La mitad de las semillas que se usa en el campo es ilegal

P. Velasco
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Castilla y León prevé producir unas 57.000 toneladas de grano certificado para esta campaña, aunque serían necesarias 338.000 para toda la superficie sembrada en la región

Imagen de archivo de semillas almacenadas en una cooperativa. - Foto: Rubén Serrallé

El campo castellano y leonés busca productos de más calidad, explotaciones más rentables y mayor sostenibilidad. Unos objetivos que se alcanzan con la utilización en la siembra, entre otras medidas, de semilla certificada o de grano de reempleo declarado. Dos opciones que no son las habituales en la Comunidad, donde las estimaciones realizadas por la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove) apuntan a que la mitad de la semilla que se usó en la campaña del año pasado es ilegal.

Los agricultores pueden usar para la siembra dos tipos de semillas: la certificada y el grano de reempleo que solo se utiliza para uso propio. El resto de grano no está sometido a controles por lo que se considera que no cumple los estándares oficiales de calidad como los elevados porcentajes mínimos de germinación, pureza específica o pureza varietal. El uso de semilla sin control supone un delito de fraude, en el caso de las variedades protegidas, o una infracción administrativa con sanciones elevadas si se trata de variedades libres, aunque desde Anove reconocen que las inspecciones que se realizan no son suficientes para controlar este mercado.

En el caso de Castilla y León, las estimaciones para la campaña 2018/2019 son positivas, con un crecimiento del cinco al diez por ciento de semillas certificadas frente a la anterior, lo que supondría alcanzar unas 57.000 toneladas. En la de 2017/2018 se produjeron 52.300 toneladas de semilla certificada (precintada y reprecintada) correspondiente a los cultivos de avena, cebada, trigo blando, trigo duro, triticale y guisante. De todas ellas, según los datos de los que dispone Anove, se estima que el consumo es de 50.000 toneladas. Si se tiene en cuenta la superficie sembrada en la región de estas especies, las necesidades reales se aproximan a las 338.000 toneladas, es decir que se utilizan semilla certificadas en el 15 por ciento.

Pese a estas cifras, el consumo de grano certificado ha aumentado desde el año 2011, aunque en la campaña 2017/2018 se registró un descenso de dos puntos como consecuencia de las condiciones climáticas del año anterior en el que la sequía repercutió considerablemente en el rendimiento final de los cultivos. Anove apuesta porque la tasa de utilización debe continuar aumentando como índice de profesionalización del cultivo en una Comunidad con una amplía implantación del cultivo de cereal.