El ocio nocturno soriano se adapta a horarios y aforos

Ana Pilar Latorre
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Los empresarios lanzan un SOS para uno de los sectores más devastados en la crisis, los pubs funcionan ahora como bares o cafeterías y con dificultades

El ocio nocturno soriano se adapta a horarios y aforos - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Los responsables de los pubs de Soria consultados por El Día de Soria coinciden en que el ocio nocturno es uno de los sectores más perjudicados por la crisis, con pérdidas de hasta un 80%, y al que «se ha criminalizado sin razón» a pesar de que es el que más extrema las medidas, ya que «si se asocia a un establecimiento con un brote o contagio se le puede llevar a la ruina». En ocho meses se han tenido que adaptar a los cierres por ley y a las restricciones de aforo, espacios y horarios. La patronal del ocio nocturno en Castilla y León calcula que se cerrarán el 30% de establecimientos y se perderán 6.000 empleos.

Ante todo, reclaman ayudas para afrontar las pérdidas, pero también una mayor flexibilidad en los horarios, ya que no pueden funcionar como bares o cafeterías, algo que se les permite desde principios de septiembre, porque no lo son y no están preparados. Muchas empresas se han acogido a un ERTE, en el que siguen aún empleados. Cubren gastos «a duras penas», con beneficios nulos o escasos, al tiempo que tienen que destinar más dinero a adecuar espacios, como terrazas, y comprar productos higiénicos y desinfectantes.  

El Ayuntamiento de Soria informa que hay actualmente en la ciudad 12 establecimientos con licencia especial, es decir, de pub o discobar. Tras el cierre obligatorio de marzo a mayo, abrieron de nuevo en junio con restricciones. De nuevo en agosto se decretó el cierre total pero la Junta rectificó y les permitió abrir reorientando su actividad como bares o cafeterías, por lo que cambiaron las licencias especiales en el Ayuntamiento entregando una declaración responsablepara funcionar así. 

Jaime Ferrer, del pub Lolita, lo ha reconvertido: «Antes éramos un bar de copas y para bailar y ahora una especie de cafetería-coctelería, eliminando las zonas de baile y de estar de pie y ocupándolas con mesas, sillas y sillones». También han adaptado la carta, haciéndola «más selectiva» con cócteles para ser más competitivos. «Con el horario reducido y el uso del espacio hemos tenido que reinventarnos», apunta Jaime Ferrer. 

En cuanto a las medidas higiénicas, «se han eliminado zonas de uso de barra, hay geles hidroalcohólicos en el acceso al local y a los baños, se desinfectan las mesas y las sillas... lo que marca la normativa». El Lolita ha pasado de un aforo de 66 a 33 personas, lo que se traduce en muchas menos consumiciones. Hasta este año la temporada más floja era el verano, puesto que no tenía de terraza, pero este año han tenido cuatro mesas que les han venido muy bien, el lado positivo. El invierno lo afrontan «con la novedad de la coctelería para que los clientes vengan antes y, sobre todo, con mucha ilusión porque no podemos hacer mucho más ahora mismo...». En el primer confinamiento se acogió al ERTE toda la plantilla y ahora permanecen tres empleados.

ayudas. Su reclamación principal es «la ayuda al sector, uno de los más perjudicados en la pandemia, sobre todo por las restricciones de horarios. Estos locales están pensados para el ocio nocturno». Precisan apoyo por las cuantiosas pérdidas debido a la reducción de ventas (entre un 70-75%), más las inversiones para la adecuación de espacios en el interior, montar terrazas y adaptarlas ahora al clima de Soria... «Los clientes se están haciendo al nuevo horario y cada vez acuden antes al local, se están acostumbrando a esta nueva normalidad», ya que su horario ahora es de 16 a 1 horas. 

Por su parte, Raúl Martínez, del pub Grammy, recuerda que en la reapertura de junio «el horario era flexible y se podía trabajar porque la Zona es lo último que se cierra en Soria». Pero cuando comenzaron las restricciones de horarios a las 2 y después a la 1 de la mañana, teniendo que solicitar también la compatibilidad de licencia como bar normal, la cosa se complicó, porque «de lo que se hacía a lo que se hace ahora, nada...». El Grammy abre antes por la tarde, pero la gente no suele subir a la Zona hasta tarde, a lo que se suma la reducción de aforo a la mitad. No ha notado más afluencia en San Saturio ni en el puente del Pilar, a pesar de que los meses fuertes siempre han sido junio y de septiembre a diciembre, cuando empieza el frío y por los universitarios.

