"La lucha por la igualdad no tiene freno"

Ana I. Pérez
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La socióloga ha participado en un estudio sobre rutinas laborales y cotidianas en tiempos de COVID, centrado en el teletrabajo, que revela, entre otras cosas, que la brecha de género se amplía en los hogares con niños

"La lucha por la igualdad no tiene freno" - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Doctora en Innovación en Educación (mención internacional y premio extraordinario), especialista universitaria en Estudios de Género y Políticas de Igualdad, Máster en Ciencias Sociales para la investigación en Educación, licenciada en Sociología y diplomada en Trabajo Social. Desde 2010 es profesora en el Departamento de Sociología y Trabajo Social en el Campus Duques de Soria de la Universidad de Valladolid. Es la síntesis del completo curriculum de Carolina Hamodi Galán. Acaba de finalizar un estudio en torno a las percepciones sobre las experiencias en las familias españolas, argentinas, brasileñas y mexicanas durante el periodo de confinamiento por la pandemia desde una perspectiva de género. La fuente de información utilizada fue la Encuesta Iberoamericana sobre Rutinas Laborales y Cotidianas en tiempos de COVID-19 realizada por la Red Iberoamericana de Investigación sobre Trabajo, Género y Vida Cotidiana (Tragevic) que agrupa investigadores pertenecientes a distintas disciplinas. Un trabajo que evidencia cómo la pandemia ha afectado a la vida de las familias. Entre otras conclusiones, destaca un elemento común: «Las mujeres manifiestan tener mayores cargas y los hombres muestran percepciones más optimistas».

¿Cómo surge este estudio?

Trabajo en la Red Iberoamericana de Investigación en Trabajo, Género y Vida Cotidiana (Tragevic). En el contexto español del confinamiento, porque en otros países no se dio igual, decidimos que era importante ahondar en lo que estaba pasando en las familias sobre sus rutinas familiares y laborales. Hay muchos estudios precedentes en una situación de normalidad, pero era interesante levantar evidencia en un contexto tan particular. A veces creemos que la investigación solo se refiere a las ciencias naturales o exactas, y las ciencias sociales son muy importantes para evidenciar lo que pasa y ayudar medidas dirigidas a paliar la desigualdad.

El instrumento fue un cuestionario y lo lanzamos entre mayo y junio. Participaron bastantes países, pero para el estudio decidimos presentar Argentina, Brasil, España y México porque nos permitían obtener un nivel de significación más elevado.  

Las diferencias sociales entre los cuatro países son sustanciales...

Sí, por eso se estudiaron las diferencias entre países y género. Se aplicaron pruebas estadísticas diferenciadas. Es importante resaltar que la muestra es sesgada porque la encuesta fue autoadministrada, lo que significa que una familia vulnerable del conurbano o de la Villa 31 de Buenos Aires o de una favela en Río de Janeiro no tiene acceso a responder esta encuesta porque ni tiene los medios ni la conectividad. De hecho, la muestra de Brasil presenta indicios de pertenecer a un colectivo de nivel socioeconómico más elevado.

Además, se eliminaron respuestas de hogares unipersonales porque queríamos ver cómo se estaban dando las relaciones familiares y laborales en el contexto del hogar.

¿En qué se centró el estudio?

Analizamos los bloques: por un lado, las actividades laborales y, por otro lado, las doméstico familiares, dentro de las cuales incluimos los cuidamos y las actividades domésticas.

¿Cómo ha incidido la pandemia en las actividades laborales?

Hicimos una filtración dentro de la muestra, nos centramos en el teletrabajo para ver qué pasaba. El 65% de los participantes estaba teletrabajando por lo que si se compara con los datos reales de otras fuentes por lo que implica, como decía, la muestra estaba sesgada hacia personas de mayor nivel socioeconómico. No obstante, nos encontramos diferencias significativas en esos contextos. Y analizamos si había o no diferencias cuando hay hijos. Vimos que, al contrario de lo que se puede pensar de que con niños el teletrabajo se complicó, la investigación arrojó que este hecho no era significativo, pero sí el género, cuando la variable es ser hombre o mujer quien teletrabajaba.Cuando se preguntaba cuánto afectaba la presencia de niños se concluyó que las mujeres se ven más afectadas que los varones, por lo que hay una división sexual de la crianza cuando se realizan labores de trabajo remoto.

