Garrapatas, el enemigo invisible

P.B.
-

La Junta recomienda extremar las precauciones para evitar la picadura de este ácaro que puede transmitir muchas enfermedades

Garrapatas, el enemigo invisible

El pasado 11 de agosto, un varón de 69 años fallecía en el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca a causa de la fiebre hemorrágica Crimea-Congo, según comunicaba la Junta de Castilla y León, tras ser confirmada la presencia del virus en el paciente por parte del Centro Nacional de Microbiología de Majadahonda (Madrid). Se trata del segundo caso de la enfermedad en la provincia salmantina este año, después de que el pasado mes de junio ingresara en urgencias otro varón, infectado por la picadura de una garrapata. 

La fiebre hemorrágica Crimea-Congo es una de las muchas enfermedades que se pueden transmitir a través de la picadura de estos seres vivos, aunque, como señala el Gobierno regional, solo algunas de ellas acarrean consecuencias graves para la salud, puesto que la mayoría de las mordeduras son inofensivas.

Por ello, hace unas semanas la Junta recomendaba a la ciudadanía extremar las precauciones ante posibles picaduras de garrapatas, que están activas en los meses cálidos, desde la primavera hasta el otoño. José Luis Serrano, técnico del Servicio Territorial de Sanidad de la Junta de Castilla y León en Soria, confirma que «no hay plagas, ni hay cada vez más, son poblaciones normales en la naturaleza, pero como este año ha venido una primavera tan fructífera, ha habido una proliferación prácticamente de todos los seres vivos salvajes». 

La presencia de garrapatas en el campo aumenta sobre todo en primavera, baja a finales de junio, julio y principios de agosto, y vuelve de nuevo a subir en esta época, concretamente desde mediados del mes de agosto. «Si el año es seco y hay poca cobertura vegetal, la presión es menor porque la radiación solar no les hace mucha gracia. Sin embargo, la vegetación favorece la proliferación de este tipo de ácaros», señala.

Hasta el momento, no se dispone de una vacuna protectora, por lo tanto para evitar este tipo de picaduras desde el Gobierno autonómico e realizan una serie de recomendaciones. Entre ellas, evitar sentarse o tumbarse en el suelo en las zonas de vegetación, usar botas cerradas con calcetines que cubran la parte inferior de los pantalones, caminar si es posible por la zona central de los caminos y usar ropa de color oscuro, puesto que, entre comillas, las garrapatas tienen cierta predilección por las prendas claras. 

Además, es muy aconsejable el uso de repelentes autorizados, aunque es muy importante su aplicación de forma correcta. Serrano apunta que «para prevenir garrapatas, que no vuelan y entran por abajo porque están en el suelo, hay que suministrarlos desde los zapatos hasta la cintura, puede ser incluso en el mismo calzado, ya que en cuanto notan una presencia extraña, se retraen. Hay muchas personas que cuando salen al campo solo se aplican el repelente en brazos y cara y esa forma, no es efectiva para estos parásitos». 

Una vez terminada la jornada de campo, desde la Junta se recomienda realizar un autoexamen exhaustivo del cuerpo para localizar posibles garrapatas fijadas. Es muy importante su pronta extracción, puesto que la transmisión de infecciones es muy baja durante las primeras horas. Si en la exploración encontramos uno de estos ácaros, lo ideal es acudir al centro de salud más cercano porque «pueden aparecer otro tipo de problemas si se retira de una forma incorrecta». En el caso de extraerla uno mismo, señalan que se debe llevar a cabo mediante tracción de una pinza de punta fina. Además, si los días posteriores su retirada aparecen dolores musculares, erupciones o manchas rojas en la piel, hay que acudir al médico.

 Estos animales actúan en la naturaleza como vectores y pueden traspasar organismos patógenos a las personas. Las enfermedades infecciosas más comunes en España como consecuencia de la mordedura de la garrapata son la fiebre botonosa o exantemática mediterránea y la enfermedad de Lyme y Debone. Además, de forma ocasional se han descrito casos de anaplasmosis, turalemia,  babesiosis y también fiebre hemorrágica Crimea-Congo.