En el local se han instalado mesas, necesarias sobre todo ahora que se prohíbe consumir en barra. La música, a un volumen bajo, cumpliendo la normativa. También ahora continúan tres trabajadores de ERTE y Raúl Martínez calcula que desde finales de junio habrá abierto casi dos meses, por lo que los ingresos han caído en torno al 80%. Igualmente, lamenta que se haya criminalizado al sector relacionándolo con los brotes de verano, «el coronavirus no sale a la una de la mañana». Insiste en la responsabilidad de los empresarios del ocio nocturno y cree que es insuficiente el apoyo al sector, por lo que reclama «una ayuda compensatoria para todo aquel que sus ingresos hayan caído un 75-80%. Si hemos estado cerrados cuando todo el mundo ha abierto se tiene que compensar, también por horarios y por aforos».

Desde el pub Airos, Alberto Sancho indica que se han ido adaptando «con mucha incertidumbre», porque «cada semana había nuevos protocolos y la información no llegaba o era confusa». El punto crítico fue agosto, cuando se cerró el ocio nocturno, en el que se les incluyó a pesar de que abren por la tarde. «Cerramos dentro y pasamos tres o cuatro semanas sin apenas ingresos, porque solo funcionaba la terraza», recuerda. La Junta rectificó y pudieron solicitar un cambio de actividad  de bar especial a normal, para poder abrir durante el día dentro del local. De esta manera, han podido «levantar cabeza». Ahora tienen un aforo de 36 personas en el interior y fuera 10 veladores y 4 mesas altas. Ahora están adecuando la terraza, en base a la normativa municipal, pero tienen que invertir en torno a 6.000 euros, entre estufas de gas, cortavientos, veladores, parasoles y sombrillas... 

Alberto Sancho calcula que los ingresos han caído un 70% y los gastos se han disparado... «Si quieres trabajar te tienes que adaptar», indica añadiendo que desde el primer momento sacaron a todo el personal del ERTE, incluso ahora han realizado una contratación para el servicio de terraza los fines de semana. «Se necesita más personal pero con menos clientes», añade. Agradece la respuesta de la gente, que «sale, entiende y respeta», y reconoce que en el Airos se está trabajando bien. Reclama ayudas (recibirán una de 500 euros para material anticovid) y que no se criminalice al ocio nocturno, subrayando la responsabilidad de los empresarios en el cumplimiento a rajatabla de las medidas. Como el resto, pide que se amplíe el horario, al menos hasta las 3 de la mañana, ya que «iban a abrir el doble de negocios». Lo más fuerte para el Airos es San Juan y de ahora a Navidad, «este año da miedo, no sabemos como lo podremos afrontar,si cerraremos, hay que ir día a día».

Víctor Arancón, del pub Verdant (en el Calaverón), explica la razón por la que decidieron cerrar el establecimiento en agosto. «En marzo, antes del cierre obligatorio, nos iba muy bien. En junio abrimos la terraza y en la nueva normalidad hasta que limitaron los horarios fue buena época, aunque trabajábamos el doble para facturar la mitad», comenta. Con la restricción hasta las 2 horas se complicó, pero el cierre del ocio nocturno fue la puntilla y decidieron no abrir, «por muchos números que hagamos no salen, el 99% de la caja siempre lo hemos hecho desde las 23.30 horas». También solicita ayudas, porque el ocio nocturno tiene «restricciones más duras», pero cree que debería haberse estudiado ya en abril para que los negocios subsistieran. En su caso, agradece el trato del ‘casero’, por «entender la situación».

Roberto Andrés, del bar Maneras de Vivir de Almazán, que fue ocio nocturno durante muchos años, insiste en que el sector «hace bien las cosas» pero «pagan justos por pecadores». «Hay más riesgo en otras actividades, como el transporte».