¿En qué se ven ellas más afectadas?

A la hora de desarrollar su trabajo. Esto evidencia la falta de corresponsabilidad que implica que las mujeres tengan mayor cargo y, por tanto, tengan más dificultades para el desarrollo del teletrabajo. También encontramos de forma significativa que  las mujeres están menos conformes con el teletrabajo que desarrollan, con la calidad de su trabajo, y está asociado una mayor carga de trabajo reproductivo. Y otra diferencia respecto al género es que se evidencia que el teletrabajo supone mayor carga para las mujeres que los hombres.

¿Y en cuanto a las actividades doméstico-familiares?

Como decía se incluye las tareas domésticas y los cuidados, tanto de niños como de mayores. En cuanto a las diferencias entre países, Brasil y México tienen más proporción de hogares con servicio doméstico, lo que da cuenta del nivel sociocultural de nuestra muestra y que es más accesible, en España y Argentina hay menos familias. Les preguntamos quién realiza la mayor parte de la tarea doméstica y encontramos diferencia de género, vemos que las mujeres dicen que en mayor medida ellas y los hombres, equitativamente o alguno que su pareja. La percepción de los hombres es muy positiva en cuanto a su implicación en las actividades doméstico-familiares, que es una constante que se repite en todo el estudio. 

Cuando preguntamos si el reparto es equitativo algunos hombres siguen diciendo que ayudan a su mujer y esa expresión ya indica que no hay corresponsabilidad en ese hogar, por eso los hombres son muy positivos al considerar que ayudan mucho, pero las mujeres evidencian que están hasta arriba. Las brechas se amplían en los hogares que hay menores, las mujeres tienen más carga.

¿Qué diferencia existe con la tendencia anterior a la pandemia?

En el periodo de confinamiento vimos que la brecha aumentó y la carga recayó más en las mujeres con niños. Pero cuando hablamos de tareas doméstico-familiares y no hay niños, no hay diferencias significativos.

Mencionaba también los cuidados de mayores.

España es el país en el que las familias menos mayores tienen a su cargo y Argentina, el que más. Por un lado, es por la capacidad del Estado para aplicar políticas públicas como la Ley de Dependencia y en Iberoamérica la cobertura del Estado es infinitamente menor y, por otro lado, están los patrones culturales de organización familiar. En España consideramos natural que los mayores se institucionalicen y en Latinoamérica otros estudios evidencian que la tradición cultural apunta que la familia extensa es el lugar natural, el hogar es la unidad base. Efectivamente, en Argentina, México y Brasil hay mayor sobrecarga de cuidados a mayores que en España y recaen, principalmente, sobre las mujeres. En cambio en España los datos no nos arrojan una significatividad.

¿Ha aumentado el cuidado de mayores en los hogares como consecuencia de la pandemia?

No hemos preguntado si antes ya los cuidaban o había un incremento, si no cómo se ha desarrollado en el contexto del confinamiento. No podemos corroborarlo. Lo que sí se ve, como en el caso del cuidado de los niños, es que una mayor positividad de los hombres en cuanto al reparto del cuidado de mayores, que no coincide con el de las mujeres.

¿Y respecto al apoyo educativo a los menores?

Igual, se reproduce que recae más en las mujeres, aunque los hombres dicen que es de forma igualitaria.

¿Ha crecido la brecha de género a raíz de la pandemia?

Durante la pandemia tanto en las actividades laborales de las familias en teletrabajo, como en las tareas domésticas y cuidados de niños y mayores, no podemos decir cuánto, pero sí que hay desigualdades de género.  Y otra de las conclusiones es que los hombres siempre son más tendentes a creer en una corresponsabilidad, pero las cifras evidencian la brecha de género. Insisto nuestra muestra se refiere a un nivel socioeconómico alto. 

¿Y qué le toca hacer a la parte política teniendo en cuenta la crisis económica que ya se padece y que el teletrabajo ha venido para quedarse?

