Calatañazor, de ahí el dicho de «en Calatañazor perdió Almanzor el tambor». Murió días después en Medinacelli.

Se dice que con la muerte de Almanzor comenzó la decadencia de Al-Ándalus, ya que posteriormente hubo una guerra civil por la lucha por el trono, lo que desencadeno en el año 1010 en la fragmentación del estado Omeya en multitud de reinos, los llamados Reinos de Taifas. Eran 39 pequeños reinos, cada uno con una familia o clan a la cabeza.

La sociedad en al-Ándalus se organizaba de tal manera: los más importantes eran los árabes y sirios, los cuales solían ser políticos y grandes señores. Debajo de ellos se encontraban los bereberes, algo más humildes. Bajo estos, los muladíes, que son los cristianos que se convirtieron al islam. Y un escalón por debajo estaban los judíos y los mozárabes, que son aquellos cristianos que mantuvieron su religión pese a vivir en territorio musulmán. Tanto los mozárabes como los judíos tenían que pagar tributos para poder ejercer su religión dentro de al-Ándalus.

En cuanto a los reinos cristianos, encontramos el caso contrario. Los mudéjares fueron los musulmanes que mantuvieron su religión y sus tradiciones pese a vivir en territorio que los cristianos habían conquistado. En el siglo XVI, tras la Reconquista, se les obligó a convertirse forzosamente al cristianismo, pasando a denominarlos moriscos.

Toda esta extensa introducción para hablaros de la mayor fortaleza califal de Europa, el maravilloso castillo de Gormaz. Se empezó a construir en el siglo IX sobre las ruinas de un castillo anterior. Durante esta etapa fue conquistado y reconquistado varias veces por cristianos y musulmanes, no olvidemos que estaba en una tierra fronteriza. Permitidme los halagos, pero es que este castillo es espectacular. Como decía Jesulín, en dos palabras, im-presionante. Situado sobre un cerro de planta alargada que puede verse desde varios kilómetros de distancia en la llanura soriana, fue el origen de muchas de las razzias que llevaron a cabo Almanzor y sus compinches. A los pies del Duero, su localización fue clave en la defensa contra los cristianos del norte. 

La fortaleza cuenta con más de 1.200 metros de longitud de perímetro, siendo capaz de albergar grandes ejércitos en su interior. Está realizada casi en su totalidad con sillares labrados. Tiene dos zonas bien diferenciadas, el alcázar y el recinto amurallado. Dentro del álcazar encontramos la torre de Almanzor, la torre del homenaje (como os conté el mes pasado, es la torre más importante del castillo) y la sala de armas. El recinto amurallado era donde se asentaba la tropa, con caballerizas, almacenes y una alberca (estanque o depósito para agua) excavada en la roca. Sus lienzos (muros) tienen más de 10 metros de altura y el recinto cuenta con 28 torres. Hay que destacar su puerta califal con alfiz, con increíbles vistas al río Duero.

El castillo está situado en un asentamiento de origen prerromano y se ha encontrado una necrópolis muy cerca con unas 1200 tumbas del siglo IV a.C. En el lado sur del cerro hay restos de un castro celta. Es un lugar mágico, estratégico e impactante. 

La sensación que produce verlo desde lejos es indescriptible. Tengo una particularidad, me gusta visitar los paisajes naturales, ciudades, pueblos, castillos, iglesias..., sin haber visto fotos sobre ellos. Es dificil, porque internet está plagado de fotos del monumento en cuestión, pero intento evitarlas para no hacerme spoiler. Pues cuando llegué a Soria todo el mundo me hablaba del castillo de Gormaz (entre otras muchas cosas, por supuesto). Total, que fui para allá con mi viejo coche, recuerdo que esa mañana estaban los árboles blancos por la cencellada. Tomé una curva y allí estaba, al fondo, enorme, imponente, dominando toda la llanura, como si fuera el faro de una isla en medio del mar. Aparqué, subí corriendo por la emoción y recorrí todo el recinto interior. Era grande, muy grande, no me quiero ni imaginar la de soldados que cobijarían esos muros. Recuerdo que me asomé por su arco califal y me sentí como un señor de la guerra. Tenía un vasto territorio bajo control, podía llegar a divisar tanto terreno y me sentía tan protegido por esos enormes muros de piedra que si algún ejército enemigo pretendiese atacar mi fortaleza, sería descubierto mucho antes de poder soprenderme y, por supuesto, aniquilado. Pero por suerte no tuve que lidiar con ningún ejército enemigo, menos mal, porque estaba yo solo y mi única arma era un palo que había en el suelo.

No puedo despedirme sin contar que uno de los señores del castillo fue nada más y nada menos que, querido por unos y cuestionado por otros, nuestro Cid, don Rodrigo Díaz de Vivar. También quiero mencionar que la Junta de Castilla y León está trabajando en la redacción del Plan Director, es decir, un documento previo de diagnóstico del estado del castillo para la realización de futuros estudios arqueológicos e intervenciones en el ámbito de la conservación, restauración e investigación. 

Justo debajo del castillo se halla la ermita románica de San Miguel, cuyas pinturas murales tienen mucho que ver con las de San Baudelio de Berlanga, pero hoy no puedo hablaros sobre esta otra joya, necesitaría medio periódico más.

Aún hay mucho que descubrir sobre este maravilloso castillo. Id a visitarlo, de verdad, os prometo que no os arrepentiréis. Al fin y al cabo, pocos pueden presumir de tener cerca de casa la mayor fortaleza califal de toda Europa.