Pues medidas políticas de conciliación laboral, por eso hemos ahondado en si había o no hijos, y con respecto a los cuidados a través de ayudas. Los cambios sociales vienen dados por cambios legislativos o por demandas socioculturales que emergen de la población que empujan a la política. Estos últimos son muy lentos. En este caso, nosotros con esta investigación no pretendemos cambios socioculturales porque es muy complejo, pero sí levantar evidencias para que los poderes políticos puedan paliar todas las desigualdades que se muestran en este trabajo,  que va en la línea de otros precedentes.

¿Cree que existe el riesgo de que se releguen estas políticas porque se considere que hay otras prioridades económicas y sociales que atender derivadas de la pandemia?

Sí. A mí me da la sensación, esto a título personal, de que el coronavirus sirve de excusa para todo, es que ya no hay ayudas para... Considero que muchas de las políticas de igualdad se van a quedar relegadas por la pandemia cuando antes estaban posicionadas más arriba en la agencia política y ahora han pasado a lo último. Hay muchas prioridades, desde luego la sanidad lo es, superar la pandemia, pero cuando pase todo esto y vayamos acercándonos a otras líneas de trabajo no podemos olvidar que todo esto está pendiente.

En el 8M no va a haber grandes manifestaciones, evidentemente, cuando en los últimos años estas convocatorias han sido multitudinarias. ¿Puede ser un paso atrás para el movimiento feminista?

En Soria, por ejemplo, en el Consejo Municipal de la Mujer hemos decidido que no va a haber manifestaciones por el contexto pandémico, pero se harán algunas actividades con todas las medidas de seguridad en las que no habrá aglomeraciones. ¿Por un día que no salgamos a la calle la lucha feminista va a parar? Desde mi punto de vista, no. ¿Solo quieres a tu madre el Día de la Madre? El Día de la Madre son todos, aquí es lo mismo. Yo desde mi casa y mi trabajo voy a seguir con mi lucha feminista. Por el hecho de que haya una pandemia y el 8M no podamos manifestarnos en la calle no va a frenarse el movimiento feminista, que está súper candente, y está vivienda su cuarta ola. Es muy potente, mucha gente joven cansada de la desigualdad dice ‘basta’, cuando antes esto no interesaba tanto a este gente. Y también a las más mayores.  Acabo de volver de Argentina y es increíble ver a las abuelas de la plaza de Mayo en la primera línea con las pancartas en favor del aborto. Para nada creo que el movimiento feminista se vaya a frenar por la pandemia, al contrario.

No va a parar ese movimiento, pero desde hace un año se ha criminalizado desde sectores conservadores a las manifestaciones del 8M como focos de contagio del COVID-19. ¿Considera que los detractores del feminismo pueden sacar provecho de esta situación?

El otro día en el monólogo de Pamela Palenciano comentaba que ella ha recibido dos denuncias por apología de la violencia y, de verdad, si la escuchas y crees que es así, es que te quedan cero neuronas. Pero la realidad es que tiene dos denuncias. Hay una parte de la sociedad a la que no le interesa que se sensibilice sobre la violencia de género y la desigualdad. Hay una parte de la población en un posicionamiento que no está interesada en ceder sus privilegios. Efectivamente, a medida que el movimiento feminista ha ido tomando más fuerza, los colectivos reaccionarios son más potentes y crecen más. La lucha por la igualdad no tiene freno, no nos va a frenar nada ni nadie, porque las evidencias están ahí. Cuando discuto sobre ello, enseño informes de las universidades con las que trabajado, con datos y estadísticas, aunque la respuesta sea «pues en mi casa, no». Estoy cansada de que nosotras tenemos que mostrar las evidencias y el resto, su opinión personal, cuando deberían ir con investigaciones.

¿Cómo valores, en general, como socióloga, todos los movimientos negacionistas sobre la violencia machista, sobre la pandemia, sobre el cambio climático...? ¿Hasta qué punto pueden crecer?

Pueden crecer, en tanto en cuanto, crezca el populismo. Pero para eso estamos luchando a través de la formación y la educación, que son las bases sólidas. En clase digo: creed lo que os de la gana, pero las evidencias son las evidencias, tened una opinión sustentada en evidencias, en investigaciones y en la realidad, no en un vídeo de Youtube de alguien que da su opinión. Es un trabajo que avanza más lentamente que el populismo, pero es de más calado y para la gente que está formada y sensibilizada sus opiniones son mucho más sólidas. En la universidad doy Educación para la Paz y la Igualdad, formo a los futuros maestros en estos aspectos y esa labor no me la va destruir un populismo.

Está en contacto continuo con los universitarios, ¿qué conciencia tienen los estudiantes del feminismo?  ¿Es cierto que se han generalizado conductas machistas entre los jóvenes, cuando deberían ir a menos?

Llevo once años trabajando en la universidad, en el Campus de Soria y en Latinoamérica, y veo mucho avance, veo cambios si miro atrás. Llegan con las ideas más claras que antes, hablan de feminismo y saben lo que es, en muchos espacios aún encontramos eso de que ‘ni feminismo ni machismo, igualitarismo’ y les dices... estudia un poquito y te darás cuenta de la barbaridad que estás diciendo. Soy positiva, tengo mucha fe en la juventud. Sí encuentro machismo, violencia en las relaciones de pareja, pero veo avances, sin duda, en la lectura que pueda hacer de una década para atrás. Hay mucha gente interesada en la lucha feminista, cuando antes era impensable. Para mí es esperanzador. La transformación a través de la educación está llegando a los colegios. Como decía, si nos ponemos en fila en una carrera, el populismo negacionista y los que nos dedicamos a la educación, llegarían ellos antes, pero no podrán hacer otra carrera, y la base sólida estará lista para continuar. El conocimiento no se destruye.

El feminismo parece que sigue siendo cosa de chicas... ¿qué pasa con los alumnos?

Es que en mi caso, doy clase en Educación y la mayoría son chicas, en Infantil hay un 6% de chicos y en Primaria, sí que es un 50-50%. Pero son las chicas las que más interés muestran y, a veces, si pienso qué creerán en el fondo los chicos de mí cuando hablamos de todas estas cosas, porque se sienten atacados. Es un clásico eso de que el movimiento feminista ataca a los hombres y no es así, atacamos a los violadores, a los que nos hacen pasar miedo... que son hombres. Y cansa que todos se sientan atacados, cuando no es eso, para nada. Aunque todos los hombres pueden hacer algo por contribuir al movimiento feminista. Ahora en la ciudad de Soria hay muchos eventos sobre la igualdad y la mayoría de las participantes son mujeres.

Está organizando el I Congreso Internacional de Género y Educación. ¿En qué consistirá?

Es un congreso que vamos a realizar en Soria, va a ser un hito, creemos que estará muy dimensionado. Vienen personas muy importantes del mundo de la educación y el género. Tenemos muchas expectativas. Es una iniciativa muy importante, en el que participan la Universidad de Valladolid, el Ayuntamiento de Soria y el Ministerio de Igualdad. Llevamos desde el año pasado trabajando en este proyecto que va a posicionar a Soria en el panorama nacional de la coeducación. En Iberoamérica ya hay mucha gente que quiere participar. Será presencial y estará abierto también a la modalidad virtual.

¿Cuándo se celebrará?

Los días 7, 8 y 9 de julio. Participarán personas muy relevantes. Está invitada la ministra de Igualdad, Irene Montero, pero no tenemos confirmada aún su asistencia. Habrá también talleres prácticos y comunicaciones de investigaciones y de experiencias educativas dentro de diferentes ámbitos (educación formal, no formal, familias, medios de comunicación, etcétera) con perspectiva de género y que fomentan la educación en igualdad. Las comunicaciones ya se pueden presentar y también las inscripciones, el plazo está abierto hasta finales de abril (congresogeneroyeducacion.com). En la capital, por ejemplo, en un colegio pueden estar con un proyecto sobre educación sexual que se queda ahí, en el aula, y no se comparte, cuando se puede replicar. Además, en colaboración con Cepaim, habrá una feria de artesanas rurales (La Artesa).